Interrogantes clave a los que dedicarán su reflexión los círculos menores

El relator general del Sínodo, cardenal Wuerl, sugirió líneas de trabajo

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves 18 octubre 2012 (ZENIT.org).- Ayer en la décimosexta congregación general del Sínodo intervino el relator general cardenal William Wuerl, arzobispo de Washington, Estados Unidos. Leyó una relación después de las exposiciones de los participantes. Es la segunda relación y en ella el relator general sintetizó las intervenciones en las Congregaciones Generales y ofreció algunas líneas de orientación para facilitar la labor de los Círculos Menores. Publicamos a continuación el texto integral de la relación del cardenal estadounidense.

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Santo Padre, Padres Sinodales, Hermanos y Hermanas en el Señor,
«Seréis mis testigos» (Hch 1, 68).

El Sínodo sobre la Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe Cristiana empezó con la celebración de la Liturgia Eucarística en la Plaza de San Pedro. Nuestro Santo Padre nos ofreció su guía recordándonos que una de las ideas que aportó el Concilio Vaticano II, de gran importancia para la Nueva Evangelización, es el concepto de la llamada universal a la santidad y la manera en que todo cristiano es, por definición, protagonista en la tarea de evangelización. «Una de las ideas clave del renovado impulso que el Concilio Vaticano II ha dado a la evangelización es la de la llamada universal a la santidad, que como tal concierne a todos los cristianos (cf. Lumen gentium, 39-42)».

Los santos son evangelizadores que llevan la Palabra de Dios al mundo a través del testimonio de sus vidas. Dos ejemplos de este eficaz trabajo de inculturación del Evangelio son San Juan de Ávila y Santa Hildegarda de Bingen, ambos declarados Doctores de la Iglesia por el Papa Benedicto XVI al principio de este Sínodo.

Al inicio de nuestras deliberaciones en este Aula, el Santo Padre nos ofreció otras palabras que fueron de inspiración para nosotros. En su meditación durante la oración de apertura, el Papa Benedicto nos recordó que la confessio es el primero de los dos grandes pilares de la evangelización. Debemos saber y proclamar la verdad de Jesucristo. Pero el segundo de estos pilares es caritas, el amor. Sólo cuando vivimos la palabra inseparablemente del amor alcanzamos la evangelización tan deseada por este Sínodo. «La fe tiene un contenido: Dios se comunica, pero este Yo de Dios se muestra realmente en la figura de Jesús y está interpretado en la «confesión» que nos habla de su concepción virginal del Nacimiento, de la Pasión, de la Cruz, de la Resurrección» (Meditación, 8 de octubre de 2012).

También el 11 de octubre, en la celebración que proclamaba el inicio del Año de la Fe y recordaba el quincuagenario aniversario del comienzo del Concilio, el Santo Padre indicó otra importante dirección para nuestra labor: «Durante el Concilio había una emocionante tensión con relación a la tarea común de hacer resplandecer la verdad y la belleza de la fe en nuestro tiempo, sin sacrificarla a las exigencias del presente ni encadenarla al pasado: en la fe resuena el presente eterno de Dios que trasciende el tiempo y que, sin embargo, solamente puede ser acogido por nosotros en el hoy irrepetible» (Homilía, 11 de octubre de 2012).
Durante las últimas semanas hemos escuchado con atención las reflexiones sobre el significado de la Nueva Evangelización y cómo la Iglesia debe afrontar las preocupaciones que han llevado al Santo Padre a realizar esta llamada para una Nueva Evangelización. Las ponderadas intervenciones de los Padres Sinodales, como también de los Oyentes, los Delegados Fraternos y los Invitados Especiales, han enriquecido nuestras sesiones. El Ordo Synodi Episcoporum establece que es tarea del Relator General redactar una Relatio post disceptationem que resuma de la mejor manera posible los debates, para que la siguiente etapa del proceso pueda seguir adelante.

Las siguientes reflexiones quieren ser de ayuda al debate en los grupos lingüísticos (circoli minori) mientras preparan las propuestas que se presentarán al Santo Padre como conclusión de nuestro trabajo. Con estas observaciones incluyo también un número de puntos para su desarrollo. 

En esta relatio resumiré algunas de las observaciones presentadas en los siguientes puntos: 

1. La naturaleza de la Nueva Evangelización; 2. El contexto actual del ministerio de la Iglesia; 3. Las respuestas pastorales a las circunstancias actuales y 4. Agentes y participantes a la Nueva Evangelización. 

1. La naturaleza de la Nueva Evangelización

De los debates sinodales ha emergido de manera muy clara que el fundamento de la Nueva Evangelización para la Transmisión de la Fe es, sobre todo, la acción de la Santísima Trinidad en la historia. Dios Padre envía a Su Hijo, el cual trae consigo la auténtica Buena Nueva de quién somos en la potencia del Espíritu Santo. La Iglesia participa en este movimiento de Divina Autorrevelación que empieza con la Beata Virgen María cuando ésta, por la acción del Espíritu Santo, recibe en su vientre la Palabra de Dios que se encarna en ella para poder así donarse al mundo entero. Es la Palabra encarnada la que ofrece sus palabras de vida eterna a aquellos que tienen fe en él. Tras su muerte y Resurrección, Jesús envió a la Iglesia, su Esposa y nuevo Cuerpo, al mundo para que continuara su misión evangelizadora. 

«Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes… enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado» (Mt 28, 19-20).
Jesús nos ha liberado del poder del pecado y nos ha salvado de la muerte. La Iglesia recibe de su Señor no solo la extraordinaria gracia que él ganó para ella, sino también el mandamiento de compartir y dar a conocer su victoria. Estamos llamados a transmitir fielmente el Evangelio de Jesucristo al mundo. La misión principal de la Iglesia es la evangelización.

En su reflexión de apertura, nuestro Santo Padre nos recordó que la Iglesia ha tomado la palabra «evangelium» y la ha interpretado de una manera nueva y vivificante para que al proclamarla participemos en el ministerio profético de los apóstoles, de la Iglesia.

En la misma reflexión, nuestro Santo Padre subrayó la primacía de Dios en la evangelización. Dios es quien habla y actúa en la historia. Nosotros, gracias al fuego del Espíritu Santo, estamos llamados a trabajar humildemente con Dios a través de nuestra profesión de fe y amor, por medio de la cual la Palabra de Dios nos atraviesa para llegar a los otros.
La Iglesia no se cansa nunca de anunciar el don que ha recibido del Señor. El Concilio Vaticano II nos recuerda que la evangelización es el verdadero corazón de la Iglesia. En Lumen Gentium, texto fundamental y núcleo de la reflexiones conciliares sobre la vida de la Iglesia, los Padres Conciliares pusieron el énfasis en que «este solemne mandato de Cristo de anunciar la verdad salvadora, la Iglesia lo recibió de los Apóstoles con orden de realizarlo hasta los confines de la tierra» (17). 

El deber de anunciar la verdad salvífica no es solo responsabilidad del clero y los religiosos. Al contrario, este sínodo ha resaltado el importante papel de cada discípulo de Cristo en la misión de transmitir la fe. El debate ha acentuado esta participación crucial y vital de todo católico en la misión evangelizadora, sobre todo mediante la participación solícita y los dones de los fieles laicos. 

Pregunta 1. A través del bautismo, todos los cristianos reciben una llamada personal que les otorga la dignidad de ser evangelizadores. ¿Cómo puede la Iglesia fomentar en los bautizados una mayor conciencia acerca de su responsabilidad misionera y evangelizadora? 

«Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y por los siglos» (Heb 13, 8) y como tal, él hace «nuevas todas las cosas» (Ap 21, 5). Esta Buena Nu
eva incluye muchos momentos de evangelización. Uno de ellos es la misión ad gentes, es decir, el anuncio del Evangelio a aquellos que nunca han oído hablar de Jesucristo. Otro momento de la evangelización es la catequesis continua y el crecimiento de la fe, que normalmente forman parte del desarrollo cristiano. Y también está la Nueva Evangelización, que implica salir al encuentro de aquellos que, habiendo oído hablar de Cristo habían empezado a practicar la fe, pero por alguna u otra razón la abandonaron.

Pregunta 2. Una actividad urgente, que normalmente forma parte de la vida parroquial, incluye el primer anuncio de la fe y su desarrollo gradual. ¿Cómo puede la comunidad cristiana ser cada vez más consciente de la importancia de esta actividad catequística y educativa?

2. El contexto actual del ministerio de la Iglesia

Cuando empezaron nuestros debates, nos ayudaron mucho las reflexiones de los obispos que representaban a los cinco continentes quienes nos hablaron tanto de los desafíos como de la comunión de la Iglesia. Todas las intervenciones expresaron aspectos de la situación actual, haciendo referencia a los documentos sinodales de cada continente y a las exhortaciones apostólicas ofrecidas por ambos, el Beato Juan Pablo II y nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI. 

Aun siendo diferentes en los detalles, todos los continentes han manifestado la necesidad de una Nueva Evangelización en la medida en que sus propias culturas están siendo afectadas por el proceso de secularización, aunque de manera distinta según las áreas geográficas. 
Entre los signos de la Nueva Evangelización en África, América, Asia, Oceanía y Europa se incluyen las pequeñas comunidades cristianas en una gran variedad de formas, pues se han convertido en centros vivos de evangelización. La revitalización de las parroquias sigue siendo el centro de la renovación de la Iglesia. La acción del laicado es un desarrollo esencial y fecundo. Algunos han destacado también la fuerte tendencia a la globalización y sus efectos, especialmente sobre los jóvenes. Al mismo tiempo, todos han insistido en que el corazón de la Nueva Evangelización es Jesús. 

Una situación particularmente delicada surgió en las intervenciones sobre Oriente Medio. Se recordó la importancia de la presencia de los cristianos en esa zona y que los católicos han agradecido mucho la reciente exhortación Ecclesia in Medio Oriente y, sobre todo, la visita de nuestro Santo Padre a Líbano, que fue un testimonio muy apreciado por la Iglesia en esa parte del mundo dominada por la influencia musulmana. Se hizo también un esfuerzo evidente para promover el diálogo interreligioso como instrumento de paz. Se reconocieron también las dificultades a las que se tienen que enfrentar las comunidades cristianas.

La presencia del Patriarca Ecuménico, Bartolomé I; del Arzobispo de Canterbury, Dr. Rowan Williams y de los Delegados Fraternos, demostró el fuerte compromiso ecuménico de la Iglesia Católica. Esto fue también destacado por numerosos Padres Sinodales.

Pregunta 3. Muchas intervenciones dejaron claro que hay un consenso sobre el hecho de que éste es un momento de revaluación del ministerio de la Iglesia para que reconozca la nueva situación en la que ejerce su ministerio perenne de llevar el Evangelio de Cristo al mundo. ¿Cuáles han sido algunas de las experiencias fecundas de esta actividad?

Muchos Padres hablaron del secularismo y de la indiferencia hacia la religión como parte de la cultura en muchos lugares del mundo. Por esta razón, la Iglesia debe enfrentarse al reto de un mundo que busca en otros lugares su fuente de inspiración. 

Muchas intervenciones señalaron la gran ignorancia que existe acerca de la fe –incluso de sus elementos más básicos–, prevalente incluso en países con una larga historia cristiana. 

Pregunta 4. Frente a la disminución del conocimiento sobre el contenido de la fe y la falta de apreciación del mensaje evangélico, ¿qué nuevas iniciativas se han tomado para promover una formación clara, atractiva y completa, especialmente para los jóvenes? 

La globalización presenta algunos desafíos únicos. La emigración e inmigración de un gran número de personas ha causado su separación del contexto cultural, social y religioso de su fe. Muchos valores religiosos y humanos han sido eclipsados por el secularismo. 

Una gran parte de la cultura hodierna presenta una visión que debilita el tejido social de la sociedad. Algunos Padres han ofrecido ejemplos de violencia local, y otros han hablado de una disminución de la libertad religiosa. Todo esto constituye un desafío al que la Iglesia debe enfrentarse en muchas partes del mundo. 

Muchos Padres han hablado de la importancia de los medios de comunicación, especialmente de los nuevos medios electrónicos, mientras la Iglesia intenta llevar adelante su ministerio de anunciar la Buena Nueva. Algunos indicaron que no es suficiente presentar el cristianismo y los valores cristianos por internet o en películas religiosas. Es necesario entrar en el lenguaje de los nuevos medios de comunicación. La Iglesia necesita aprender el arte de la comunicación partiendo de la práctica real de la comunicación social moderna. 

Pregunta 5. El Sínodo ha destacado la seriedad de los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia hoy y que entorpecen la transmisión de la fe, entre ellos la ausencia de lo transcendente en una cultura secularizada. ¿Cuáles son algunos de los retos de la secularización y cuáles son algunos de los potenciales remedios existentes?

3. Las respuestas pastorales a las circunstancias actuales

Es necesario reforzar la idea de comunión eclesial, un vínculo con Dios y, por tanto, entre nosotros como Iglesia. Se ha corroborado la necesidad de recurrir a los sacramentos, en especial a los Sacramentos de Iniciación, al Sacramento de la Penitencia y, sobre todo, de poner en el centro la Eucaristía.

La necesidad primordial de nuestro tiempo es la renovación espiritual, que la Iglesia debe proclamar y efectuar. La renovación espiritual es el elemento más importante de la Nueva Evangelización en la medida en que implica la renovación del encuentro personal con Jesucristo y una catequesis que fomente nuestro crecimiento espiritual. 

Pregunta 6. La proclamación del Evangelio es, ante todo, una cuestión espiritual radicada en una relación personal con Jesucristo a través de la Iglesia. ¿Cómo puede la Iglesia crear espacios y momentos de encuentro con Cristo y mejorar la renovación espiritual, la conversión y la formación a la fe de los bautizados? 

Nuestra participación personal no se basa solo en nuestra determinación personal. 

La Primera Epístola de San Pedro nos lo recuerda: «Pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la palabra de Dios viva y permanente» (1 P 1, 23). 

El Espíritu Santo vivifica nuestro compromiso mientras intentamos descubrir de nuevo las verdades expresadas en el credo. El Espíritu nos fortalece mientras nos encomendamos a la vida de gracia y virtud prometida en los sacramentos. El Espíritu fortalece nuestra confianza mientras abrimos la profundidad de nuestro corazón para que sus dones reafirmen nuestra fe. La Nueva Evangelización debe inundar la sociedad en la que vivimos. La cultura es el ámbito de la Nueva Evangelización. La cultura hace referencia al ethos diario, a las distintas redes de comprensión y significado que dan lugar a muchas conexiones diarias entre la persona, la comunidad y la sociedad. La cultura es el vínculo vital que relaciona a la persona con la comunidad y a la comunidad con la sociedad.

En este sentido, se destacó la oportunidad de pr
omocionar el «Atrio de los Gentiles» como una gran contribución a la evangelización de la cultura. 

Otros han vuelto a recordar al Sínodo que el cuidado de los enfermos y de los que sufren es parte de la verdadera esencia de la evangelización. Los enfermos, las personas con minusvalía o necesitadas de cuidados especiales pueden ser también agentes de evangelización. 

Se volvió a insistir sobre la necesidad de destacar el papel de la Iglesia como verdadera presencia de Cristo en el mundo hodierno. La Iglesia no es ajena al plan salvífico de Cristo. Un número de obispos habló de la necesidad de reforzar el papel del Magisterio de la Iglesia en relación con los que están comprometidos con la enseñanza de la fe, ya sea a nivel de especulación teológica o enseñando a nivel de estudios primarios, secundarios o superiores, y en todas las expresiones de la catequesis. 

Pregunta 7. La vida cristiana se caracteriza por la transformación de toda la persona en respuesta a la llamada a la santidad. ¿Cómo puede ayudar la Iglesia a todos los bautizados para que vivan la fe cristiana y sean testigos del poder transformador de Dios en nuestra historia?
Entre las respuestas pastorales que recibieron más atención podemos mencionar el trabajo por la justicia social y la caridad como identificación de la vida y el ministerio de la Iglesia. La capacidad de la Iglesia para llevar adelante sus numerosas obras de amor, ya sea en el área de la justicia social, el servicio, la sanidad o la educación, fue vista como parte de su identidad y un signo para los otros, para que reconozcan la presencia activa de Dios en nuestro mundo. 

Pregunta 8. Ser testimonio de la caridad de Cristo, a través de las obras de justicia, paz y desarrollo, es parte de la Nueva Evangelización. ¿Cómo puede la rica doctrina social de la Iglesia anunciar y testimoniar mejor la fe? 

Muchos Padres Sinodales han hecho un llamamiento para un nuevo Pentecostés. Ven la acción de la Iglesia hoy, vivificada por el Espíritu Santo, como un reflejo de la energía de la Iglesia primitiva, cuando los apóstoles empezaron a traer a los primeros discípulos al Señor. Muchos de los Padres hablaron de la similitud entre esos primeros días de la Iglesia y nuestro momento actual. En este contexto, se sugirió que debería haber una consagración formal del mundo al Espíritu Santo. 
Las parroquias en el conjunto de toda la Iglesia son el lugar reconocido donde se desarrolla la mayor parte de la vida de la Iglesia. Se ha destacado varias veces la importancia de las parroquias en el desarrollo de la Nueva Evangelización, pues ellas son el «locus» donde tiene lugar una buena parte de la experiencia de la gente con la Iglesia.

Al mismo tiempo, se afirmó la importancia de las pequeñas comunidades de fe como lugares fundamentales para el trabajo de la Iglesia hoy, para hacer efectivo un nuevo Pentecostés. 

Varios Padres Sinodales insistieron en que estas pequeñas comunidades no deberían estar separadas de la más amplia familia parroquial. Cada pastor tiene que ser capaz de trabajar con toda la gente confiada a su cuidado, sin limitarse sólo a una parte de ella. 

Pregunta 9. Las parroquias y las pequeñas comunidades cristianas ocupan un puesto clave en la Nueva Evangelización. ¿Cómo pueden la parroquia y estas pequeñas comunidades de fe fomentar aún más y coordinar las iniciativas pastorales para la Nueva Evangelización? En la vida diaria, ¿cómo pueden convertirse en momentos de Nueva Evangelización las prácticas pastorales habituales de estas pequeñas comunidades cristianas? 

Hemos oído hablar de educación a la fe como punto de partida para la renovación o el refuerzo de la Nueva Evangelización, la reintroducción del mundo a Jesucristo. Algunos padres destacaron el elemento educativo, especialmente para los jóvenes, como constitutivo de la Nueva Evangelización, y nuestra manera de proyectarnos hacia el futuro para devolver a la gente a la experiencia de Cristo. Los Padres Sinodales subrayaron la necesidad de encontrar modelos prácticos y concretos para ofrecer a la gente joven una adecuada educación a la fe. Es particularmente evidente que estos momentos deben incluir la instrucción de los niños y adolescentes.

Pregunta 10. Desde la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, se han hecho muchos progresos en la renovación catequística. ¿Cómo puede la Iglesia diseñar un programa de catequesis que sea a la vez básico, completo e inspirador en la búsqueda de la verdad, la bondad y la belleza? 

Los jóvenes son el futuro de la Iglesia. ¿Cómo puede la Iglesia educarlos y catequizarlos mejor a la grandeza de una relación con Jesucristo a través de la Iglesia, desafiándolos a consagrar su vida plenamente a Él?
En esta perspectiva, algunos insistieron acerca de la necesidad de poner un mayor énfasis en el ministerio de la catequesis. Los catequistas pueden ser de gran ayuda para la Nueva Evangelización, especialmente en el contexto de las familias, pues son ellos quienes transmiten su fe a los niños. 

Pregunta 11. Los catequistas tienen un papel crucial en la transmisión de la fe. ¿Ha llegado la hora de dar a los catequistas un ministerio institucional y estable dentro de la Iglesia? ¿Cómo puede la Iglesia mejorar su ayuda a los catequistas en su importante ministerio? 
Los Padres Sinodales hablaron sobre la necesidad de reclamar la tradición kerigmática católica para transmitir la Palabra de Dios con audacia, a tiempo y fuera de tiempo, para reclamar la voz profética de la Iglesia, para discernir el signo de los tiempos que llama a la Nueva Evangelización y para participar en la proclamación y la experiencia de una respuesta católica a estos signos de los tiempos. 

En la misma perspectiva, algunos Padres Sinodales destacaron la importancia de la piedad popular como expresión de fe del pueblo de Dios. 

Hubo un considerable consenso sobre el valor de las peregrinaciones, especialmente a santuarios marianos. Este fenómeno ofrece una gran posibilidad de evangelización. 

Por ultimo, se ha reconocido que la Nueva Evangelización no es un programa del momento, sino un modo de mirar al futuro de la Iglesia, para comprometernos todos en la invitación, dirigida primero a nosotros mismos, de renovación de la fe, y después a todos aquellos que nos rodean, en la aceptación gozosa de la vida en Cristo Resucitado.

4. Agentes y participantes en la Nueva Evangelización

Se prestó atención al papel de la familia, pues ésta representa el instrumento a través del cual la fe se transmite, incluso en las situaciones más difíciles. Se debe promover la vida familiar, sobre todo hoy, cuando sufre tanto bajo la presión de la nueva visión secularizada de la realidad.

Pregunta 12. Como Iglesia doméstica, la familia es indispensable no solo para la transmisión de la fe, sino también para la formación de la persona humana. ¿Cómo puede la Iglesia mejorar su apoyo y guía a la familia en su crucial ministerio de proclamación del Evangelio, para que tenga además un papel más activo en la transmisión de la fe y los valores humanos? 

El Sínodo habló también sobre el papel fundamental de las mujeres en la vida de la Iglesia y, en especial, el lugar de la madre en la familia para la transmisión de la fe. 

Un impulso pastoral sistemático y coherente requiere una formación continua y permanente de los sacerdotes, en la comprensión de la proclamación gozosa del Evangelio en una época en que hay poca formación sobre el misterio de Cristo. 

Quienes se están preparando para el sacerdocio tienen que ser formados para entender la singularidad de su ministerio y su relación con la evangelización. También deben ser formados en el reconocim
iento que consagrarán sus vidas al servicio de la Iglesia como sacerdotes célibes. 

Pregunta 13. El sacerdote ocupa un lugar único en la evangelización y la transmisión de la fe. ¿Cómo puede la Iglesia promover un mandato imperativo misionero en el ministerio del sacerdocio? 

Muchos han destacado el papel del laicado en la labor de la Nueva Evangelización. A todos los niveles, ya sean en las áreas profesionales de la educación, la política, las empresas o en todas las áreas de compromiso de los laicos, es tarea de todo católico invitar a la gente a volver a la práctica de la fe. Esto se hace de palabra, pero también y principalmente con hechos, acciones y con nuestro modo de vida. 

Pregunta 14. El laicado es indispensable para la Nueva Evangelización. ¿Cómo puede la Iglesia integrar de manera más completa al laicado en la organización de la Iglesia local, para que los laicos, hombres y mujeres, participen con el sacerdote en la evangelización de la comunidad? 

Algunas intervenciones destacaron también el fenómeno migratorio, tan extendido actualmente. A menudo, cuando los católicos llegan a nuevos ambientes dejan de practicar su fe. Darles la bienvenida y acogerles en la comunidad puede ser una forma de Nueva Evangelización. 

La importancia de María, Madre de la Iglesia y de la Nueva Evangelización como modelo y patrona de nuestros esfuerzos surgió en varias intervenciones. Su fe nos empuja a responder del mismo modo. Fue por razón de su fe que la Palabra de Dios entró en nuestro mundo. Imitando a María, por medio de nuestra fe y testimonio en la vida del Espíritu, podemos provocar un cambio en el mundo en que vivimos. 

Nuestro trabajo ahora consistirá en determinar las propuestas que guiarán los esfuerzos de este Sínodo y que serán presentadas al Santo Padre como marco de referencia para su reflexión. Por esta razón, parece lo más adecuado enumerar una serie de puntos: 

1. La intervención gratuita en nuestra vida del amor de Dios se expresa de distintas maneras, pero en última instancia y de forma plena en su Palabra encarnada, Jesucristo; 

2. El don del Espíritu Santo ilumina nuestras mentes y fortalece nuestros corazones para aceptar la Palabra de Dios y vivir según ella; 

3. Cristo es el sujeto de nuestra fe y el encuentro personal con él nos invita a ser sus discípulos; 

4. Encontramos a Cristo en y a través de su Iglesia, su nuevo Cuerpo;

5. Cristo y su Evangelio están en el corazón de la proclamación de la Iglesia;

6. Todos los fieles, laicos, religiosos y clero están llamados a abrirse a un nuevo Pentecostés en sus vidas;

7. Transmitir el contenido de la fe, el credo, es tarea de todos, pero especialmente de las familias, las parroquias y las pequeñas comunidades; 

8. La parroquia es el lugar donde la mayoría experimenta la vida de la Iglesia; 

9. Algunos temas de la Nueva Evangelización incluyen la familia, el matrimonio, la formación de la fe, la libertad religiosa, la atención a los pobres y el papel del laicado y 

10. Deben mencionarse algunas expresiones prácticas de la labor evangelizadora de la Iglesia que parecen haber tenido éxito.

Conclusión

El crecimiento de la semilla necesita tiempo. La acción intencional y deliberada de un impulso diligente y sólido hacia los católicos inactivos a nivel personal plantará nuevas semillas, mientras renovamos nuestros esfuerzos para proclamar la Palabra de Dios y la transmitimos de nuevo a cuantos se han alejado de la Iglesia. 

El Sembrador nos confió las semillas. Ya conocemos nuestras dificultades, las tensiones, nuestra angustia, nuestros pecados y debilidades humanas. Sin embargo, él nos llama y coloca las semillas en nuestras manos y las confía a nuestro gobierno. La semilla es el principio de la fecundidad. Plantar la semilla nos llama a vivir la Palabra de Dios y a compartirla con alegría.

Que María, Estrella de la Nueva Evangelización y ejemplo para cada discípulo, misionero y evangelizador, interceda por nosotros para que el trabajo de este Sínodo dé frutos abundantes para la gloria de Dios y la salvación de todos los hombres y mujeres.
Gracias.

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ZENIT Staff

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