Indonesia: los cristianos sufren nuevos atentados

En el segundo artículo sobre la persecución religiosa volvemos a examinar
la situación de los cristianos en el archipiélago indonesio. La pasada
Nochebuena, según informaba la BBC al día siguiente, varias iglesias fueron
objeto de atentados con bombas en un mínimo de siete ciudades diferentes,
con al menos 13 víctimas mortales. Según el presidente de Indonesia,
Abdurrahman Wahid, la oposición al régimen colocó las bombas «para
desestabilizar al Gobierno y crear pánico».

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Por su parte, el cardenal de Yakarta, Julius Darmoatmodjo, pidió a los
cristianos que no acusaran a nadie y todavía menos a otra religión.
«Incluso si supiéramos quien está detrás de las bombas, yo exhorto a los
cristianos a perdonar», dijo.

Según informes oficiales, las explosiones tuvieron lugar con pocos minutos
de diferencia en lo que parecía una campaña de terror preparada. Los
atentados coincidieron con los días finales del Ramadán, el mes santo
musulmán.

En Yakarta, donde las bombas afectaron a cuatro iglesias, además de la
catedral, hubo tres víctimas mortales. Otras tres, en la ciudad de
Pekanbau, en Sumatra. Otras cuatro personas que murieron eran policías que
trataban de desactivar una de las bombas colocadas en la isla de Sumatra.

La Conferencia Episcopal Católica de Indonesia expresó su dolor por lo
sucedido afirmando que «detrás de las explosiones hábilmente planificadas y
ejecutadas hay una fuerza muy organizada y con gran influencia, que cuenta
con una red estructurada y bien financiada».

Inestabilidad creciente

En un comentario, escrito en el «Sidney Morning Herald» (27 diciembre),
sobre el último ataque contra los cristianos, Louise Williams recordaba que
hace cuatro años el entonces líder islámico Abdurrahman Wahid (actual
presidente) pidió públicamente perdón por la quema de todas las iglesias
llevada a cabo por turbas de musulmanes, en la ciudad de Situbondo, al
este de Java.

En aquel momento, Wahid era el líder de la mayor organización islámica de
Indonesia, Nahdlatul Ulama, que cuenta con 40 millones de personas. Como
presidente, de nuevo ha pedido tolerancia pero aumentan las dudas acerca de
si la estabilidad se podrá mantener por mucho tiempo en Indonesia.

Williams relataba que, en los últimos meses, en la isla de Borneo, las
tribus dayak han vuelto a convertirse en «cazadores de cabezas» para
asesinar a colonos musulmanes. En las Molucas, grupos armados islámicos han
masacrado a cristianos que rehusaron convertirse. En la isla de Lombock,
turbas musulmanas han atacado iglesias y discotecas, obligando a la
evacuación de miles de turistas extranjeros. Y en las calles de Yakarta,
grupos islámicos han linchado a cristianos a la vista de la gente que pasaba.

Según el «Sydney Morning Herald», el problema para Wahid reside en la
estructura histórica de la sociedad indonesia. Durante el tiempo de la
colonización holandesa, a la principal minoría étnica de chinos cristianos
se les permitió comerciar y alcanzar una cierta prosperidad, mientras que
la mayoría malaya musulmana fue esclavizada en las plantaciones,
empobrecida y sin tierras.

Cincuenta años de independencia y las migraciones internas han borrado las
divisiones sociales pero, en muchas áreas, la raza, la religión y la
riqueza forman una explosiva falla estructural. Solamente el 4% de los
indonesios son de la etnia china pero se estima que controlan el 70% de los
negocios.

«Los Angeles Times» (27 diciembre) indicaba que Indonesia está siendo
redefinida con una creciente identidad islámica. En la transición a la
democracia, tras medio siglo de régimen autocrático, se ha dado una
explosión del número de escuelas islámicas, negocios, grupos cívicos y
otros medios.

Los nuevos partidos políticos islámicos del país, que tiene la mayor
población mundial musulmana, forman en la actualidad un poderoso bloque en
el Parlamento.

De modo que, un cuarto de siglo después de que fuera lanzado el resurgir
islámico en todo Oriente Medio, los centros del activismo se han movido. De
Indonesia, en el Pacífico, a Nigeria en el Atlántico; de Turquía, en el
Mediterráneo, a Pakistán, en el océano Indico, los movimientos con mayor
fuerza hoy están mucho más allá de la región donde esta religión fue
fundada hace casi 14 siglos.

El artículo comentaba que, durante la próxima década, la generación por
debajo de los 25 años, que es casi la mitad de la población indonesia de
216 millones, saldrá de los miles de las nuevas escuelas religiosas.

Antes de los atentados de Navidad, el «Wall Street Journal» (11 diciembre)
indicaba que la creciente fuerza de los grupos islámicos estaba debilitando
la capacidad de Wahid para gobernar Indonesia. El diario señalaba que los
grupos estudiantiles, organizaciones políticas y milicias islámicas se
habían multiplicado en los últimos meses. Las milicias dotadas de armas
rudimentarias y con nombres como «Ejército de Alá», «Fuerza de Choque
Hizbullah» y «Frente Juvenil Islámico» han cerrado, a menudo violentamente,
establecimientos que servían alcohol o implicados en prostitución. Los
mismos grupos milicianos siguen desplazando elementos hacia las islas
orientales de Indonesia para atacar a grupos cristianos en una serie de
incursiones que han producido ya miles de muertos en los últimos dos años.

El «Wall Street Journal» se preguntaba si Indonesia está pasando por una
revolución islámica contra Wahid. La respuesta, según la mayoría de los
analistas y expertos políticos indonesios, es que el Islam se está
convirtiendo en la mayor fuerza política y cultural del vacío de poder
dejado por Suharto en Indonesia. Los grupos militantes islámicos,
suprimidos durante los 32 años del régimen de Suharto, podrían provocar una
crisis en las fuerzas armadas. Mientras que sólo una pequeña minoría de los
cerca de 180 millones de ciudadanos musulmanes están en el campo radical,
los analistas indican que muchos elementos militantes están impulsando el
debate público sobre el papel del Islam.

Los líderes católicos piden ayuda

Según la agencia misionera Fides (5 enero), monseñor Petrus Canisius
Mandagi, obispo de las Molucas, ha enviado un mensaje al secretario general
de Naciones Unidas, Kofi Annan, pidiendo ayuda a la comunidad
internacional. «Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional en
nombre de los valores humanos, la dignidad humana, los derechos humanos, el
orden y la seguridad de la vida de la gente, para que ayude al Gobierno
indonesio a acabar con los hechos de salvajismo y violencia en las Molucas
y las conversiones forzadas», pedía el obispo.

Monseñor Mandagi afirmaba que el Gobierno indonesio «ha demostrado que no
es capaz de acabar con el conflicto en las Molucas» y que «la República de
Indonesia ha fracasado en garantizar y mantener la justicia y los derechos
humanos, con la falta de seriedad y constancia, honestidad e integridad».

La lucha en las Molucas empezó hace 23 meses, recuerda el obispo. Desde
entonces, se ha producido una escalada de violaciones de los derechos
humanos y del código civil, tanto por parte de la población como por las
autoridades e instituciones gubernamentales.

«Sólo recientemente –escribía el obispo– nos han llegado noticias sobre
la despiadada islamización en masa de los cristianos, tanto por la fuerza
bruta como no dejándoles otra elección. Estos hechos se han dado en muchos
lugares, incluyendo las islas de Buru y Ceram oriental, y más recientemente
en las pequeñas islas de Kasui y Teor. En Kasui, de los 692 católicos, al
menos 473 están todavía con vida y han sido islamizados. Nada se sabe sobre
la suerte de otros 219 católicos. En Teor, con 841 católicos, 142 han sido
islamizados, otros 300 han escapado a la isla Kei Kecil y unos 400
permanecen todavía en Teor. De manera que de los 1.533 católicos de las
islas Kasui y Teor, 615 han sido forzados a convertirse en musulmanes, o
han elegido la conversión antes que perder la vida. En estas islas, hay
cientos de protestantes cristianos que han sido convertidos al Islam de la
mis
ma manera. Todas estas personas necesitan urgentemente ser liberadas y
evacuadas de Kasui y Teor».
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Contenido provisto por SEMANA INTERNACIONAL
(c) Innovative Media, Inc.

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ZENIT Staff

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