India: Una respuesta novedosa a la soledad de los mayores

La diócesis de Thiruvananthapuram gestiona un centro de asistencia diurna

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THIRUVANANTHAPURAM, 5 nov (ZENIT.org).- La soledad ha dejado de ser una pesadilla para muchos s ancianos de la ciudad de Thiruvananthapuram, en India, gracias a una novedosa iniciativa dirigida por la diócesis: las residencias diurnas.

Cada mañana un grupo de ancianos y ancianas esperan con impaciencia delante de la ventana para ver si ya ha llegado el microbús que pasará a recogerles. Caras llenas de alegría saludan la llegada del conductor.

Los ancianos pasan el día haciendo ejercicio, cantando, rezando, jugando o viendo películas. Al final, cuando se despiden, se prometen encontrarse el próximo día.

Es el «Caring India», un centro de día que acoge a personas de más de 60 años. Es la única institución de este tipo en la ciudad de Thiruvananthapuram, donde muchas personas mayores buscan desesperadamente afecto y compañía.

La institución se inspira en «Caring International», creado por la doctora Ann J. Underland, en Nueva Jersey para asistir a los mayores a mantener una vida normal en comunidad.

La idea ha tomado pie en India por iniciativa del padre Samuel Verghese. El sacerdote recuerda el día en que fue a visitar a un anciano de 86 años confinado en su cama. Era viudo y nadie se ocupaba de él salvo una enfermera.

«Tenía tres hijos trabajando fuera –cuenta a la agencia católica de India, SAR News el sacerdote fundador y presidente de «Caring India»–. Llamé a cada uno de ellos y les pedí que dedicaran algo de tiempo a su padre. Me explicaron que no estaban en posición de poder ayudar a su padre. Estaban muy ocupados con sus trabajos».

Según la doctora Underland, la mujer que por primera vez creó en el mundo un servicio de este tipo, las residencias dedicadas a tiempo completo a los ancianos no tienen sentido en la actualidad. Los mayores no necesitan estar encerrados, requieren, según ella, apoyo comunitario para llevar una vida normal. En el contexto indio, especialmente, necesitan ser amados y cuidados, estando lo más cerca posible de sus familias.

«Hoy, la soledad es la mayor maldición de los mayores. Sus hijos están trabajando fuera; y después de jubilarse se les deja con demasiado tiempo entre las manos», opina el padre Verghese.

Las actividades del centro incluyen fisioterapia, oración, cantos y juegos. Se les ofrece también el almuerzo, preparado de acuerdo a las necesidades dietéticas de los miembros.

«Las familias de muchos de nuestros miembros han visto muy positivamente la idea de centros de día para los ancianos. Los mayores se sienten mental y físicamente saludables y los cambios de actitud han sido enormes. Muchos han salido de la depresión y ahora ven con más esperanza su propia vida», dice el padre Verghese.

George Mariamma, de 90 años, el más anciano del centro, dice: «El tiempo se hace interminable en las horas en las que el centro está cerrado. Con la brecha generacional, tenemos dificultad para intentar adaptarnos a los jóvenes. ¿Quién tiene hoy día tiempo para hablar con nosotros? Yo estoy muy feliz en el centro de día entre amigos de mi edad».

El centro es gestionado por una asociación caritativa presidida por el obispo Joseph Mar Irenaeus. «Tenemos un equipo retribuido, pero sería muy bueno que vinieran voluntarios a ayudarnos en nuestra empresa», dice el padre Verghese. El centro tiene ya planes de expansión entre los que se cuenta un club al aire libre para las personas mayores.

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ZENIT Staff

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