Intervenciones ante la Séptima Congregación General del Sínodo

Jueves 14 de octubre por la tarde

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes 15 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las intervenciones pronunciadas ayer jueves por la tarde, en la séptima Congregación general de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos.

 

* * * * *

PADRES SINODALES:


– P. Boulos TANNOURI, O.A.M., Superior General de la Orden Antoniana Maronita (LÍBANO)

La situación socio-política en Oriente Medio no tiene visos de mejorar. Por ello, la emigración es la elección más fácil para escapar de dicha situación. La Iglesia no debe limitarse a la lógica puramente humana; al contrario, inspirándose en el Evangelio, debe indicar la elección justa, aunque sea difícil: “Entrar por la puerta estrecha” dice el Señor. Por lo tanto, es deber de la Iglesia educar a sus fieles en la aceptación de la cruz, llevada con dignidad. Pero esta enseñanza no es el único medio para reforzar la fe y la esperanza de los fieles. Inspirada en el ejemplo del profetas Jeremías, que compra el campo a su primo cuando la ciudad estaba bajo asedio, la Iglesia está llamada a cumplir este tipo de acciones: acciones proféticas para dar esperanza a los fieles.

[Texto original: italiano]

– Mons. Chucrallah-Nabil HAGE, Arzobispo de Tiro de los Maronitas (LÍBANO)

Un combate solidario con los demás: la fundación ADYAN (Instr. Lab. 106).

El hombre en Oriente Medio, ya sea cristiano o de otra religión, está en situación de precariedad frente a los distintos males de orden político, económico, jurídico, social o moral (106). Frente a este estado de cosas, el cristiano no puede combatir solo, sino acompañado solidariamente por todos los ciudadanos.

La fundación ADYAN (religiones) me parece une ejemplo concreto y significativo de este combate común de los creyentes. Creada por cristianos y musulmanes libaneses en 2006, ADYAN pretende promover, a través de la acción, un conocimiento claro de las religiones, un enfoque integrador de la vida en común y la solidaridad entre los creyentes. También ofrece estudios interreligiosos y desarrolla investigaciones teológicas sobre el diálogo por una parte y, por la otra, crea redes interreligiosas donde los creyentes de distintas confesiones pueden encontrarse, unidos en la búsqueda de una compresión más justa de su fe y de una autenticidad de vida y de testimonio.

A través de sus programas educativos, la fundación ayuda a los jóvenes a asumir su fe de una manera personal. Además, contribuye al desarrollo de una moral social común fundada en el respeto a los derechos del hombre. Mediante sus películas, muestra modelos de solidaridad intercomunitarios.

Para consolidar las solidaridad espiritual desde la base, todos los años celebramos el acontecimiento de Asís de 1986, reuniendo a representantes de todas las religiones del país alrededor de valores espirituales tales como la paz, la reconciliación, etc. ADYAN, ¿no es para todos nosotros un signo de esperanza?

[Texto original: francés]

– Card. Peter Kodwo Appiah TURKSON, Presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz (CIUDAD DEL VATICANO)

1. EL CONOCIMIENTO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA:

De la lectura del Instrumentum Laboris de este Sínodo brota la necesidad de difundir el conocimiento del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia entre los cristianos, no sólo en los países del área medio-oriental. Por tanto, según el sentido del párrafo 26 (Instr. Laboris), se podría favorecer la utilización de la página web del PCJP como instrumento al servicio de las Iglesias locales para profundizar en el conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. A este respecto, el PCGP se compromete a completar la traducción en árabe del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

Teniendo en cuenta la intención del PCJP de instituir una escuela de verano en este Dicasterio, se podría pensar, además, en invitar e implicar a sacerdotes provenientes de Oriente Medio según el deseo manifestado en el párrafo 26 (Instr. Laboris). Otra iniciativa que el PCJP podría promover es la de llevar la Doctrina Social de la Iglesia directamente a Oriente Medio, organizando, por ejemplo, un simposio de presentación de la encíclica Caritas in Veritate.

2. LIBERTAD RELIGIOSA:

En el párrafo 37 se lee: “En Oriente, libertad de religión quiere decir generalmente libertad de culto…” etc. Considerando el tema del Mensaje para la Jornada de la Paz de 2011 (Libertad Religiosa, camino para la paz), convendría, antes de nada, reafirmar el hecho de que la libertad religiosa auténtica incluye la libertad de predicar y de convertir. Además, se ha de notar que en algunos países, el discurso sobre la libertad religiosa se mira siempre con desconfianza. Para estos, la libertad religiosa implica relativismo religioso, indiferentismo y negación del patrimonio religioso del país. La Iglesia Católica afrontó, hace años, el mismo problema con la interpretación de la declaración Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II (Declaración sobre la libertad religiosa). Pero como nos enseña el Papa Benedicto XVI, “La libertad religiosa no significa indiferentismo religioso y no comporta que todas las religiones sean iguales” (Caritas in Veritate, 55). De hecho, no existe ningún conflicto entre la libertad religiosa y la fuerte defensa de la identidad religiosa de una persona contra el relativismo. La libertad religiosa se refiere al privilegio (libertad) de un creyente, de formar, vivir y anunciar su experiencia religiosa, sin coacción del Estado, pero con la posibilidad de contribuir a la construcción del orden social.

Las Iglesias y las religiones minoritarias en Oriente Medio no deben sufrir, pues, discriminación, violencia, propaganda difamatoria (anticristiana), negación de permisos de construir edificios de culto y de organizar funciones públicas. En realidad, la promoción de las Resoluciones sobre la Difamación de las religiones en el marco de la Organización de las Naciones Unidas no debe limitarse al Islam (Islamofobia) en el mundo occidental. Debe incluir al Cristianismo (Cristianofobia: la religión y las comunidades de los creyentes) en el mundo Islámico.

Se puede también promover la adopción, siempre en el marco de la ONU, de una resolución sobre la Libertad religiosa, como alternativa a la resolución sobre la Difamación de las religiones.

3. EMIGRACIÓN:

En la sección relativa a la inmigración internacional en Oriente Medio, en concreto en los párrafos 49 y 50, se tratan unos temas que interesan especialmente a este PCJP:

– El tema de la inmigración, como fenómeno mundial (emigración e inmigración).

– El tema del trabajo decente para los trabajadores domésticos, que principalmente son mujeres.

Aquí se unen las exigencias ligadas al respeto de la dignidad humana, de los derechos humanos y los derechos de los trabajadores y las exigencias ligadas al respeto del credo religioso.

4. FORMACIÓN DE JÓVENES PROMOTORES DE LA PAZ:

Por último, en virtud de tantas hostilidades presentes en el área medio oriental, el párrafo 69 subraya la importancia de “formar a los jóvenes para que superen estas barreras y hostilidades internas, y para que vean el rostro de Dios en cada ser humano, para colaborar juntos en la edificación de una ciudad común acogedora”. El PCJP podría privilegiar, en la elección de becarios y participantes en las escuelas de verano, a estudiantes provenientes de Oriente Medio quienes, una vez de vuelta a su patria, pueden actuar como portavoces de un mensaje de paz entre los jóvenes, como operadores de la paz (Cfr. Laura Villanueva y su Peace Field Japan).

Para terminar, como se afirma en el párrafo 115, el mayor
testimonio que los cristianos pueden dar en campo social, en Oriente Medio como en las restantes partes del mundo, es el de la gratuidad del amor hacia el hombre. La invitación al don y a la gratuidad por parte del Papa Benedicto XVI en la encíclica Caritas in Veritate es, en realidad, una invitación a asumir una actitud fraternal, una actitrud para promover el crecimiento del prójimo, una actitud para la búsqueda del bien común.

[Texto original: italiano]

– Raymond MOUSSALLI, Protosincelo del Patriarcado de Babilonia de los Caldeos (JORDANIA)

Somos parte de la historia y de la cultura de esta región medio-oriental y si llegáramos a estar obligados a abandonarla, perderíamos nuestra identidad en la próxima generación. Por esto espero que desde el Sínodo surja la necesidad de establecer una colaboración más estrecha entre los jefes de las distintas Iglesias en el diálogo recíproco con los hermanos musulmanes moderados. Como sabemos, nuestras iglesias, con el clero en Iraq, están siendo agredidas. Existe una campaña deliberada para echar a los cristianos fuera del país. Existen también planes satánicos de los grupos fundamentales extremistas, no son sólo contra los cristianos en Iraq, sino contra los cristianos en todo Oriente Medio.

Los cristianos caldeos católicos constituyen la mayor parte de la comunidad de refugiados que tiene como referencia el vicariato del Patriarcado de la Iglesia Caldea. Hay alrededor de 10.000 personas, además hay asirios, sirios, armenios y alrededor de otras 10.000 personas que viven en Jordania y 350.000 musulmanes iraquíes refugiados en condiciones de extrema pobreza y sin ninguna esperanza de volver a la tierra de sus antepasados. Viven desde hace años en situaciones de gran tribulación que terminan, con frecuencia, en verdaderos actos de persecución. Como Iglesia estamos comprometidos con Caritas, la misión Pontifical, otras organizaciones (en distintos ámbitos: educación, catecismo, salud, sociopastorales, etc.) pero nuestros medios son limitados. La mayor parte de la comunidad de refugiados nos ha entregado algunos documentos que contienen testimonios escritos dirigidos a representaciones diplomáticas de países occidentales (de manera particular, Estados Unidos y Australia) y a la Oficina de Amman del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) con el fin de obtener el reconocimiento del status de refugiados. Según sus fuentes, están registradas alrededor de 50.000 personas.

Deseamos sensibilizar a “la comunidad internacional para que no permanezca en silencio frente a la masacre de los cristianos de Iraq y a los países de tradición católica, para que hagan algo por los cristianos iraquíes, comenzando por la presión sobre el gobierno local”. Estamos atravesando un tiempo catastrófico por la emigración de las familias y la pérdida de nuestro pueblo que habla aún la lengua aramea pronunciada por nuestro Señor Jesucristo.

[Texto original: italiano]

– Mons. Edmond FARHAT, Arzobispo titular de Biblos, Nuncio Apostólico (LÍBANO)

Aparte en Oriente Medio no somos un “pequeño resto”, aunque el término sea bíblico, está conclusión es muy alentadora. Nosotros no somos el pequeño resto, sino la mano tendida de la Iglesia que comunica con su fuente de Agua Viva y testimonia su gozo a los hermanos más alejados.

Su lugar y su misión no dependen ni de la benevolencia de algunos, ni de la tolerancia de otros. Me permito aquí hacer dos consideraciones, una sobre el pasado y la otra sobre el futuro de los cristianos en Oriente Medio.

El pasado reciente nos ha hecho vivir grandes pruebas de fe que el documento no duda en denominar como “la no resolución del conflicto árabe-israelí y el no respeto del derecho internacional, el egoísmo de las grandes potencias y el no respeto de los derechos humanos” (Cfr. N.118), con todas las consecuencias negativas que ello conlleva, como la emigración y el desánimo.

Hoy, la situación en Oriente Medio es como la de un órgano vivo que ha recibido un transplante que no logra asimilar, sin que haya especialistas que lo puedan curar. Como último recurso, el Oriente árabe musulmán ha dirigido sus ojos hacia la Iglesia, creyente, porque internamente cree que ella es capaz de obtener justicia. Pero ese no fue el caso. Está decepcionado y tiene miedo; su confianza se ha convertido en frustración y ha caído en una crisis profunda. El cuerpo extraño, no asimilado, lo carcome y le impide ocuparse de su estado general y de su desarrollo. Gran parte del Oriente Medio musulmán está en crisis. No puede hacerse justicia a sí mismo. No encuentra aliados ni en el plan humano, ni en el plan político, mucho menos en el plano científico. Se siente frustrado. Lucha.
Su frustración ha tenido como consecuencia las revoluciones, el radicalismo, las guerras, el terror, el llamado (da’wat) a volver a las enseñanzas radicales (salafiyyah). El radicalismo, queriendo únicamente vengarse recurre a la violencia. Cree tener una mayor repercusión si ataca a los cuerpos constituidos, siendo la Iglesia el más frágil y accesible. Al no conocer la noción de gratuidad, acusa a la Iglesia de tener segundas intenciones, de proselitismo, de ser cómplice de las potencias imperialistas. De Iraq a Turquía, de Pakistán hasta la India, se han multiplicado las víctimas, que no son mas que inocentes y benévolos servidores (Mons. Luigi Padovese y Andrea Santoro en Turquía; el abogado asesinado junto a su familia en Pakistán; Mons. Clavarie y los religiosos y religiosas de Argelia; los sacerdotes, religiosos y fieles inocentes, asesinados durante la guerra del Líbano). Todos ellos blancos fáciles.

Para el futuro, el texto nos recomienda no tener miedo. Esto no quiere decir que seamos indiferentes; pero es el momento de la purificación y de los dolores del parto, también en la sociedad musulmana. Depende de nosotros continuar nuestro camino en dichas condiciones. Es nuestra misión. Es un papel que nadie puede desempeñar por nosotros. Es hablar, no solo de Dios todo poderoso, sino de Jesucristo, su hijo, en árabe. No solamente no debemos tener miedo, sino que debemos transmitir el mensaje a las generaciones futuras. La Iglesia en Oriente Medio, bañada por la sangre de sus mártires, animada por los maestros, santos y bienaventurados, florecerá como la Viña del Señor y dará muchos frutos.

Hoy, la Iglesia es víctima de injusticias y calumnias. Como en el Evangelio, muchos parten, otros se cansan o escapan. Los frustrados y los desesperados se vengan sobre los inocentes. Detrás de los asesinatos físicos y de los fracasos más desgarradores, está el pecado. Es ese “poder anónimo al cual sirven los hombres, por el cual son atormentados los hombres e incluso masacrados” como nos dijo el Santo Padre al inicio de nuestros trabajos (Reflexión del Santo Padre, Primera Congregación General, 11 de octubre de 2010).

Cuando Jesús murió “el velo del templo se rasgó en dos, la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron” (Mt 27,51). El Mal creyó que había vencido. En el momento de su resurrección y de su victoria sobre la muerte, llegó el alba discreta. Él se levantó silenciosamente, movió la piedra sin hacer ruido, no había testigos. La Vida no necesita testigos. Él es el Maestro y el Señor y hará lo mismo por la Iglesia en Oriente Medio.

La acción de Dios continúa en la historia. La Iglesia en Oriente Medio vive ahora su camino de cruz y de purificación, que lleva a la renovación y a la resurrección. Los sufrimientos y las angustias del presente son el llanto del recién nacido. Si duran es porque este tipo de demonios que tormentan nuestra sociedad solo se alejan con la oración. ¡Quizás no hemos rezado lo suficiente!

[Texto original: francés]

– Mons. Youssef ABOUL EL KHER, Obispo de Sohag de los Coptos (REPÚBL
ICA ÁRABE DE EGIPTO)

I. Introducción

A nivel de todas las Eparquías e Instituciones educativas eclesiales, se han hecho esfuerzos comunes para encargarse de la preparación de los catequistas a nivel personal, a nivel de la vida y a nivel de la Iglesia con el fin de asumir la responsabilidad del servicio de la catequesis.

II. Diferentes ámbitos de trabajo en áreas al servicio de la educación religiosa.

1.Los institutos de educación religiosa

En todas las Eparquías se han abierto institutos de educación religiosa.

2. Una comisión encargada por el Consejo de los Patriarcas y Obispos católicos se encarga de preparar y publicar un único libro de educación religiosa destinado al conjunto de confesiones católicas en Egipto.

3.Un sacerdote y un laico de la Iglesia Católica participaron en el Comité formado por el Ministerio de Educación y Enseñanza en Egipto para actualizar los métodos de enseñanza cristiana.

4. La Secretaría General de las escuelas católicas se ocupa de seguir y formar a los profesores de primaria que de ellas dependen, y que tienen la responsabilidad de la educación cristiana.

III. Desafíos y dificultades

1.Las situaciones económicas preocupan a las familias, consideradas como piedra angular y lugar primordial en donde crece la semilla de la fe.

2.Los medios de la tecnología moderna y de la información atraen a los niños a los jóvenes y conllevan un cambio en la escala de las virtudes evangélicas.

3.El fanatismo religioso y confesional y las seducciones son múltiples para atraer a la minoría católica. Al mismo tiempo, las dificultades confesionales focalizadas alrededor de cuestiones litúrgicas como las del nuevo bautismo y el impedimento de la comunión no se ocupan de lo esencial, creando escándalo y dispersión.

4. La superficialidad del programa escolar, la ausencia o la debilidad de actitud de los profesores de educación religiosa o de las demás materias, que enseñan sin interés.
IV. La perspectiva futura

1. Es necesario unificar, aún más, los esfuerzos al servicio de los catequistas a todos los niveles, perseverando en la redacción y la publicación de libros de contenido unificado.

2. La apertura del corazón y la liberación del fanatismo religioso y confesional ofrece la oportunidad de crear trabajos comunes y de centrarse en lo que une.

3. Es necesario ocuparse, aún más, de los jóvenes, acompañándoles para que estén al día en lo concerniente a los cambios de nuestro tiempo, a partir de las virtudes evangélicas.
“ frecuentaban a diario el Templo (…) alababan a Dios y eran queridos por todo el pueblo. (Hch 2,46-47).

[Texto original: árabe]

– Mons. Grégoire Pierre MELKI, Obispo titular de Batne de los Sirios, Exarca Patriarcal del Patriarcado de Antioquía de los Sirios (JERUSALÉN)

A petición de la Asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa, hablaré de la emigración y de Tierra Santa. El fenómeno de la emigración existe desde siempre. En el caso de Tierra Santa, nos limitaremos a la situación que, desde el siglo XIX, prevalece hasta hoy.

Las causas han sido siempre las mismas, políticas y económicas. Y mientras el conflicto palestino-israelí no se resuelva, no nos sorprendamos si vemos más cristianos que toman el camino del éxodo. Siendo ésta la primera causa de emigración, el conflicto en cuestión debería reunir a los bandos opuestos de forma que las instancias internacionales trabajen por una solución equitativa y duradera.

Por otra parte, es necesario subrayar otros factores que han contribuido a la disminución del número de cristianos en Tierra Santa: la baja natalidad, el matrimonio a una edad no tan joven, la reunificación de las familias, la continuación de los estudios superiores en el extranjero, etc. Y las divisiones políticas y religiosas existentes son también un motivo válido.

Aunque sea beneficiosa en ciertos aspectos para los países que acogen a nuestros emigrantes, la emigración constituye un duro golpe tanto para la presencia y el testimonio cristiano en Tierra Santa como para la vida socio-política en general, pues priva a los países de origen de unas posibilidades que habrían podido acelerar el progreso y el desarrollo.

Esta situación nos afecta a todos. Es necesario hacer algo. Algunas propuestas:

– hacer un llamamiento a las instancias internacionales para que presionen a las partes implicadas con objeto de encontrar una solución rápida del conflicto- hacer un llamamiento a las Iglesias presentes para que puedan obrar seriamente en el camino del acercamiento y la unidad

– poner en marcha más proyectos concretos y comunes como alojamientos, creación de empleos, hospitales, etc.

– atender pastoralmente a los cristianos africanos y asiáticos presentes entre nosotros.

[Texto original: francés]

– Mons. Paul DAHDAH, O.C.D., Arzobispo titular de Are de Numidia, Vicario Apostólico de Beirut de los Latinos (LÍBANO)

En el texto Instrumentum laboris, los fundamentos teológicos, trinitarios, cristológicos y eclesiológicos de la comunión eclesial están expresados claramente. Ellos son la base de la vida sacramental y del compromiso de los bautizados en las actividades necesarias para el crecimiento de la Iglesia en la fidelidad y la santidad y para el desarrollo de las obras de servicio y testimonio en el seno de la sociedad de los hombres. Ellos son también el punto de referencia de la legislación que rige las relaciones entre los miembros de las Iglesias, jerarquías y fieles, entre las Iglesias católicas y con las Iglesias hermanas.

El texto menciona los organismos eclesiales ya instituidos para favorecer y desarrollar la comunicación entre las Iglesias orientales católicas a nivel global, luego a nivel de los patriarcados y por último de las eparquías. Destaca el papel primordial del patriarca después del obispo para favorecer la comunión, la cohesión, la unidad en la diversidad. El texto no deja de subrayar la “grave responsabilidad espiritual y moral” de los ministros de Cristo y de las personas consagradas” (n. 58).

En apariencia, se dicho todo, todo está claro, pero el texto sugiere que la realidad está lejos del ideal presentado y que aún hay mucho por hacer para llevar a cabo la comunión. El organigrama de las instituciones eclesiales y la legislación que regula estas estructuras parecen perfectas, pero ¿esta bella máquina funciona? En el n. 55 se lee: “para promover la unidad en la diversidad, es necesario superar el confesionalismo por lo que puede tener de limitado o exagerado, animar el espíritu de cooperación entre las diversas comunidades, coordinar las actividades pastorales y estimular la emulación espiritual y no la rivalidad”. Se lee más adelante: “muchos fieles esperan, por parte del clero y de los religiosos, una mayor sencillez de vida, un desapego real en relación con el dinero y las comodidades del mundo, una práctica edificante de la castidad y una pureza de costumbres transparente”.

El texto nos parece tranquilizador y tímido, pero se lee una clara denuncia de los daños que causa el confesionalismo y el clericalismo, las mezquindades, el afán de lucro, la búsqueda de poder, de bienestar y de títulos por parte de miembros del clero y religiosos y religiosas que se comportan sin complejos como funcionarios y notables. Estos comportamientos no pueden sino traer aparejados el escándalo, la desintegración de la comunión, la desafección y la crítica a la Iglesia y la religión cristiana, favoreciendo sectas de todo tipo.

En situaciones pastorales particulares, los fieles hacen frente a unas actitudes problemáticas del clero que conciernen concretamente a la comunión eclesial:

-la práctica dominical en la iglesia más cercana, cualquiera que sea la cercanía (local, afectiva, lingüística, etc.);


la celebración del matrimonio en la Iglesia de la novia y no en la del novio;

-la catequesis y la primera comunión en otra parroquia que no sea la parroquia ordinaria por cuestiones de lengua y cultura;-el pasaje de un fiel a otra Iglesia católica;

-las tarifas a veces excesivas exigidas por los sacramentos (bautismo, matrimonio, etc.);

En estas situaciones y en otras, el clero y los religiosos manifiestan con frecuencia que no han comprendido qué es la “comunión eclesial”.

[Texto original: francés]

– Mons. Ruggero FRANCESCHINI, O.F.M. Cap., Arzobispo de Esmirna, Administrador Apostólico del Vicariato Apostólico de Anatolia, Presidente de la Conferencia Episcopal de Turquía (TURQUÍA)

La pequeña Iglesia de Turquía, a veces ignorada, ha tenido su triste momento de fama con el brutal asesinato del Presidente de la Conferencia Episcopal Turca, Mons. Luigi Padevese. En breve, deseo cerrar este desagradable paréntesis borrando las insoportables calumnias que han hecho circular los mismos organizadores del crimen. Porque se trata de esto: de homicidio premeditado, por los mismos poderes ocultos que, pocos meses antes, el pobre Luis había indicado como responsables del asesinato de Don Andrea Santoro, del periodista armenio Dink y de los cuatro protestantes de Malatya; es decir, una oscura trama de complicidad entre ultranacionalistas y fanáticos religiosos, expertos en estrategia de la tensión. La situación pastoral y administrativa del Vicariato de Anatolia es grave. Los motivos son:

1 – las divisiones dentro de la comunidad cristiana, ya frágil de por sí

2 – la gestión de la economía de todo el Vicariato por parte de la secretaria del difunto Obispo

3 – la verdaderamente grave escasez de personal misionero

¿Qué pedimos a la Iglesia? Sencillamente lo que ahora nos falta: un Pastor, alguien que lo ayude, los medios para hacerlo, y todo esto con razonable urgencia.

El peso de la gestión extraordinaria de esta situación ha sido, hasta ahora, sostenido exclusivamente por la Arquidiócesis de Esmirna.

Somos una Iglesia muy antigua, tan pobre como rica de unas tradiciones comparables sólo con las de Jerusalén y Roma. No empezaremos justo ahora a lamentarnos o a llorar necesidades, no es nuestra costumbre, y no queremos, ni siquiera con el pensamiento, revindicar una atención especial debido al asesinato del Presidente de nuestra Conferencia Episcopal; pero ciertamente, nuestra gente y quien ha derramado su sangre merecen una atención particular.

Disculpen el desahogo; les rogamos que compartan con nosotros esta situación que puede ser superada, en breve, al menos en dos aspectos: el nombramiento de un nuevo pastor y un apoyo económico.

El envío de personal misionero depende, evidentemente, de otros factores que pueden necesitar tiempos más largos, pero esto no debe inducirnos a creer que sea una aspecto menos urgente.

La Iglesia de Anatolia está en riesgo de supervivencia, y esta es una situación de la cual les hago partícipes con un tono de gravedad y urgencia. Quiero, sin embargo, tranquilizar a las Iglesias vecinas, en especial a las que son perseguidas y ven a sus propios fieles transformarse en prófugos, que como Conferencia Episcopal Turca estamos abiertos a la acogida y la ayuda fraterna, más allá de nuestras posibilidades; así como estamos abiertos a toda colaboración pastoral con las Iglesias hermanas y con los musulmanes de laicidad positiva, por el bien de los cristianos, de los pobres y de los numerosos prófugos que viven en Turquía.

¡Que la cuna de la Iglesia de los orígenes pueda ser la casa de la de la Iglesia unida!

[Texto original: italiano]

AUDITORES:

– Rita MOUSSALLEM, Miembro del Movimiento de los Focolares (Obra de Maria) (LÍBANO)

La Obra de María, o Movimiento de los Focolares, está presente en Oriente Medio desde 1967. Está enraizada en la cultura del lugar, en estrecha comunión con la Iglesia universal y con las iglesias locales, bajo el amparo y la bendición de los Patriarcas y Obispos de la zona. Tiene unos 15.000 miembros y afiliados católicos de distintos ritos.

Impulsada a re-evangelizarse continuamente mediante el contacto vivo con la Palabra de Dios, intenta afrontar los dolores y los desafíos de Oriente Medio a la luz de aquella. Siguiendo las enseñanzas de la Iglesia, sus miembros se comprometen a testimoniar el Evangelio en la sociedad donde viven. La espiritualidad de comunión que la caracteriza la lleva a vivir la experiencia del Resucitado entre los suyos, que infunde valor ante los innumerables desafíos. No son pocas las familias que, tentadas por la emigración, gracias al apoyo de la comunidad han decidido permanecer en sus países para construir, junto a los demás, un futuro mejor. Son muchas las historias de perdón y reconciliación que sirven de estímulo a tantos. Jesús crucificado y abandonado, fuente inagotable de amor y vida nueva, es para sus miembros respuesta y camino, medio insustituible para difundir una cultura de la Resurrección.

Numerosos hermanos ortodoxos comparten con los miembros católicos de la Obra de María su espiritualidad. Cada uno en su propia iglesia, estrechamente unidos por la caridad de Cristo, viven y obran juntos para cumplir el testamento de Jesús: “para que todos sean uno” (Jn 17, 21).

Con algunos musulmanes y judíos se vive una profunda experiencia de diálogo de vida y de experiencia religiosa, viviendo y trabajando juntos por la fraternidad universal y la paz.

[Texto original: italiano]

– Saïd A. AZER, Miembro del Pontificio Consejo para los Laicos (REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO)

Miles de jóvenes y adultos, miembros de más de veinte movimientos apostólicos, así como del Camino Neocatecumenal, participan vivamente en los servicios de la Iglesia en Egipto, por medio de la Palabra de Dios y la celebración de los santos sacramentos.

Pero deben enfrentarse todos los días a continuas tentaciones, lo que amenaza su fe.

Los desafíos más importantes que tienen que afrontar los miembros de estos movimientos son:

– la emigración, como consecuencia de una fe superficial;

– la prensa e internet;

– un mundo que se dirige hacia una “cultura de la muerte”, como dijo Su Santidad el Papa Juan Pablo II. Ejemplos de ello son los matrimonios homosexuales, el divorcio exprés, el aborto, el ataque continuo a la familia cristiana;

– a muchos cristianos ya no les interesan las liturgias, y no escuchan;

– la misa del domingo no es suficiente para el crecimiento de la fe;

– el perdón y la conversión son valores que ya no existen en la vida de cada día;

– la falta de unidad entre los miembros del clero y una formación humana y espiritual a veces inaceptable son, a menudo, causa de escándalo;

– la inmersión de los jóvenes en un ambiente anti-evangélico.

La solución para hacer frente a estos desafíos es que los miembros de estas comunidades tomen conciencia del sentido de su presencia, del valor de su misión y de su vocación cristiana hacia la Iglesia y el país en el que viven. El Camino Neocatecumenal, por ejemplo, es una experiencia viva de sus miembros, que han anulado la idea de emigración, de jóvenes que han abandonado la droga, de matrimonios reconstruidos y la apertura a la vida en cuanto al número de hijos, de miles de chicos y chicas jóvenes que, en todo el mundo, han ofrecido su vida para las vocaciones sacerdotales y los monasterios, así como la comunión con otras iglesias.

[Texto original: francés]

– Naguib KHOUZAM, Director General del «SETI Center» – Caritas Egipto (REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO)

Contribución cualitativa cristiana.

En el párrafo 115, en el ámbito social nuestro testimonio más importante es el amor c
omplementario para el ser humano, y esto puede verse en las instituciones educativas: escuelas y universidades, comités e instituciones para el desarrollo, proyectos económicos, centros de formación, centros de salud. Todos ellos deben ser accesibles a todos, sin distinción de género, credo o nivel social o económico, centrándose sobre todo en los más necesitados y los desplazados.

Este testimonio de la Iglesia exige:

1 – calidad a través del compromiso, para asegurar la calidad mediante criterios específicos que nos indiquen la calidad de estas contribuciones, y a través de la monitorización y la evaluación; todo ello en el espíritu de la llamada a la perfección;

2 – refuerzo mediante la ayuda a nuestros asociados, que trabajan con nosotros, y una buena distribución de las responsabilidades, mediante una institución continua focalizada en el espíritu de trabajo y las necesarias capacidades;

3- responsabilidad a través de la tolerancia, estableciendo las bases y la práctica de premios y sanciones; esta responsabilidad debe estar a todos los niveles.

Sugerencias para el testimonio de la Iglesia Católica en el mundo social:

1 – Pedimos a la Iglesia que declare la guerra a la pobreza y la ignorancia.

2 – La Iglesia debe hacer todo lo posible para llevar a cabo la igualdad, la justicia y la defensa de la dignidad humana y los derechos para todos los seres humanos.

3 – Se pide a la Iglesia que ayude a las nuevas generaciones a comprometerse hacia su país, mediante el desarrollo de la sociedad.

4 – Se pide a la Iglesia que trabaje en el ámbito social a través de la potenciación de la calidad y la responsabilidad.

[Texto original: árabe]

– Hna. Karima TAMER HENDY AWAD, R.B.P., Superiora Provincial de las Religiosas de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor (REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO)

La Iglesia de Oriente Medio está más preocupada que las demás por la conservación de su vocación principal, que consiste en desarrollar vocaciones santas; y esto es así porque de Oriente llegó el anuncio del Evangelio y también en Oriente, en los desiertos de Egipto, aparecieron las primeras semillas de las vocaciones y el inicio de la vida eremítica, origen del monaquismo, con sus grandes fundadores: Antonio, Macario y Pacomio. La pastoral apostólica de las vocaciones nace del corazón mismo de la identidad de cada congregación y de su espiritualidad. La Iglesia es consciente de las numerosas necesidades del mundo y del papel apostólico que debe cumplir. Precisamente por esto se ocupa de la pastoral de las vocaciones y de su descubrimiento, y pide a nuestras congregaciones que hagan este trabajo apostólico dándole el derecho de ser conocido con respeto. La Iglesia también está convencida de que Cristo mismo llama a quien mejor considera, porque Él sigue llamando hoy como ayer y se sirve de nosotros para que transmitamos su mensaje a los corazones.

El objetivo de la pastoral vocacional es el de ayudar al joven a descubrir su propia vocación en la vida cristiana, ya sea en la vida matrimonial o monástica, y a descubrir los medios para responder a este llamado. Si el joven descubre su vocación para la vida consagrada, la Iglesia debe entonces ayudarle a escoger una misión determinada. Él entonces colaborará con la Iglesia para ayudar a los jóvenes a discernir la voluntad de Dios y su proyecto en sus vidas. En efecto, si los jóvenes buscan una espiritualidad sólida, hoy se enfrentan al problema de la falta de criterios con respecto a las virtudes y la conducta que deben seguir. Hay una brecha amplia entre el nivel científico de los jóvenes y su situación a nivel físico, cristiano y afectivo, como consecuencia de la disolución de la familia. Por este motivo el discernimiento de las vocaciones se ha convertido en un problema arduo.

La pastoral de las vocaciones debe ser eclesial, es decir, debe formar parte de una planificación pastoral de conjunto, abierta a todas las vocaciones, y también comunitaria, en lo que se refiere a las comunidades monásticas y sacerdotales.

[Texto original: árabe]

– Prof. Marco IMPAGLIAZZO, Titular de Historia Contemporánea de la Universidad de los Estudios para los Extranjeros de Perugia, Presidente de la Comunidad de San Egidio (ITALIA)

Es en interés de las sociedades musulmanas que las comunidades cristianas estén vivas y activas en el mundo de Oriente Medio. Un Oriente Medio sin cristianos significaría la pérdida de una presencia interna en la cultura árabe, capaz de revindicar el pluralismo con respecto al Islam político y la islamización. Sin ellos, el Islam estaría más solo y será más fundamentalista. Los cristianos presentan una forma de resistencia a un “totalitarismo” de carácter islámico. Su permanencia en Oriente Medio sirve al interés general de las sociedades de la región y del Islam.

Entre los cristianos y Oriente Medio hay una necesidad de seguridad para el futuro. Esta seguridad no vendrá de la protección occidental. Ya se ha visto en la historia dolorosa de Iraq.

La “seguridad” viene del reconocimiento de la mayoría de los musulmanes. No sólo del reconocimiento de los derechos, sino también del consenso social y cultural que exprese la voluntad de vivir juntos. Este proceso exige a las comunidades cristianas que sean “minorías creativas”.

Benedicto XVI ha afirmado: “Normalmente son las minorías creativas las que determinan el futuro y, en este sentido, la Iglesia católica debe entenderse como una minoría creativa”.

No es oportuno decir: nosotros somos poco numerosos, no debemos ser demasiado exigentes. La Iglesia no existe sin misión, una dimensión a la cual no puede renunciar. La perspectiva de la minoría creativa indica una salida: la de la creatividad. La creatividad elimina el miedo. No viene del número, del poder político. La creatividad viene del amor y tiene que ser cada vez más imitación de Jesús. ¡Debemos amar más! También ser fieles a la Tradición es ser creativos. En Oriente Medio no sólo hay que defender un pasado cristiano, sino también una visión de futuro que se debe afirmar a partir de la convicción de que los cristianos tienen una vocación histórica: comunicar el nombre de Jesús, vivirlo y, también, obrar para construir de manera creativa una civilización del vivir juntos que el mundo entero necesita. Existe aquí el deber del diálogo. Hablo en nombre de la Comunidad de San Egidio, la cual desde 1986 sigue haciendo realidad la intuición que tuvo Juan Pablo II en Asís, cuando reunió a los líderes religiosos y los invitó a rezar juntos por la paz, con la convicción de que de la fe religiosa pueden surgir grandes energías de paz. Hay un aspecto espiritual de la paz, que es el fin de la guerra, pero que es también el arte de vivir juntos en armonía. Las Iglesias en Oriente Medio pueden ser las artífices de una civilización del vivir juntos, un ejemplo a nivel mundial, en la medida en la que ellas reintegren y reivindiquen con voz alta y fuerte el sentido de su misión.

[Texto original: francés]

– Prof. Sobhy MAKHOUL, Secretario General del Exarcado Maronita Católico de Jerusalén, del Territorio de la Autoridad Palestina y de Jordania (ISRAEL)

– He descubierto que el cristianismo no es ante todo una religión, sino el acontecimiento histórico, singular e irrepetible, de la Encarnación del Verbo de Dios: Jesucristo.

– Reconocer este evento es fácil, como reconocer el rostro de un amigo entre la multitud. Porque cada hombre ha sido creado para este encuentro: como Juan y Andrés, la Samaritana, Zaqueo y el centurión.

– Hoy, como en cada rincón del mundo, en este mundo “después de Cristo y sin Cristo”, como ha escrito C. Pèguy, también nosotros, cristianos de la Tierra Santa de Oriente Medio, necesitamos encontrar aquí y ahora la mirada de Cristo para volver a
partir de Él. Todo el resto nos será dado de más, necesitamos renacer, como Nicodemo, para volver a encontrar la alegría y el gusto por nuestra vida y así poderla mostrar a todos aquellos que nos encontremos.

– Recordemos, efectivamente, que nosotros ya somos luz del mundo y sal de la tierra, y que cada hombre y todos los hombres esperan a Cristo, como nos ha recordado Juan Pablo II en su Encíclica Redemptor hominis.

– El cristiano está llamado en el mundo a reconocer la presencia de Cristo y partir de Él para afrontar cada circunstancia. De lo contrario, los problemas aparecerán siempre inexorables y sin solución. Nuestro punto de partida y de juicio es original: el Señor presente en Su Iglesia, aquí y ahora. Sólo así podemos ser verdaderamente útiles al mundo.

– Ausencia de Paz: consecuencia obvia de la ausencia de justicia en Oriente Medio. Las potencias mundiales que se vanaglorian de ser defensoras de la paz y de los derechos humanos, son las primeras que sacrifican a los débiles y a las minorías en la mesa de las negociaciones por sus intereses políticos y económicos.

– En la realidad política mundial actual, el único garante de la presencia cristiana es la Santa Sede, por lo que pedimos más insistencia y dinamismo en este aspecto.

[Texto original: italiano]

– Jacques F. EL KALLASSI, Director General de Télé-lumière y Presidente del Consejo de Administración Noursat (LÍBANO)

-La información es el primer poder, el arma del siglo, origen primero del conocimiento.

-La necesidad urgente de construir una estrategia nueva y universal de la información.

-La información tiene el deber de educar a los jóvenes cristianos y musulmanes.

-Fomentar el espíritu de aceptación del otro, el espíritu de la libertad, libertad de pensamiento, libertad de expresión, la libertad de la mujer.

-Dar a conocer, mediante la información, que los cristianos son una minoría tiene como objetivo, no solo que los cristianos salgan de Oriente, sino también que eliminen la civilización cristiana de la historia.

-La información es el inicio del cambio.

-La primera introducción al cambio y a la prosperidad consiste en ocuparse del hombre.

-La información debe decir que las religiones y los Estados, al igual que los regímenes, todos deben estar al servicio del hombre y no el hombre a su servicio.

-La información debe conseguir que la presencia cristiana en Oriente no sea algo por nosotros mismos, sino una fidelidad a nuestras propias patrias, una comunión con el otro y una apertura hacia él.

-La información deber conseguir que cada pueblo tenga el derecho de conocer su patrimonio y cultura histórica, conservándola.

-La información puede poner límites a la violencia y al terrorismo- al desorden en la seguridad- a la droga y a la cultura de la muerte – a las violaciones contra la naturaleza.

[Texto original: árabe]

– Pilar LARA ALÉN, Presidente de la «Fundación Promoción Social de la Cultura» (ESPAÑA)

Durante mi primer viaje a Líbano en 1992 me dí cuenta de la situación del país y de los cristianos y se la referí a Monseñor don Álvaro del Portillo, entonces prelado del Opus Dei, quien me respondió que ese era uno de los argumentos que más le preocupaban al Papa Juan Pablo II. En 1996 tuve ocasión de mantener una conversación con Su Santidad Juan Pablo II, quien me dijo que Líbano es una tierra de mártires y que “mientras haya santos, habrá cristianos”. Me pidió también que trabajara para ayudar a los cristianos de Tierra Santa a no abandonarla, para que no se convirtiera en un museo.

Actualmente la Fundación está presente en 41 países y 4 continentes. En los 5 países de Oriente Medio, nuestra zona prioritaria, ya hemos sacado adelante 98 programas que han movido más de 60 millones de euros.

Después de estos años de experiencia en el campo, querría hacer algunos comentarios sobre la situación. En Oriente Medio asistimos a la desaparición de enteras comunidades cristianas, ante la indiferencia del mundo entero, especialmente Europa. Al mismo tiempo la guerra forma parte de la vida cotidiana; la pobreza no es la única causa de los conflictos, lo es más bien el factor religioso. Por último, los cristianos siguen viviendo en torno a sus Iglesias, aunque a veces se trata de un simple formalismo social.

La conclusión es que la presencia de los cristianos es fundamental para la paz y la reconciliación, pero ellos deberían actuar sin excluir la religión de la vida pública, como ha ocurrido en Europa, porque no es nada útil para el desarrollo. Los valores religiosos nos permiten progresar a nivel social y personal al mismo tiempo. Por consiguiente, los cristianos deben adecuar sus comportamientos a su credo, superar el odio y los rencores y buscar el perdón. No deberían predicar, con palabras, el mensaje evangélico y, con los hechos, la venganza y la lucha armada.
Todos tienen la obligación de buscarse una formación que les permita adquirir las condiciones idóneas para progresar en la vida profesional y cristiana.

[Texto original: francés]

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ZENIT Staff

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