Indonesia: El Gobierno introduce la ley islámica en la provincia de Aceh

Una medida que busca frenar a las fuerzas independentistas

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YAKARTA, 5 dic (ZENIT.org).- En un intento por aplacar las protestas de los fundamentalistas islámicos, el Gobierno de Indonesia ha decidido aceptar la introducción de la ley islámica («sharia») en la provincia de Aceh.

Se trata de una concesión importante a esta provincia empeñada en la lucha por la independencia y equilibra el refuerzo de la presencia de la policía y la remoción de todas las banderas separatistas expuestas, ayer, para celebrar el 24 aniversario de la fundación del Movimiento por Aceh Libre, que marcó el inicio de la lucha por la independencia.

La declaración oficial de la sharia, según ha afirmado el gobernador de la provincia, Abdullah Puteh, debería hacerse cuando el presidente indonesio Abdurrahman Wahid visite Aceh, el 15 de diciembre, con motivo de una festividad islámica.

Concediendo la introducción de la ley islámica a una provincia, Yakarta de hecho viola el principio del Pancasila, basado sobre la convivencia de todas las religiones (aunque el Islam es claramente dominante) y fundamento de la República Indonesia.

La decisión tiene lugar en un momento en el que el fundamentalismo islámico amenaza zonas de Indonesia (las Molucas, donde en estos días otros cuatro cristianos han sido asesinados y decenas heridos a causa de los asaltos de integristas musulmanes) y ha llegado a hacerse escuchar en la misma Yakarta.

No está claro el que la medida calme las aguas en Aceh. La identidad religiosa de la provincia, que fue en el siglo XIII el primer alcázar islámico en Indonesia, es sólo un aspecto de las reivindicaciones separatistas. El verdadero problema es que la población es una de las más pobres de Indonesia, a pesar de que Aceh produzca un tercio del gas natural del país y 20.000 barriles de petróleo al día.

La ley islámica dice aplicar al dedillo el Corán y los Hadices, los Dichos del Profeta, recogidos por la tradición. Jurídicamente, la distinción en el Islam clásico entre religión y justicia no existe: Alá es el único legislador («shar´i», de donde deriva etimológicamente el término). La ausencia de códigos legislativos hace que únicamente existan cinco delitos graves con penas sumamente rígidas, que incluyen en algunos casos la pena capital: la apostasía, el trato sexual ilícito (fuera del matrimonio, es decir, adulterio), la injuria, la embriaguez y el robo o asalto violento.

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ZENIT Staff

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