Injusticia y falta de educación, «focos» de la violencia; según el Papa

Invita a los líderes políticos a atajar los conflictos desde sus orígenes

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CIUDAD DEL VATICANO, 6 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Si bien la injusticia no puede justificar la violencia o el terrorismo, Juan Pablo II consideró este jueves que la paz exige hoy superar las situaciones de pobreza y de falta de educación, «focos» de los conflictos actuales.

Por este motivo, el pontífice pidió a los líderes políticos y diplomáticos comprometerse a luchar «contra la miseria y la falta de formación espiritual, moral e intelectual de jóvenes».

El Papa pronunció estas palabras al recibir las cartas credenciales de diez nuevos embajadores ante la Santa Sede.

Se trataba de los diplomáticos de Bangladesh, Yibuti, Finlandia, Eritrea, Georgia, Lesotho, Ruanda, Islas Mauricio, Malí y Suiza.

«Nuestros contemporáneos están más marcados que nunca por el miedo, que viene al mismo tiempo de la situación inestable que experimenta el mundo y de la incertidumbre del mañana», comenzó constatando el Papa durante su encuentro con los embajadores.

«Parece que muchos no pueden mirar serenamente hacia su futuro, en particular los jóvenes, pues quedan turbados por los acontecimientos dramáticos que les ofrece el mundo de los adultos», añadió.

Ante esta situación, el obispo de Roma consideró que «les corresponde de manera particularmente especial a los responsables de las naciones y a sus representantes en el servicio diplomático comprometerse más que nunca y de manera cada vez más intensa en el camino del diálogo y de la cooperación internacional».

El objetivo de este compromiso, explicó, debe ser «erradicar todo lo que es fuente de conflicto y tensión entre grupos humanos y entre naciones».

«Ninguna cuestión particular, que tiene que encontrar siempre soluciones negociadas, debe imponerse al respeto de las personas y de los pueblos», explicó.

Según el Papa, la misión de los responsables políticos y los representantes diplomáticos debe traducirse en la practica en «eminentes actos de amor por el prójimo, realizados con el deseo de contribuir al bien común y a un mejor entendimiento entre personas y pueblos».

«Entonces –aseguró– podremos ofrecer a las generaciones que nos siguen una tierra en la que se puede vivir bien».

«Tenemos que recordar sin cesar que todas las injusticias que pueden experimentar nuestros contemporáneos, que las situaciones de pobreza, la falta de educación de la juventud se encuentran en el origen de muchos de los focos de violencia en el mundo», concluyó en su intervención conjunta a los nuevos embajadores.

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ZENIT Staff

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