Intervenciones en la Novena Congregación General del Sínodo de Oriente Medio

Tarde del 15 de octubre

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 16 octubre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos las intervenciones pronunciadas ante la Novena Congregación General del Sínodo de Obispos de Oriente Medio que se celebró en la tarde del viernes, 15 de octubre.

* * *


– S. Em. R. Card. William Joseph LEVADA, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CIUDAD DEL VATICANO)

Mi intervención se centrará en la noción de la Tradición viva de la Iglesia como nos enseña la Constitución sobre la Revelación Divina Dei Verbum, del Concilio Vaticano II, y en la comprensión del papel del Papa en la Tradición Apostólica, con referencia al nº 78 del Instrumentum laboris.
En el nº 8 de la Dei Verbum, el Concilio enseña que «esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas». Como nos recuerda el Beato John Henry Newman, beatificado en Inglaterra el mes pasado, esta tradición viva conoce una verdadera evolución de la doctrina para poder responder a las nuevas cuestiones surgidas a lo largo de los dos milenios de historia de la Iglesia, como la Comunión de los discípulos del Señor. El Cardenal Newman, mediante su estudio sobre los Padres de la época Patrística y los primeros Concilios Ecuménicos, encontró precisamente la Tradición viva que le llevó a abrazar la plenitud de la fe en la Iglesia Católica.
No han faltado ejemplos de esta evolución en nuestras discusiones durante este Sínodo: pensemos en la Declaración Nostra Aetate, que proporciona una base nueva para las relaciones actuales con Judíos y Musulmanes. Pensemos también en la discusiones del Sínodo referentes a la libertad religiosa y la libertad de conciencia, que tienen su punto de partida en la Declaración Conciliar Dignitatis humanae. El Papa Benedicto XVI ha dado su propia contribución a esta evolución constante mediante sus intervenciones en favor de la interacción entre fe y razón en el debate político y público, argumentando con convicción que los modernos estados seculares o «laicos» necesitan la importante voz de la religión para asegurar sus límites éticos. En su plena aplicación de las enseñanzas del Vaticano II ha insistido en la necesidad de continuar con la Tradición como condición de una comprensión verdadera y fiel de las enseñanzas del Concilio y, por tanto, de la evolución de la doctrina.
Estas observaciones pueden ser útiles cuando examinamos la enseñanza de la Iglesia sobre el Romano Pontífice, Obispo de Roma. Esta doctrina ha seguido una trayectoria evolutiva única desde que Jesús proclamó: "Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16, 18). Varios Padres Sinodales han hecho referencia a la cita de la Encíclica de 1995 Et unum sint, a propósito de la cual el Instrumentum laboris afirma que el Papa Juan Pablo II admitió «la responsabilidad de encontrar una forma de ejercitar el primado de modo tal que, sin renunciar de ningún modo a lo que es esencial a su misión, se abra a una nueva situación teniendo presente la doble tradición canónica latina y oriental» (cfr. n. 78).
Posteriormente, la Congregación para la Doctrina de la Fe impulsó la realización de un simposio teológico para estudiar con mayor detalle esos aspectos del papado que son esenciales para la fe de la Iglesia. Además de publicar las actas de este simposio, la Congregación publicó también en 1998 un documento sobre este argumento titulado «El primado de Pedro en el Misterio de la Iglesia».
Recientemente, nuestra Congregación ha estado considerando convocar unas Comisiones Doctrinales de los Sínodos y las Conferencias Episcopales de las Iglesias Orientales y las Iglesias Orientales sui iuris para discutir asuntos doctrinales de interés mutuo. En este contexto, desearía prever un estudio y un intercambio de opiniones útiles sobre cómo el ministerio del Sucesor de Pedro, con sus características doctrinales esenciales, podría ser ejercitado de modo distinto según las diferentes necesidades de tiempo y lugar. Este es un capítulo de la eclesiología que necesita ser estudiado y completado con mayor profundidad.
Estas reflexiones teológicas, sin embargo, no sustituyen el testimonio vital que los católicos de Oriente Medio dan a sus hermanos ortodoxos y musulmanes sobre cómo se desarrolla la doctrina de la Iglesia en la Tradición Apostólica viva, guiada por el don de Cristo del Espíritu Santo en el Magisterio de la Iglesia en todas las épocas.
Este Magisterio incluye, necesariamente, el papel del Papa como cabeza del colegio apostólico de los obispos, junto al mandato de Cristo de confirmar a sus hermanos en la unidad de la fe (cfr. Lc 22,32) para que «todos sean uno» (Jn 17,21).

[Texto original: inglés]

– S. E. R. Mons. Krikor-Okosdinos COUSSA, Obispo de Alejandría de los Armenios (REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO)

Oración
» nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5, 2-5).
Santo Padre,
Beatitudes y Eminencia,
Hermanos sacerdotes, monjes, hermanas y laicos,
en mi intervención trataré los números 120 a 123, que hablan de la esperanza.
Ser «con la alegría de la esperanza, constantes en la tribulación, perseverantes en la oración» (Rm 12,12).
En la alegría de la esperanza, la paciencia en la tribulación y la asiduidad en la oración, compartimos las experiencias y la reflexión sobre nuestro compromiso en el interior de nuestras
Iglesias a nivel patrimonial, cultural, histórico, teológico, litúrgico y espiritual de una manera distinta, compromiso que deriva de nuestras tradiciones litúrgicas puesto que estamos invitados a hacer de esta variedad un medio para enriquecer nuestras distintas sociedades y para fortalecer la unidad de la Iglesia de Cristo y testimoniar la fe, la esperanza y la salvación.
En esta región del mundo ha caminado Abraham, nuestro padre en la fe y con él toda su descendencia. Es en Abraham que todo cristiano está llamado a responder a la llamada de Dios y a abandonarse a Él para apuntar a la vida verdadera.
En esta tierra, Dios ha llevado a cabo el diseño de su Amor, nos ha enviado a su único Hijo, Jesús el Nazareno, para salvar al mundo y agrupar a los hombres dispersos.
En Cristo se han cumplido todas las promesas divinas, se ha vencido la muerte y confirmado nuestra esperanza.
Desde Oriente se han elevado las luces del Evangelio.
Desde Oriente se han elevado el renacimiento de la Evangelización y de la misión.
Gracias a esta misión hemos aprendido a construir nuestras iglesias y conventos, nuestras casas, nuestras escuelas y nuestras instituciones, por encima de los hombres, del sol y del viento.
No vivimos en grutas o en subterráneos aislados para que todo hombre, sea cual sea su religión o cultura, vea claramente lo que hacemos. Nuestras ventanas son grandes y están hechas con un cristal transparente «y la luz brilla en las tinieblas» (Jn 1,5).Nuestro testimonio y nuestra comunión se hacen a través de esta labor sobre la tierra, donde la Providencia divina ha querido que nosotros vivamos llevando a cabo nuestra vocación, nuestra fe y nuestra misión.
Esta región ha estado sujeta al peligro más grande al que podemos enfrentarnos. Ella oscila entre la guerra y la paz y en ella podemos buscar una nueva forma de relaciones internacionales más respetuosas de los derechos del hombre, de los pueblos y de su libertad.
La convivialidad la eleva sobre todas las divergencias para que se reencuentr
en los unos con los otros, con los musulmanes y los judíos.
A veces nos sentimos amenazados por el miedo, la desesperación y la persecución, y nos olvidamos que nuestra presencia cristiana está vinculada a la dimensión de nuestra fe y su profundidad. El desafío fundamental para nosotros es nuestra propia realización como testigos del Redemptoris hominis en nuestra vida, mediante nuestras palabras y nuestras obras ante nuestros hermanos no cristianos.
A pesar de ello, nos preguntamos: ¿qué sentido tiene este Oriente si todos estamos ausentes? Mi intervención es un mensaje de esperanza dirigido a los cristianos, para que vean en Oriente la fuente de la esperanza de Cristo que ha nacido, ha sido crucificado y ha resucitado.
El arma del Cristianismo no se construye en las fábricas y no sale de la tierra para tomar una forma, una dimensión o un color cualquiera.
El arma del Cristianismo es la caridad. Consiste en construir puentes entre el hombre y su hermano para que no haya ni cercano ni lejano. Y si el hombre puede descubrir esta arma, se descubre a sí mismo y conoce, entonces, su posición. Y cuando la conoce la ama, y cuando la ama, se entrega y cuando se entrega, se afianza y cuando se afianza, se estabiliza y cuando se estabiliza, está exento de todo vicio y de toda calamidad.
Nuestra esperanza es vivir en paz. Tendamos entonces nuestras manos a los musulmanes y a los judíos con una esperanza cristiana y una vida nueva. Digamos a los judíos: dejen de matar a los inocentes y no olviden lo que dice el Talmud: en cada hombre veo a Dios.
Tendamos la mano a nuestros hermanos musulmanes en la esperanza de una convivialidad que permita construir una sola nación, una sola sociedad regida por la caridad, la fraternidad, la comprensión y el diálogo.
La Iglesia anuncia la caridad y combate la iniquidad y el fanatismo. Propaga la educación y no trabaja para ella misma, sino para la Gloria de Dios, el Supremo y confirma la esperanza.
Deseamos, gracias a este Sínodo, poder llegar a realizar el deseo de no detener el trabajo en favor de la esperanza buscada, y esto a pesar de las pruebas y dificultades que nos rodean, porque el testimonio y la comunión maduran sólo en las calamidades y las vicisitudes cuyo fruto es la caridad.

[Texto original: árabe]

– S. E. R. Mons. Yasser AYYASH, Arzobispo de Petra y Filadelfia en Arabia de los Greco-Melquitas (JORDANIA)

Antes que nada, dirigimos nuestros más sinceros agradecimientos a su Santidad el Papa Benedicto XVI que nos ha reunido en este sínodo especial sobre la Iglesia Católica de Oriente Medio: comunión y testimonio; es una bendición especial para la Iglesia Católica y para los cristianos de Oriente Medio. Los Padres de la Iglesia se reúnen para estudiar, orar y realizar las esperanzas de los fieles.
Con mi intervención, quisiera llamar su atención sobre algunas cuestiones pertinentes sobre la Iglesia católica y los cristianos en general en Jordania. A pesar de la coyuntura actual en los países de Oriente Medio y en particular de Palestina, Jordania, bajo la guía de Su Majestad el Rey Abdallah II Bin Al Hussain, goza de paz, serenidad, estabilidad y de moderación. Estas realidades nos ayudan a asumir nuestro verdadero testimonio en Cristo. En Jordania recordamos las dos visitas históricas del Papa Juan pablo II y del Papa Benedicto XVI, y la calurosa bienvenida que les fue reservada a Sus Santidades en Jordania y Tierra Santa. Le agradecemos al Papa Benedicto XVI por su caridad y su atención especial a la Iglesia de Oriente Medio, que invita a los fieles a testimoniar más su fe en sus propias países, y a permanecer en Tierra Santa, tierra de amor y paz.
Nuestro testimonio cristiano se manifiesta a través de:
1. Escuelas, hospitales y asociaciones caritativas que prestan un servicio con caridad, sin discriminación alguna, de igual a igual tanto a cristianos como a musulmanes, en ámbito educativo, ético y científico.
2. Celebramos nuestras oraciones y nuestros ritos completos en nuestras iglesias y parroquias sin dificultad alguna. También en el pleno respeto de la ley, podemos adquirir y construir iglesias, escuelas y otros establecimientos.
3. Desde hace más de cuarenta años, los cristianos celebran la Pascua de acuerdo al calendario oriental y Navidad según el calendario occidental, juntos, católicos y no católicos.
4. Se enseña catequesis en las escuelas cristianas y en algunas escuelas privadas, pero no en las escuelas oficiales, a pesar de los múltiples intentos para lograrlo. Existe más de un programa educativo. Yo quisiera un programa educativo unificado para los fieles de la Iglesia Católica y preferiblemente para todos los cristianos.
5.Los cristianos participan activamente en la vida práctica en ámbitos diferentes. Su papel es eficaz, sólido y está reconocido.
6. La emigración sigue siendo un grave problema con repercusiones negativas y también positivas. La emigración puede ser interna o dirigida hacia los países de la diáspora, sin olvidar a los inmigrantes que llegan a Jordania para trabajar a causa de las guerras recurrentes. La Iglesia local ha ofrecido el ministerio pastoral y humanitario de acuerdo a sus capacidades. Las razones para emigrar son siempre las mismas: políticas, de seguridad, económicas, la búsqueda de un futuro mejor…la «persecución religiosa» es una causa raramente mencionada.
7. No hay un diálogo Islamo-cristiano oficial a nivel nacional. A este respecto, se lleva a cabo, con regularidad, un encuentro entre Jordania y la Santa Sede. Esperamos que el Consejo de las Iglesias de Oriente Medio pueda superar la dura prueba a la cual se enfrenta, al servicio del testimonio y de la unidad cristiana.
8. Hay muchos casos de apostasía hacia la religión islámica. Las causas son diferentes y en ningún caso están relacionadas con la fe. Son raros los casos de apostasía hacia la religión cristiana.
9.Una mayor cooperación mutua, unificación de los esfuerzos comunes y verdadera caridad, nos darán el valor y la fuerza para que nuestro testimonio dé fruto, gloria a Dios y arraigue al cristiano a su tierra y a su fe. Gracias.

[Texto original: árabe]

– S. E. R. Mons. Mansour HOBEIKA, Obispo de Zahleh de los Maronitas (LÍBANO)

Querría centrar mi intervención en algunas cuestiones puramente prácticas, en vista de unas soluciones prácticas, como desearían nuestros fieles:
-Desde que los cristianos están emigrando masivamente muy a su pesar de Oriente Medio, su problema ya no es simplemente el del ejercicio de ciertos derechos, sino el de gozar del derecho a vivir en su tierra natal. El objetivo del sínodo debería ser en primer lugar el de ayudarles a conservar este derecho. Habría que interceder a su favor ante las grandes potencias en nombre de los derechos del hombre, y ante los países en los que viven en nombre del Islam.
-Nuestros jóvenes suelen ser los más obligados a viajar al extranjero para ganarse la vida. La Iglesia de Líbano, que ya ha hecho mucho, tiene que seguir movilizándose para aligerar, aunque sea poco, la gravedad de esta crisis. La solución sería la de dar a los jóvenes unas parcelas de tierras en forma de arrendamiento enfitéutico de 99 años. En estas tierras lotizadas así, los jóvenes podrían construir tanto casas como fábricas o cualquier otro proyecto comercial.
-Líbano está considerado como la escuela de Oriente Medio, la universidad de Oriente Medio y el hospital de Oriente Medio. Este sector privado, administrado mayoritariamente por la Iglesia, cuesta siempre muy caro.
La Iglesia, especialmente interesada en estimular los nacimientos, podría comprometerse con sus instituciones a aligerar las tasas escolares del tercer o cuarto hijo de una misma familia, creando con este fin un fondo de ayuda; o también pidiendo al Estado con más insistencia que incluya en los presupuestos oficiales, total o parcialmente, el coste de la enseñanza privada.
Por otra parte, en lo que se refiere a los hospitales, habría que encontrar
para las familias unas pólizas de seguros a bajo coste en las compañías de seguros homologadas o directamente administradas por la Iglesia.
-En cuanto a las oportunidades de trabajo para los jóvenes, condición sine qua non para que se queden en Líbano, sería indispensable que se movilizara la diáspora cristiana de origen libanés en todo el mundo y que se animara a invertir en Líbano para crear empleo.
Ciertas decisiones equivocadas en política han causado oleadas de emigración que habrían podido ser evitadas. Para que estos errores graves no se repitan, las autoridades eclesiásticas podrían desempeñar juntos un papel de mayor importancia para impedir estas tomas de posición indebidamente arriesgadas.
Estas medidas, por modestas que sean, contribuirán sin duda a reforzar la presencia cristiana en Líbano y otras partes, a aumentar la resiliencia de las familias en las coyunturas económicas difíciles y a animar a los jóvenes a que se casen y formen una familia.

[Texto original: francés]

– Corep. Yusuf SAĞ, Exarca Patriarcal de Antioquía de los Sirios (TURQUÍA)

Me honra, en calidad de Vicario General de los Siro-Católicos de Turquía, presentarles la realidad de la situación de nuestra Iglesia y de los hijos de nuestra confesión, que incluyen más de 1.500 personas en la ciudad de Estambul, que agrupa a sus hijos procedentes de la ciudad de Mardin, sede patriarcal hasta finales de la primera guerra mundial, y de Diarbakar, Edesa y Iskenderun y las montañas de Tur Abdin y de Antioquía.
A este número hay que añadir no menos de trescientas personas, repartidas en distintas regiones, proveniente de Iraq, de los tiempos de la guerra de Iraq-Irán en 1980. Hasta hoy llegan y parten hacia los países de la diáspora. Y siendo nuestros hijos los nuevos llegados de la ciudad de Estambul, en búsqueda de bienestar y seguridad, hemos conseguido tener, con el apoyo de la Iglesia latina, una iglesia y una sede en el convento de los Jesuitas, tras haber llegado al acuerdo con el estado turco de tenerla por un periodo de 99 años. De este modo podemos llevar a cabo la labor religiosa y pastoral hacia nuestros hijos, mediante las actividades en el centro de catequesis, las distintas confraternidades y la comisión pastoral para la caridad que atiende a los necesitados y, sobre todo, a los desplazados iraquíes.
Además, seguimos ocupándonos de nuestras iglesias y de sus bienes en Mardin, antes sede patriarcal, aunque con extrema dificultad porque podemos disponer de sus entradas sólo para las necesidades de reestructuración y reparación y esto, a causa del exigüidad de estas entradas y del hecho que están bloqueadas en las cajas del estado, no es de gran ayuda.
Últimamente hemos recuperado la iglesia de la ciudad de Iskenderun, inaugurada por nuestro patriarca tras el martirio del obispo de la ciudad, Mons. Padovese.
Colaboramos, por el bien de todos, en la ciudad de Estambul con todas las confesiones católicas: latinos, armenios católicos, caldeos, siguiendo las indicaciones de la Conferencia Episcopal Católica de la cual soy el Presidente de la Comisión para el Diálogo Interreligioso y Ecuménico. Y nuestra relación con el patriarcado de Fanar y las confesiones de los armenios ortodoxos y los sirios ortodoxos ha llevado al Patriarca Ecuménico Bartolomé a concederme la Cruz del Buen Pastor como signo de reconocimiento e incentivo por nuestra fructuosa colaboración.
Pedimos sus oraciones para la estabilidad de nuestra misión y para su progreso.

[Texto original: árabe]

– S. E. R. Mons. Angelo AMATO, S.D.B., Arzobispo titular de Sila, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos (CIUDAD DEL VATICANO)

Jesús ha invitado a todos y a cada uno de sus discípulos a la santidad de la vida: «Sean perfectos como perfecto es el Padre que está en el cielo» (Mt 5,48). El apóstol Pablo instaba a los cristianos a que fueran, en Cristo, «santos e inmaculados en la caridad» (cf. Ef 1,4). El Concilio Ecuménico Vaticano II ha recordado la vocación universal de los fieles a la santidad: «En la Iglesia, todos, lo mismo quienes pertenecen a la Jerarquía que los apacentados por ella, están llamados a la santidad, según aquello del Apóstol: «Porque ésta es la voluntad de Dios, vuestra santificación» (1 Ts 4, 3)» (LG 39). La santidad de los fieles es el don del Espíritu Santo, caridad divina trinitaria, a la Iglesia, una, santa, católica, apostólica. Desde el inicio del cristianismo los santos, confesores y mártires, han sido numerosos en las Iglesias orientales. 
En el último año, las dos últimas beatificaciones en Oriente Medio tuvieron lugar en Nazaret y Kfifan en Líbano. En Nazaret, el 21 de noviembre de 2009, fue beatificada sor Marie-Alphonsine Danil Ghattas, nativa de Jerusalén y fundadora de la Congregación, enteramente árabe, de las Hermanas del Rosario, apostólicamente activa en muchos países de Oriente Medio. En Kfifan, al norte de Beirut, el pasado 27 de junio, tuvo lugar la beatificación de fray Estefan Nehme, religioso profeso de la Orden Libanesa Maronita, que contó con la participación de más de cien mil fieles.
Además de ser testigos de la fe y de la comunión en la Iglesia, los beatos y los santos tienen una triple función. Antes que nada, son los autores de una auténtica inculturación del Evangelio: con su existencia, ellos demuestran que es posible ser perfectos discípulos de Cristo en su tierra y en su cultura . En segundo lugar, son testigos de un diálogo interreligioso victorioso: en efecto, su vida se caracterizó por el ejercicio heroico de la caridad, el verdadero lenguaje universal de la humanidad, comprendido y valorado por todos, incluso por los no cristianos. En tercer lugar, ellos son misioneros creíbles del Evangelio de Jesucristo, que ellos viven en armonía entre palabra y acción.

[Texto original: italiano]

– Rev.do Mons. Mikaël MOURADIAN, Vicario Patriarcal para el Instituto del Clero Patriarcal de Bzommar (LÍBANO)

Es verdad que Oriente Medio es Tierra Santa y tierra de santos, como lo han demostrado las canonizaciones y beatificaciones que tuvieron lugar en los últimos años, Mar Charbel, Naamat Allah al Hardini, Rafka, Abouna Yaacoub, Ignace Maloyan, Al Akh Stephan … Pero esto no nos debe cerrar los ojos ante la verdad de que en Oriente Medio se vive también una crisis de vocación.
La prueba más elocuente es una estadística hecha durante una sesión de formación para religiosos, en la cual participaron 129 religiosos y religiosas. Ellos respondieron a la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las causas de la caída de las vocaciones religiosas, las consecuencias a corto, medio y largo plazo y las soluciones posibles? Aquí está el resumen de las respuestas.
1.- Principales causas: el descenso de la natalidad en las familias cristianas. Los problemas materiales y morales a los que se enfrenta la familia. La crisis de los valores. La dificultad para asumir un compromiso a largo plazo. La emancipación femenina. La crisis de la fe. El contra-testimonio por parte de algunos consagrados y consagradas.
2.- Soluciones posibles: apoyar a la familia. Educar en los valores verdaderos. Que los consagrados y consagradas den testimonio auténtico de su fidelidad a Cristo y a su consagración. Asegurar un buen discernimiento de las vocaciones. Dar prioridad a la calidad sobre la cantidad. Velar por un apropiado acompañamiento espiritual de las vocaciones. Ofrecer una formación inicial y permanente adecuada.
Analizando las respuesta, se constata que estos 129 religiosos y religiosas entre las causas de la caída de las vocaciones religiosas y también entre las soluciones posibles, ponen en primer lugar a la familia. Porque la familia es el núcleo de la sociedad. En la familia la persona recibe su primera educación humana y religiosa. Es en las familias creyentes y practicantes donde nacen también las vocaciones. «La Iglesia, consciente de que el matrimonio y la familia constituyen uno de los bie
nes más preciosos de la humanidad, quiere hacer sentir su voz y ofrecer su ayuda a todo aquel que, conociendo ya el valor del matrimonio y de la familia, trata de vivirlo fielmente; a todo aquel que, en medio de la incertidumbre o de la ansiedad, busca la verdad y a todo aquel que se ve injustamente impedido para vivir con libertad el propio proyecto familiar» (Familiaris Consortio nº 1).
Quien dice «pastoral de la vocaciones » dice también «Pastoral familiar». Creo que el Instrumentum laboris no da a la familia el lugar que merece, y por esto sugiero que en el «Mensaje» se tenga en cuenta. 

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Joseph SOUEIF, Arzobispo de Chipre de los Maronitas (CHIPRE)

El Sínodo para Oriente Medio es un espacio para renovar dentro de la Iglesia la experiencia de la comunión y del testimonio «para que el mundo crea» (Jn 17,21). La comunión, de hecho, es el punto de partida de la existencia de la comunidad de los fieles y se refuerza y desarrolla en el encuentro personal con el Señor Jesús, en su Palabra y en la Eucaristía: y de aquí se pasa al testimonio de vida, en la colaboración, elección estratégica hoy. Con sinceridad, humildad, responsabilidad y amor queremos leer los elementos negativos que impiden la comunión; el ecumenismo será la metodología pastoral de primera importancia y con el amor de Cristo se llega al diálogo de vida, respetando el diálogo teológico que es obra del Espíritu.
Hace falta creer en la fuerza de la presencia en Oriente Medio: presencia cualitativa, dinámica, misionera y diaconal, que fue siempre así y permanecerá siempre así en Oriente y en Occidente. Hace falta creer que sólo Dios es el Señor de la historia y de los tiempos; estemos atentos a su plan.
Existen desafíos: situación política, conflictos, problemáticas de libertad religiosa y libertad de conciencia; la iglesia es garante de la libertad, por eso su presencia es un valor no sólo para los cristianos, sino para todos, en particular para aquellos que creen en los valores humanos y espirituales y que se encuentran directa o indirectamente con la actitud de la Iglesia. Por lo tanto, la presencia de los cristianos es verdaderamente un signo, y debe ser apoyada por la iglesia universal y la comunidad internacional para afrontar con la mayoría popular los sistemas socio-religiosos que van en contra de los valores humanos, los valores de la libertad, los valores del diálogo y del encuentro entre las distintas culturas. Hoy día se vive un verdadero conflicto de culturas, conflicto de mentalidades, conflicto de enfoques y de visiones, también dentro de la misma religión, donde el cristianismo tiene tanto que decir y que hacer, ofreciendo una cierta respuesta. Emprendamos iniciativas juntos para elaborar proyectos educativos, sociales, que ayuden a cambiar la mentalidad, a educar y aceptar las diferencias; los derechos del hombre. La zona se espera por parte de los cristianos una contribución evidente para construir la cultura del perdón y la paz. Nuestra ausencia es una pérdida para nosotros y para todos; la emigración debe ser expansión misionera, transmitiendo la espiritualidad oriental mediante la liturgia que tiene una importancia muy grande en la vida de los fieles y, también, mediante actitudes religiosas y humanas que hacen de nuestras familias levadura y sal dentro de las grandes sociedades secularizadas. La emigración de los cristianos en la zona es un signo profético de un testimonio del que nadie sabrá cuáles serán sus frutos. La historia nos enseña que las primeras comunidades cristianas sirias llegaron a la India y a China, dentro de las condiciones sociales y humanas, y que llevaron la fe. Pedimos a nuestros hermanos que refuercen los actos de solidaridad; y a nosotros mismos, que realicemos proyectos pastorales, espirituales y sociales que manifiesten la comunión y restauren la confianza de nuestro pueblo.
La experiencia de Chipre, de mi diócesis, muestra que las religiones pueden vivir juntas a pesar de las heridas. Nosotros, maronitas, vivimos en las isla desde hace 1.200 años y nuestra historia recuerda a los santos y mártires. Con nuestros conciudadanos buscamos la paz en la justicia y el amor fundado sobre la verdad y la libertad. Queremos que todas las iglesias y mezquitas se abran a todos y que sean un espacio de encuentro y de perdón, un lugar de purificación de la memoria. Nosotros, maronitas, queremos volver a nuestras ciudades, a pesar de las dificultades. Queremos testimoniar en la isla que hace de puente entre Oriente y Occidente, los valores del diálogo y la convivencia, para construir la cultura de la paz y el amor.

[Texto original: italiano]

– S. E. R. Mons. Cyril VASIL’, S.I., Arzobispo titular de Tolemaida de Libia, Secretario de la Congregación para las Iglesias Orientales (CIUDAD DEL VATICANO)

De acuerdo con el Cardenal Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales Su Eminencia Leonardo Sandri, quisiera presentar ante esta asamblea, algunas consideraciones sobre ciertos aspectos de la vida de las Iglesias de Oriente Medio, desde ese observatorio especial que es nuestra congregación. El Santo Padre Benedicto XVI, en su visita histórica para el 90º aniversario de la fundación de la Congregación, el 9 de junio de 2007, señaló algunos temas que deberían ser privilegiados debido a su importancia y urgencia: espíritu sinodal, formación, migración y ecumenismo.
El espíritu sinodal tiene que ver, de manera especial, con el mecanismo de elección de los candidatos para el episcopado. Los controles sobre la idoneidad de los candidatos deberían ser llevados a cabo por los obispos y por el sínodo, de una manera más adecuada a la que se suele usar en el presente, con el fin de facilitar y acelerar el proceso de aprobación Pontificia. 
La formaciónEn primer lugar se debe evaluar constantemente el estado actual de las instituciones formativas y académicas con respecto al nivel de formación cultural y espiritual que ofrecen. Las dificultades que los estudiantes encuentran durante los estudios superiores fuera del contexto oriental, por ejemplo en Roma, no pueden ser ignoradas y es inútil esconderlas. Debemos preguntarnos si finalmente ha llegado el momento de abrir un primer ciclo de estudios teológicos orientales aquí en Roma, en una facultad teológica oriental.
El fenómeno de las migraciones
Nuestra Congregación trabaja en la organización de circunscripciones eclesiásticas orientales fuera de los territorios tradicionales. En cuanto a los fieles que emigran de Oriente Medio, a veces se reclama una extensión «planetaria» de la jurisdicción de los Patriarcas, como si ello fuera un derecho y una solución universal ante los problemas de la pastoral de los migrantes. Debería ser recordado que entre el reclamado derecho universal y la detallada y justificada presencia hay una gran diferencia.
Ecumenismo
El Concilio Vaticano II recuerda a los orientales la misión específica que les ha sido confiada (…) de fomentar la unidad entre todos los cristianos, especialmente orientales…con…exacta fidelidad a las antiguas tradiciones orientales.
Sin embargo, para no detenernos ante las cuestiones más simples y visibles, como las del estilo del hábito clerical, debemos fomentar un mayor conocimiento y observancia de los elementos más teológicos y pastorales. ¿Cuál es la situación de nuestras iglesias en la administración conjunta de los tres sacramentos de la iniciación cristiana, de la comunión eucarística para los niños, del bautismo por inmersión – solo para mencionar algunos aspectos-, requeridos por la actual ley canónica y por la anteriormente mencionada Instrucción para la Congregación de las Iglesias Orientales, para la aplicación de las prescripciones litúrgicas de la CCEO? 

[Texto original: italiano]

– S. E. R. Mons. Joseph ABSI, S.M.S.P., Arzobispo titular de Tarso de los Greco-Melquitas, Obispo auxiliar y Protosincelo de Damasco de los Greco-Melquitas (SIRIA)

Desde
la creación de las conferencias episcopales de los países de Oriente Medio y la creación del Consejo de Patriarcas católicos de Oriente Medio, observamos que el acuerdo, la ayuda mutua y la cooperación se han desarrollado entre las Iglesias orientales católicas.
A pesar de esto, nuestras Iglesias tienen aún necesidad de abrirse unas a otras. La competición entre Iglesias Orientales católicas o en el interior de una misma Iglesia es fuente de debilitamiento y de falso testimonio. Pensamos sobre todo en el desdoblamiento entre instituciones y acciones.
Para reforzar su comunión y su testimonio, nuestras Iglesias están invitadas a reflexionar sobre las siguientes estrategias:
Adoptar, en todos los niveles, una educación que permita favorecer la apertura, la solidaridad y la acción común.
Hacer que los cristianos de Oriente tomen conciencia de que están todos en el mismo barco y que afrontan la misma suerte. No se pueden desinteresar los unos de los otros. Son necesarios el acuerdo y el encuentro mutuos. Para lograr este objetivo es bueno que todas las conferencias episcopales de diferentes países se reúnan periódicamente.Permitir que se extienda el biritualismo, de manera tal que no haya más ninguna parroquia sin servicio, cualquiera sea la Iglesia a la cual ésta pertenezca.
Advertimos que quienes redactan el texto emplean, casi siempre, expresiones imperativas tales como: «es necesario», «es esencial», «es evidente», «es importante», «es cierto», «es necesario», «se debe». Quisiéramos que al final del sínodo, todo lo que es necesario, esencial, evidente, importante, cierto y obligatorio sea transformado en acción. No abandonemos el sínodo sin haber tomado medidas que permitan realizar estos imperativos. Convirtamos los imperativos en estrategias claras y definidas y formemos comisiones para perseguir su realización por medio de tácticas adecuadas.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Georges BAKAR, Obispo auxiliar y Protosincelo de Antioquía de los Greco-Melquitas para Egipto y Sudán, Arzobispo titular de Pelusio de los Greco-Melquitas (REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO)

La educación basada en la libertad es una cuestión capital para una coexistencia armoniosa en una sociedad compuesta por una pluralidad de religiones.
Esta vida común de los individuos y de las comunidades exige sabiduría y perseverancia.
Esto no será jamás una realidad en tanto en cuanto el ser humano, cuando disfruta de su libertad, no respeta la libertad del otro. Tenemos que aceptar que nuestra libertad y la libertad de nuestro prójimo deben ir a la par.
La formación de las generaciones futuras debe centrarse, por lo tanto, en el respeto de las creencias y la fe de los otros, sin olvidar el respeto de las exigencia justas de su conciencia. Esto es esencial para que el diálogo sea constructivo y el trabajo eficaz. Nuestro esfuerzo será, entonces, comunitario, obrando juntos en todo lo que nos une, como los principios morales y los valores humanos.
A nivel de los principios y valores humanos que nos son comunes recordamos, entre otros, la importancia de ser responsables los unos de los otros. Insistimos sobre la calidad de esta responsabilidad individual y comunitaria, que tiende a la realización auténtica de la gran familia humana.
Partiendo de aquí, admitimos la necesidad de un nuevo discurso religioso, humano, así como de formación en nuestras instituciones educativas, incitando a la apertura al otro.
Todas las religiones obran en vista de la realización del hombre; su objetivo es guiarlo por el buen camino de la virtud y los nobles principios éticos.
En nuestra vida cristiana, una sola recomendación ordena nuestras relaciones: el amor recíproco. Nosotros hemos recibido del Señor su mandamiento nuevo: «Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado» (Jn 13,34).
En nuestro país trabajamos para formar a las nuevas generaciones a través de nuestras escuelas católicas, cuyo número asciende a 168, repartidas a lo largo y ancho de Egipto. Hay que subrayar que estas instituciones educativas están abiertas tanto a los cristianos como a los musulmanes. Estas escuelas trabajan siendo conscientes de que el Cristianismo como el Islam dan equilibrio al hombre en su fe y su relación con Dios, en la medida en que cada uno esté abierto al otro.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Simon ATALLAH, O.A.M., Obispo de Baalbek – Deir El-Ahmar de los Maronitas (LÍBANO)

El problema de la unidad de los cristianos, este testamento de Nuestro Señor Jesucristo, ha evolucionado mucho a través de los siglos. En efecto, la unidad de la Iglesia ha conocido múltiples crisis, unas doctrinales, otras eclesiológicas, con unas interferencias políticas y unas consideraciones humanas.
El siglo XX fue, por el contrario y afortunadamente, el del ecumenismo por excelencia. En efecto, los grandes Pastores de las Iglesias, el Papa Juan XXIII y el patriarca Atenágoras, se reencontraron y los obstáculos fueron abatidos. Las gestas de amor, paz y fraternidad borraron todos los odios de los pasados siglos. Las excomuniones fueron anuladas por una parte y por otra. El Vaticano II y los movimientos, como la Obra de María por la unidad de los cristianos, llamados Focolares, y otros, han jugado un papel decisivo en la evolución positiva del movimiento de la unidad, deseado por el Señor.
El siglo XXI, inaugurado solemnemente por Juan pablo II celebrando en el año 2000 el jubileo de la Redención del género humano ¿continuará las felices experiencias ecuménicas del siglo XX o volverá a los laberintos oscuros del siglo XIX o, aún antes, de los siglos XI y XVI?
La oración por la unidad de los cristianos debería reflejar una mentalidad y una visión. Estas dos últimas deberían producir una acciones ecuménicas concretas, como:
1- El regreso a las exigencias de nuestra vocación, que nos permitirá liberarnos de todos los complejos y sentimientos de ser una minoría y, por consiguiente, del miedo. En efecto, por nuestra vocación no podemos sucumbir a la tentación de los sentimientos de minoría. En nuestro mundo medio-oriental, nosotros, los cristianos, no podemos hablar de minorías y de mayorías. Cristo no nos ha dicho que somos una minoría. Él nos ha dicho: sois la levadura de la masa. Desde esta perspectiva, nosotros, cristianos, con Cristo, somos mayoría.
2- El compromiso para dar una educación de cultura ecuménica a todos nuestros fieles, sobre todo a nuestros jóvenes, en las parroquias, en los noviciados de los Institutos de vida monástica, en las facultades y los Centros de formación cristiana, etc.
Conclusión: Esta educación al Ecumenismo abre una gran puerta al diálogo interreligioso; son dos proyectos cuya realización construiría la paz entre los pueblos.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Jacques ISHAQ, Arzobispo titular de Nisibi de los Caldeos, Obispo de Curia de Babilonia de los Caldeos (IRAQ)

El objetivo de las instituciones culturales y de las Universidades católicas es la formación de los testigos de Jesucristo, cosa que hacen admirablemente en Oriente Medio decenas de facultades de Teología, seminarios e instituciones de Ciencias religiosas de catequesis.
Voy a dar como ejemplo la Facultad de Teología y Filosofía «Babel College» que es la única Facultad de Teología y Filosofía afiliada a la Universidad Urbaniana de Iraq, que comprende la Facultad de Filosofía y Teología y dos instituciones de Ciencias religiosas para preparar a los catequistas.
A esta facultad asisten seminaristas de todas las Iglesias en Iraq, por ejemplo, de la Iglesia caldea, sirio-católica y ortodoxa, la Iglesia asiria de Oriente, Iglesia armenia católica y ortodoxa, los novicios de diferentes congregaciones religiosas: caldeos, sirios, redentoristas, dominicos, carmelitas, etc.
Los frutos del Babel College para las Iglesias de Iraq durante los años 1991-2010 son los siguientes:
-391 estudiantes han obtenido el diploma de Teología
y Filosofía; entre ellos, 126 estudiantes han obtenido el título de graduado en Teología de la Universidad Urbaniana de Roma.
-344 estudiantes han obtenido el diploma de Ciencias religiosas, a cuyos cursos han asistido durante tres años. Así Babel College, ha dado 735 operadores para trabajar en el campo del Señor en Iraq, algunos de ellos fuera de Iraq.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Jean-Clément JEANBART, Arzobispo de Alepo de los Greco-Melquitas (SIRIA)

La emigración es un fenómeno universal que tiene razones y consecuencias distintas en cada sociedad. Los extraordinarios medios de comunicación hacen que los hombres se encuentren cada vez más en sus ideas, permitiendo la difusión de una cultura de libertad de expresión que, actualmente, se impone cada vez más en las sociedades más modernas, para desarrollar una cultura de la libertad de las elecciones personales, de aceptación del otro en su diferencia y del pluralismo.
Desde el punto de vista práctico, propongo la actuación de los seis puntos siguientes:
1- difundir el optimismo entre los fieles en lo que concierne a su futuro en sus países. Nuestros países no están desprovistos de bienes y de valores;
2 – aprender a vivir en amistad con nuestros hermanos musulmanes y ayudarles a abrirse respecto a nosotros, mediante un diálogo bien articulado y diversificado, utilizando los medios a disposición;
3 – comprometerse en la vida pública, política, cultural y social de nuestros países, lo que nos permitirá ayudar a nuestros fieles a restablecer el apego a su país y sus conciudadanos;
4 – ofrecer a nuestros jóvenes, con nuestros discursos, el mínimo indispensable para permitirles que vivan de forma decorosa y de radicarse en sus países formando una familia;
5 – se necesitaría aceptar poner los bienes de que disponemos a su servicio; es además necesario unir nuestros esfuerzos con las distintas comunidades locales y comprometernos para encontrar los fondos necesarios allí donde podamos encontrarlos;
6- sería útil instituir un centro de estudios y de investigación para dicho fin, y trabajar para profundizar sobre nuestras reflexiones sobre la vida, en vistas de trazar un camino y de individualizar las estrategias útiles y productivas que permitan afrontar el flagelo de la emigración atenuando los males que son consecuencia de ésta.

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Michel ABRASS, B.A., Arzobispo titular de Myra de los Greco-Melquitas, Obispo de Curia del Patriarcado de Antioquía de los Greco-Melquitas (SIRIA)

En cuanto a nuestros problemas en Líbano, estos son muchos y complejos. Dejando a un lado los problemas políticos, nos conformaremos con señalar tres problemas, a saber: la formación de los seminaristas, los Tribunales eclesiásticos y la laicidad positiva.
En cuanto a la formación de los seminaristas, lo primero es el problema de la elección; inútil andar con rodeos, la mayoría elige actualmente la «carrera» eclesiástica y no la vocación, y todo para conseguir un puesto social elevado, o por motivos económicos.
Los tribunales confesionales son de dos tipos diferentes; algunos son Tribunales de Estado, mientras otros son una derivación del poder de cada una de las comunidades que designa a sus miembros.
Cuando se aplicaba la teoría de la personalidad de las leyes, estaban los tribunales suníes que aplicaban la «Shari’a» de Abou Hanifa, que constituía el «Corpus Juris» del Imperio Otomano, al que se añadían otras leyes votadas por el Parlamento o promulgadas por «Irada Sannia», ya fuera por Rescripto o Edicto imperial. Este primer fenómeno evolucionó seguidamente, sobre todo después del «Edicto de Gülkhané», promulgado en 1836. De este «Derecho» los tribunales de Estado se hicieron entonces sus «celantes aplicadores»
Los problemas de elección del «régimen» aplicable a Líbano afectan hoy gravemente a los laicos; en efecto, numerosos laicos se preguntan qué será de su vida si ellos se presentan como cristianos, sin perjudicar su posición de una dosis de laicidad, que depende del grado de emancipación de su interlocutor no cristiano, con frecuencia, en Oriente Medio, de religión mahometana.
Estos cristianos necesitan una «cierta laicidad positiva».
¿Dónde la encontrarán?
Actualmente, nuestros «fieles laicos» reniegan de sí mismos; se trata de darles una legitimidad y los únicos que tienen el poder de dársela son los eclesiásticos, con tal que haya sido adquirida por su estatuto.
Pensamos que sería necesario autorizar a los cristianos que lo desean, a adoptar un estatuto laico con tal que no traicionen los dogmas y la enseñanza de las Iglesias, teniendo en cuenta que se está en una tierra no solamente cristiana.

[Texto original: francés]
– S. E. R. Mons. Kurt KOCH, Arzobispo-Obispo emérito de Basilea, Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (CIUDAD DEL VATICANO)

Comunión y testimonio: en el título del Sínodo de los Obispos están presentes dos conceptos claves del ecumenismo cristiano, al que han hecho referencia dos aniversarios celebrados durante este año.
En Escocia, en Edimburgo, donde el pasado septiembre nuestro Santo Padre, el Papa Benedicto XVI, estuvo de visita, tuvo lugar hace cien años la primera Conferencia Mundial sobre la Misión. Su objetivo principal era tomar conciencia de un escándalo para así poner un remedio al mismo: el escándalo presente en el hecho que varias Iglesias y Comunidades cristianas se hacían la competencia en la misión, dañando de este modo la credibilidad del anuncio del Evangelio de Jesucristo, sobre todo en los continentes más lejanos. Desde ese momento, ecumenismo y misión se han convertido en hermanas gemelas, que se llaman y se apoyan la una a la otra. Este binomio corresponde también a la voluntad misma de Jesús, que ha orado para la unidad «para que el mundo crea que tú mes has enviado» (Jn 17, 21). A los ojos de Jesús, la auténtica unidad ecuménica no es un fin en sí misma, sino que se pone al servicio del anuncio creíble del único Evangelio de Jesucristo en el mundo actual. Nuestro testimonio debe, por lo tanto, poseer un diapasón ecuménico para que su melodía no sea cacofónica, sino sinfónica. Y este diapasón debe ser perceptible en la maduración cotidiana, renovada de lo que es esencial, es decir, en la única fe que obra en el amor y mediante el amor.
Hace cincuenta años se instituyó el Secretariado, hoy Consejo Pontificio, para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Éste tiene aún la tarea de servir al objetivo ecuménico de una unidad visible en la fe, en los sacramentos y en el ministerio eclesial. He aquí que vuelve al primer plano el segundo concepto clave, a saber: la comunión, radicada en el misterio trinitario de Dios, como subraya Juan en su primera Epístola con esta palabras significativas: «lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo»(1Jn 1, 3). El punto de partida decisivo de toda comunión es el encuentro con Jesucristo como Hijo de Dios encarnado. De este encuentro mana la comunión entre los hombres, fundada sobre la comunión con el Dios Trino. La comunión eclesial se basa, por lo tanto, en la comunión trinitaria: la Iglesia es icono de la Trinidad.
De cuanto dicho hasta ahora emerge el vínculo entre las dos realidades, entre la comunión y el testimonio: nuestro testimonio tiene como contenido el misterio de Dios, que se ha revelado a nosotros en su Logos, así como Él es y vive en sí mismo. Pero este testimonio puede ser creíble en el mundo actual solo si la comunión de vida y la búsqueda apasionada de una más amplia comunión se convierten, ellas mismas, en iconos visibles del misterio divino o, como dice Pablo, «cartas de recomendación»: «Vosotros sois nuestra carta, escrita en vuestros corazones, conocida y leída por todos los homb
res» (2 Cor 3,2). El ecumenismo puede ser, por lo tanto, entendido como proceso en el cual la vida eclesial crece hacia la comunión: ello significa que la comunión de vida en la propia Iglesia se convierte en testimonio concreto e se irradia en la más amplia comunión ecuménica.
La comunión y el testimonio solicitan también en este Sínodo una declinación ecuménica, que esperamos sobre todo de las Iglesias Orientales en Oriente Medio. Éstas, de hecho, están llamadas de forma especial a respirar con dos pulmones. Deseo, por lo tanto, concluir con esta invitación llena de esperanza: ¡ayúdennos a todos y a la Iglesia universal a respirar así, ecuménicamente!

[Texto original: italiano]

– S. E. R. Mons. Emmanuel DABBAGHIAN, Arzobispo de Babilonia de los Armenios (IRAQ)

Les pido que consideren los problemas de Oriente Medio como «signos de los tiempos»queridos y permitidos por el Señor. El Señor dijo: ninguno de los pájaros caerá a la tierra sin la voluntad de su Padre Celestial. Y aún los cabellos de su cabeza están todos contados y ustedes valen más que muchos pájaros.
San Pablo afirma que el Buen Dios hace girar todo a favor de aquellos que lo aman.
A continuación algunos ejemplos de los signos de los tiempos.
1) Hemos escuchado los problemas de Tierra Santa, la emigración, el conflicto árabe-israelí, la injusticia, el no respeto de los seres humanos…pero todo ello es permitido por el Señor debido a razones más profundas. Porque Tierra Santa es un país de peregrinación y es allí que el Señor se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn. 1,14). El Señor quiere ser visitado, amado, consultado; porque la peregrinación es una respuesta a las necesidades espirituales del hombre, así como el Vaticano, que no tiene habitantes, está siempre poblado de pelegrinos. Con mayor razón Tierra Santa, que posee ese santuario único y divino, está superpoblada de peregrinos. Propongo entonces a los reverendos Padres sinodales que le pidan a todos los obispos del mundo entero (orientales y occidentales) a través del Santo Padre, que tiene la autoridad y el carisma de hacerse cargo, que aquellos que puedan organicen cada uno un peregrinaje anual, fijando una fecha fija para que todos los días del año estén completos y Tierra Santa esté poblada de peregrinos que, después de enriquecerse con las gracia del Señor se conviertan, a su vez, como la «samaritana», en testigos de Cristo. Notaremos entonces que la afluencia de peregrinos a Tierra Santa convencerá a los habitantes que han emigrado a regresar a su patria.
2. Sigue siendo un signo de los tiempos la emigración de una parte de nuestros fieles a Europa o América para reavivar su fe.
Sigue siendo un signo de los tiempos la emigración de millones de personas al Golfo y que solicitan nuestra ayuda espiritual. Para concluir, recordemos lo que el Resucitado nos dice: hagan discípulos en todas las naciones (sunís, chiís y judíos) y pueblen su Iglesia.
Agradezco al Señor porque la multitud de Padres sinodales tienen un solo corazón, una sola alma, y porque siendo los sucesores de los apóstoles, seguramente cambiarán el mundo, a pesar de las innumerables dificultades. Gracias. 

[Texto original: francés]

– S. E. R. Mons. Athanase Matti Shaba MATOKA, Arzobispo de Babilonia de los Sirios (IRAQ)

Iraq, país de Mesopotamia, país de civilizaciones, donde nació Abraham, donde se encuentra Ur, Babel y Nínive, país de santas escrituras, país de fe y de mártires… Desde que el cristianismo se difundió en los siglos pasados, a pesar de la oposición de los Persas, la sangre de los mártires ha corrido y se ha cubierto con el aflujo islámico. Hoy, y desde la Revolución de Abd el Karim Kassem, Iraq no cesa de vivir una situación de inestabilidad, de pruebas y de guerras, la última de las cuales la ocupación de Estados Unidos.
Los cristianos han sufrido los sacrificios y las pruebas con los mártires en las guerras y en toda clase de pruebas diversas.
Después del año 2003, los cristianos son víctimas de una situación sangrienta que ha provocado una gran emigración fuera de Iraq…No existen estadísticas ciertas, pero los indicadores subrayan que la mitad de los cristianos ha abandonado Iraq y que, ciertamente, no permanecen más de 400.000 cristianos de los 800.000 que allí vivían. La invasión de Iraq por Estados Unidos y sus aliados ha causado a Iraq en general, y a los cristianos en particular, destrucción y ruina en todos los niveles. Se han destruido Iglesias, han sido asesinados obispos, sacerdotes y laicos, algunos han sido agredidos. Médicos y hombres de negocios han sido raptados, otros han sido amenazados, tiendas y casas han sido saqueadas….
Quizás la brutalidad con la que el cristianismo ha sido atacado, ha disminuido un poco en los dos últimos años, pero continúa el miedo a lo desconocido, la inseguridad y la inestabilidad, así como el persistir de la emigración, lo que suscita la siguiente cuestión: ¿cuál es el futuro de la existencia cristiana en este país, si esta situación perdura, considerando que la autoridad civil es débil? Las discordias son continuas entre los diversos componentes religiosos y políticos, además de las injerencias exteriores de potencias externas, y sobre todo de países vecinos.
Han pasado siete años en Iraq y el cristianismo sufre una hemorragia continua ¿Dónde está la conciencia mundial? Todos permanecen espectadores ante lo que sucede en Iraq, sobre todo a los cristianos. 
Queremos realizar una llamada de alarma. Planteamos la cuestión a las grandes potencias: ¿qué hay de verdad sobre lo que se cuenta de un plan para vaciar Oriente Medio de cristianos, por lo que Iraq será una víctima?
Creo que el Sínodo debe estudiar con atención este problema y que debe ver lo que se puede hacer por escrito para poner remedio a la situación que reina en Oriente Medio. 

[Texto original: árabe]

– S. E. R. Mons. Denys Antoine CHAHDA, Arzobispo de Alepo de los Sirios (SIRIA)

La sociedad en la que vivimos, en este siglo de la globalización total, es una sociedad mayoritariamente materialista, que pasa por alto a Dios y a todo lo que es espiritual, inculcando en los hombres que pueden hallar la felicidad en el dinero, el poder y el placer de todo tipo.
La Iglesia universal en todos sus componentes – y, por lo tanto, las Iglesias de Oriente Medio-, está afectada por este espíritu del mundo. Ha perdido un poco de su poder para atraer a los hombres. Por este motivo quiero atraer la atención de los Padres Sinodales para que insistan sobre todo en el espíritu renovador de todos los bautizados:
1 – La renovación de la Iglesia y de nuestras Iglesias en el Espíritu.
Una vuelta de todos los bautizados al Señor por medio de un alejamiento del espíritu del mundo y de un celo en el anuncio de la Buena Nueva en el amor y el respeto de los que no comparten nuestra fe. Estamos invitados todos sin excepción a seguir el ejemplo de Juan Bautista: «Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas» (Mt 3,3). Estamos invitados a ser verdaderos misioneros que se nutren de la Palabra de Dios.
2 – La Unidad de todas las Iglesias.
Cristo pide a todos los bautizados estar unidos como Él y su Padre son Uno. Había pedido esta unidad a sus discípulos para que sean «Un signo que atrae a los hombres a reconocer a Su Padre y a tener fe en él». Ha querido que su unidad sea «un signo para las naciones, «signum inter gentes», una luz que atraer a los hombres hacia Su Padre y que los invita a creer en Él. Pues la división en el seno de la Iglesia es una infidelidad a su Fundador y un escándalo para los no creyentes en Jesús.
Pienso que lo que nos separa de nuestros Hermanos Ortodoxos es nuestra comprensión del Primado de Pedro. Los teólogos deben hallar una nueva interpretación. ¿Por qué no llegar a la unidad en la fe, pero en la diversidad? El Sínodo de Jerusalén del año 49 podría ser un clave para hallar una
solución a la división de las Iglesias. Lo importante es escuchar el Espíritu….
Entonces, renovados por el Espíritu y unidos en la fe, la Iglesia será «significativa», será un «Signe inter Gentes» y atraerá a los hombres a su seno para formar parte del Reino de Dios.

[Texto original: francés]

La Secretaría General del Sínodo publica ahora la intervención de este obispo, que intervino en la Segunda Congregación General, el 11 de octubre por la tarde

– S. E. R. Mons. Clément-Joseph HANNOUCHE, Obispo de El Cairo de los Sirios, Protosincelo de la Iglesia Sirio-Católica en Sudán (REPÚBLICA ÁRABE DE EGIPTO)

El mundo progresa y se desarrolla a una velocidad impresionante gracias a las ciencias tecnológicas modernas. Este progreso ha producido una apertura que ha llevado al mundo a fuertes tensiones contradictorias entre progreso y retraso, aceptación y rechazo. En cuanto al Oriente Medio: no estaba listo, ni se había preparado para enfrentar esta nueva revolución. Esto ha causado un sinnúmero de problemas en la vida familiar, con muchos derrumbamientos, el alojamiento de la fe y la existencia de un conflicto en el interior de los hombres, entre su vida de fe y el mundo de hoy.
La Iglesia ha descubierto que el problema comienza en las familias donde los niños no están orientados hacia una vida de oración, ni a una frecuentación asidua a la Iglesia, ni a una participación en las actividad es eclesiásticas. Por el contrario, las familias siembran en ellos, cada vez más, el deseo de obtener ganancias rápidamente- sin importar a través de que medio- y la búsqueda de una vida lujosa acompañada de la pérdida de los valores morales cristianos.
Por esto, la Iglesia salió a buscar la oveja perdida, con paciencia y perseverancia, llena de amor, 
infundiendo la confianza, aceptando la participación de los creyentes laicos para que ellos puedan contribuir en el trabajo en el campo del Señor.

[Texto original: árabe]

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación