Irán: “Los cristianos son ciudadanos de segunda clase”

El experto Wahdat-Hagh habla sobre la persecución de los cristianos

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BRUSELAS, miércoles, 2 diciembre 2009 (ZENIT.org).- Wahied Wahdat-Hagh, experto en Irán, en un entrevista concedida  ZENIT ha advertido del peligro que corren varios miles de cristianos en Irán por la legislación sobre apostasía. Explica que miembros de las minorías religiosas son ciudadanos de segunda clase en la teocracia de Irán.
 
Investigador político, Wahdat-Hagh trabaja para la Fundación Europea para la Democracia en Bruselas e investiga sobre el islamismo en el mundo desde 2005.
 
–Cuando el embajador de la República Islámica de Irán en el Vaticano, Akbat Naseri, presentó sus credenciales, Benedicto XVI advirtió que Irán debería respetar el derecho de los cristianos a la libertad religiosa. ¿Cuál es exactamente el estatuto legal de los cristianos en Irán?
 
–Wahdat-Hagh: Tenemos que distinguir entre los cristianos étnicos tradicionales de Irán y los nuevos movimientos cristianos llegados al país. Las Iglesias Armenia y Asiria más o menos se han adaptado, a pesar de que sus miembros no pueden vivir de la forma que eligieron. Sus miembros sufren discriminación sistemática en las áreas de la educación y el trabajo, y las mujeres deben llevar por ley el velo. Los cristianos y miembros de otras religiones reconocidas, tales como judaísmo y zoroastrismo, son considerados «dhimmis». Los dhimmis son de hecho ciudadanos de segunda clase y no tienen los mismos derechos que los chiíes. Además, los cristianos son considerados «kafar», o paganos. Sólo quienes aceptan el Corán como última revelación de Dios son creyentes. Los paganos son considerados «impuros».
 
–¿Qué sucede con las minorías que no tienen el estatus de «dhimmi»?
 
–Wahdat-Hagh: Entre ellos se incluyen los bahais, que son ilegales. La vida de un cristiano según la ley iraní vale menos que la de un musulmán, como se puede observar en los pagos de compensación por un accidente de tráfico. La misma legislación considera la vida de un bahai como absolutamente sin valor, debido a la creencia bahai en una revelación de Dios que apareció después de la vida de Mahoma. Además, los baha’is creen en la igualdad de los sexos y el mandamiento para promover la paz mundial. También rechazan totalmente la violencia política. Estos son temas tabú en el Islam totalitario fundamentalista y la doctrina estatal iraní es un reflejo de ello.
 
–El Papa también aludió a la larga tradición del catolicismo en Irán. ¿Hay diferencias en el modo en que las restricciones de la libertad religiosa afectan a las diferentes Iglesias cristianas?
 
–Wahdat-Hagh: Los iraníes que viven de verdad peligrosamente son aquellos que se han convertido al cristianismo recientemente y se han unido al siempre creciente movimiento «Home Church». Algunas fuentes indican que estas iglesias domésticas se han hecho más fuertes que la Iglesia católica en Irán. Los conversos son vistos como apóstatas y corren el riesgo de ejecución. En el Islam no se permite a un musulmán convertirse a otra religión; conlleva la pena de muerte. Una nueva ley de apostasía será aprobada antes de finales de año. La vida de centenares de miles de personas estará en peligro.
 
–El Papa declaró la libertad de fe, conciencia y credo como la fuente de todas las demás libertades. ¿Qué significa esto específicamente para Irán?
 
–Wahdat-Hagh: Lo que el Papa dijo es verdad y es todavía un gran problema en el Islam. Los musulmanes liberales dicen que no hay compulsión en el Islam, pero según la ley a ningún musulmán se le permite dejar la fe islámica porque el Corán es considerado la última palabra de Dios. Para Irán esto significa que no hay libertad de fe o conciencia, y por consiguiente todas las otras libertades son inexistentes. Por lo tanto, no puede haber derechos de la mujer en la República Islámica, así como no hay libertad de prensa, y atañe también al derecho de congregarse y formar asociaciones. Pero sobre todo no se concede el derecho a la vida a los apóstatas. La existencia de la libertad de fe, conciencia y credo ha sido prohibida en Irán desde el momento en que todo se basa en la ley islámica.
 
–Muchos observadores asocian las mayores violaciones de los derechos humanos con el régimen del presidente Mahmoud Admadinejad. ¿Cómo deberían otros como Mir-Hussein Mousavi gestionar el derecho a la libertad religiosa?
 
–Wahdat-Hagh: Cuando Mousavi fue primer ministro en los años 80, toda la oposición secular fue absolutamente eliminada. Entonces solía advertir contra la cooperación con Estados Unidos y Europa. El movimiento para la reforma social y la libertad que ahora Mousavi usa como un escudo se ha radicalizado mucho en la batalla por el poder dentro del clero que se está librando en la teocracia islámica. Hoy Mousavi sigue citando la autoridad del totalitario ideólogo y líder revolucionario ayatolá Jomeini. Algunos dicen que ha cambiado. El futuro revelará si dará marcha atrás a la dictadura totalitaria de la República Islámica.
 
–El Papa también habla de la cooperación internacional desde una visión para lograr la paz global. ¿Qué tendría que suceder para que Irán aceptara de modo creíble esta invitación?

 
–Wahdat-Hagh: La cuestión es lo que Irán debe hacer para hacer posible la cooperación internacional para la paz global. No es suficiente para ideólogos como Jatami hablar del diálogo de civilizaciones. Irán tiene que superar la ideología totalitaria del jomeinismo y conceder libertades elementales a sus ciudadanos. Un Irán democrático puede también trabajar de modo creíble por la paz global. La sociedad civil iraní tiene potencial para ello.
 
Por Michaela Koller, traducido por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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