India: ''Una Iglesia joven que vive el tiempo de los Apóstoles'' en Arunachal Pradesh

La misión continúa: miembros de esta comunidad eclesial evangelizan ya Mongolia

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Situada en el nordeste de la India, la vasta región compuesta de siete estados fronterizos con Bhután, China y de Birmania, Arunachal, presenta la particularidad de ser la región de la Unión india donde más ha progresado el número de católicos en los últimos años. En unos treinta años, la Iglesia católica, que no tenía un solo bautizado antes de 1979, cuenta ahora con el 20% del millón de habitantes de Arunachal Pradesh, los protestantes, el 10 o 15 %. En el marco de la exposición «Misiones del mundo», en la sede de las Misiones Extranjeras de París, monseñor Thomás Menamparampil, de 76 años, arzobispo emérito de Guwahati, y monseñor Jorge Palliparambil, de 58 años, obispo de Miao, estuvieron en París este 19 de enero para una conferencia. La agencia Eglises d’Asie ha publicado la siguiente entrevista que ZENIT ofrece en español por su gran interés.

¿Monseñor Thomás Menamparampil y Jorge Palliparambil, pueden trazarnos la historia de la implantación y expansión del cristianismo en Arunachal Pradesh?

–Mons. Menamparamapil: la ironía de la situación es que si pude desempeñar un modesto papel en la historia de la Iglesia católica en Arunachal Pradesh, no viví allí jamás. Estado fronterizo con China, región sensible pues, Arunachal Pradesh, en tiempo del colonialismo británico después de la independencia, era un territorio prohibido a los misioneros, a todos los misioneros, cualquiera que fuera su pertenencia religiosa, indios o extranjeros.

En Shillong, capital del Estado de Meghalaya, era responsable de una escuela para chicos. Entre nuestros alumnos, había algunos jóvenes venidos de Arunachal Pradesh, un estado particularmente lejano, donde la tasa de analfabetismo era muy elevada. En 1975, había simpatizado con un joven jefe tribal, cuyo hermano fue escolarizado en nuestra casa. Casado con una presbiteriana, se sintió muy atraído por el cristianismo y quería que viniera a su casa a Borduria, a estudiar la posibilidad de fundar una escuela.

En agosto de 1979, desafiando la prohibición de penetrar en Arunachal Pradesh, visité a este joven jefe, llamado Wanglat Lowangcha, que me cuenta su deseo de ser bautizado en la fe católica. Pero al día siguiente de mi llegada, fuí víctima de un accidente de tráfico y el estado de mi rodilla necesitaba una operación, posible solamente en Dibrugarh, en Assam. Para mí, era el fracaso. Perdía la ocasión de un mes de gira en un territorio prohibido y me iba de nuevo sin haber alcanzado nada. Pero así como volvía a casa de Wanglat tumbado en un camión, le pregunté si aún pensaba en el bautismo en estas circunstancias. Me respondió que debía primero preocuparme de mi salud y que su bautismo esperaría. Pero le respondí que no era necesario esperar. Le expliqué el lugar especial que la cruz tiene en el cristianismo, el valor del sufrimiento en mi religión y que si el era bautizado ese mismo día, lo que faltaría en solemnidad sería compensado en significado cristiano. Profundamente emocionado, aceptó. Fui llevado al cuarto donde había dormido la noche anterior. Sentado en la cama, con mi pierna extendida, bauticé a Wanglat con el nombre de Jacques. Su hijo tomó el nombre de Marc y su nieta fue bautizada Inés. Su esposa ya fué bautizada en la Iglesia presbiteriana.

Este momento quedó para siempre grabado en mi memoria, fue el principio de la Iglesia católica en Arunachal Pradesh. Cuatro meses más tarde, por Navidad, una veintena de amigos de Wanglat se hicieron bautizar en Assam y, el 2 de agosto de 1979, en el curso de la ceremonia de bendición de la primera capilla erigida en Borduria, 924 personas pidieron el bautismo, es decir casi todo el pueblo. Hoy, el 82 % de la población del distrito es católico.

Sin embargo, la ley anticonversión, hecha por Nueva delhi en 1978 para Arunachal Pradesh, estaba vigente. ¿Cuál fue la reacción de las autoridades de este auge súbito de la Iglesia católica?

–Mons. Menamparampil: el gobierno se mostró inflexible de cara a estos nuevos conversos: detenciones, incendios de cabañas improvisadas que hacían las veces de iglesias, niños excluidos de las escuelas, etc. Las autoridades mantenían que las poblaciones aborígenes (tribales) debían quedar en su estado ‘original’, lo que desde el punto de vista religioso significaba que se les prohibía abandonar el animismo, el culto de los espíritus al cual sacrificaba la mayoría de los habitantes de Arunachal Pradesh.

Pero estas dificultades no impidieron el aumento del número de los cristianos en la región: en 1981, eran el 4,3 % de la población; en 1991, el 10,3 %; y en 2001, el 18,7 %. La presencia de sacerdotes era imposible, al menos de manera permanente. Y es uno de los rasgos característicos de la Iglesia en Arunachal Pradesh: un poco a la manera de lo que fueron los principios de la Iglesia católica en Corea, la Iglesia en Arunachal Pradesh se desarrolló en ausencia de todo marco clerical. Los laicos se encargaron de la evangelización y el catecismo de los nuevos conversos.

Mons. Jorge Palliparambil: en aquella época, tenía mi sede en Tinsukia, en Assam, donde nosotros habíamos fundado una escuela, la Escuela de Biblia Don Bosco, para escolarizar a los jóvenes venidos de Arunachal Pradesh. Este colegio dispensaba a la vez una enseñanza religiosa, destinada a formar buenos catequistas , y una enseñanza general. Los alumnos que se convertían –y eran muchos–, de vuelta a casa propagaban el cristianismo, e instruían a los catequistas para acompañar a las pequeñas comunidades primerizas.

¿Estas conversiones al cristianismo fueron la fuente de tensiones con los budistas o los hindúes?

–Mons. Menamparampil: de manera general, los cristianos en la India, que son una minoría del 3% de la población, viven en buena armonía con otros creyentes, los hindúes y los musulmanes principalmente, aunque existan dificultades puntuales o locales, si los extremistas hindúes se muestran amenazadores o violentos hacia los cristianos.

En el noreste de la India, la situación es diferente. No existen antagonismos particulares entre hindúes y cristianos, al representar estos últimos al 13% de la población. Esta región de la Unión india no está tampoco marcada por los problemas ligados a la pertenencia de las castas, pero a cambio afronta conflictos interétnicos. El nordeste está constituido por un mosaico de pueblos y de grupos étnicos y puede suceder que un grupo se considere desfavorecido en relación a otro, y que su resentimiento se transforme en animosidad. Solo en Arunachal Pradesh, hay varias decenas de tribus o grupos étnicos diferentes. En el trabajo de promoción de la persona que la Iglesia realiza a través de sus escuelas, dispensarios o acciones de desarrollo, estamos siempre atentos a que nuestras instituciones estén abiertas a todos, católicos o no católicos.

Los católicos en Arunachal Pradesh consideran a los misioneros Nicolas Krick y Augustin Boury los mártires fundadores del cristianismo en su Estado. ¿Qué significado tiene esta conexión con estos dos padres de las Misiones Extranjeras de París?

–Mons. Palliparambil: usted lo sabe, ambos misioneros franceses Krick y Boury no iban a Arunachal Pradesh para implantar allí la Iglesia. El objetivo asignado por sus superiores fue llegar al Tíbet. Su muerte, de alguna manera, fué accidental e incierta. Y sin embargo, más de ciento cincuenta años después de su asesinato, su memoria perdura. Estamos en regiones de cultura oral y los antepasados, bisnietos de aquellos que mataron a los dos misioneros de camino hacia el Tíbet se volvieron cristianos, y reivindican la muerte de estos dos misioneros como sus antepasados en la fe. Hoy, varias instituciones, educativas y otras, llevan sus nombres y, como obispo de la diócesis de Miao, introduje una causa de beatificación en Roma porque sería muy significativo para esta joven Iglesia llevar a sus
altares a estos dos misioneros que acompañan el auge de la cristiandad.

Mons. Menamparampil: considero que lo que se vive actualmente en Arunachal Pradesh, desde hace treinta años, se eleva al orden de milagro. Los padres Krick y Boury no fundaron nada en Arunachal Pradesh, no predicaron allí el Evangelio, su fin era el Tíbet. No lo alcanzaron y sin embargo hoy la Iglesia florece allí dónde fueron asesinados. Así como lo subrayó el padre Rossignol, el papa Pablo VI, en su exhortación apostólica sobre la Evangelización en el mundo moderno (Evangelii Nuntiandi, 1975), escribía que la evangelización de todo servidor de la Misión en unión con la Iglesia, aunque estuviera solo, y perdido en un país lejano, «se relacionaba ciertamente, por informes de orden institucional, pero también por lazos invisibles y por raíces subterráneas del orden de la gracia, a la actividad evangelizadora de toda la Iglesia». A mi juicio, estas palabras describen muy ciertamente lo que se vive actualmente en la Iglesia en Arunachal Pradesh.

La Iglesia en Arunachal Pradesh es joven y en plena expansión. ¿Que puede decir a las Iglesias más antiguas, de donde partieron los misioneros Krick y Boury?

–Mons. Palliparambil: Antes mismo de pensar en los países de antigua cristiandad, la Iglesia en Arunachal Pradesh lleva sin duda un mensaje a la Iglesia en la India. En nuestro enfoque de la evangelización, estamos muy atentos a respetar la cultura de las tribus entre las que trabajamos, apoyándonos en lo que tienen de bueno en sus culturas. Entre los grandes valores de estos pueblos, encontramos una gran exigencia de honestidad y un sentido comunitario particularmente desarrollado. En la India de hoy, marcada por el fenómeno de la corrupción y un individualismo creciente, que viene de pueblos considerados como atrasados y marginales, una llamada que ama la honradez y el sentido de la comunidad me parece de gran sentido.

–Mons. Menamparampil: añadiría que estas comunidades católicas de Arunachal Pradesh aparecieron y se desarrollaron en un contexto marcado por las dificultades (la persecución de los comienzos evocada más arriba) y la ausencia de sacerdotes. Los laicos debieron dar prueba de creatividad para defender y propagar la fe que habían elegido. A menudo tenemos el sentimiento de vivir en Arunachal Pradesh hoy lo que está descrito en los Hechos de los Apóstoles. En el Evangelio de Marcos, cuando Jesús cura al paralítico, los amigos de este último no pueden acercarse a Jesús y toman la iniciativa de desmontar el tejado de la casa para hacerle descender cerca del que va a curarle. Aquella creatividad, la ponemos en práctica cada día en nuestra Iglesia. Porque somos una Iglesia muy joven, una Iglesia-niña, todavía no tenemos muchos sacerdotes. Los sacerdotes que ejercen su ministerio en las diócesis de Miao y de Itanagar son misioneros originarios de otras regiones de la India, la mayoría de las veces del sur del país (monseñor Jorge y yo mismo somos originarios de Kerala). Esperando que los sacerdotes locales sean ordenados (los primeros probablemente le serán de aquí a algunos años), los laicos deben mostrarse creativos. A mi juicio, hay un paralelo a establecer entre nuestra situación y la que vive hoy la Iglesia en Europa, dónde los sacerdotes son pocos y los laicos están llamados a asumir un lugar importante en la evangelización.

Para concluir, añadiría un recuerdo que me llena de optimismo y de esperanza para el futuro de esta Iglesia de Arunachal Pradesh: entre las 924 personas que fueron bautizadas el 2 de agosto de 1979 en el pueblo de Wanglat, había unos niños; entre ellos, una niña, que era bebé en esa época. Hoy, es religiosa de las Misioneras de la Caridad y ha sido enviada a Mongolia, donde contribuye, allá también, al crecimiento de una joven Iglesia. La misión continúa.

Traducido del francés por Raquel Anillo

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ZENIT Staff

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