Italia: La vida sin promesa de libertad no podrá ser nunca una vida

Carta de los condenados a cadena perpetua a Benedicto XVI

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ROMA, lunes 2 abril 2012 (ZENIT.org).- Tras la visita de Benedicto XVI a la cárcel de Rebibbia, los condenados a cadena perpetua han renovado su llamamiento al papa, a través de una carta compartida con la Comunidad Papa Juan XXIII, fundada por el sacerdote Oreste Benzi, que desde 2007, caminó a su lado en la búsqueda de una pena justa y humana. Pero desde entonces, dice una nota de prensa, nada ha cambiado para estos 1.500 condenados.

En su llamamiento al papa, los condenados a cadena perpetua afirman que muchos de ellos están en la cárcel “desde hace más de 20, 30 años, otros más, son haber nunca salido un solo día, sin nuncda un día de permiso con la propia familia”.

“Muchos de nosotros –añade la misiva al papa- han entrado de adolescentes y ahora son cuarentañeros destinados a envejecer en la cárcel, otros eran jóvenes padres y ahora son abuelos con el pelo blanco”.

“Le queremos decir que la cadena perpetua –añade la carta- es una pena que se cumple sin vida; que tener la cadena perpetua es como estar muertos pero sentirse vivos; que la cadena perpetua traiciona a la vida; que sufrir la condena de cadena perpetua es como perder la vida antes aún de morir; que la pena de cadena perpetua te come el amor, el corazón, y a veces incluso el alma; que la vida sin promesa de libertad no podrá ser nunca una vida”.

“Santo padre, para qué sirve la cárcel para toda la vida? –se pregunta la carta–. Se llega a ser no vivientes. ¿A qué sirve vengarse de este modo? No vemos justicia en la pena de cadena perpetua, sino sólo una gran injusticia porque se reacciona al mal con otro mal aumentando el mal total. Una sociedad justa no debería tener ni pena de muerte ni la pena de cadena perpetua. No es justicia hacer sufrir y quitar la esperanza para siempre de reparar el mal que ha hecho una persona. El mal debería ser derrotado con el bien y no con otro mal. El rescate humano no es posible con una pena que nunca podrá acabar. Nuestra vida es una inutilidad total, es aberración, sufrimiento infinito. La cadena perpetua es una pena que hace nuestro presente igual al pasado, un pasado que aplasta el presente y quita esperanza al futuro”.

Recuerdan en su carta que hace tiempo 310 condenados a cadena perpetua se dirigieron al presidente de la República diciéndole preferir la muerte a la cárcel de por vida. En 2007, un millar de condenados a cadena perpetua, apoyados por diez mil personas, amigos y parientes, hicieron huelga de hambre para pedir la abolición de la cadena perpetua. En 2008, casi ochocientos condenados a cadena perpetua enviaron un recurso al Tribunal Europeo para pedir la abolición de la cadena perpetua, porque en Europa sólo en Italia existe la cadena perpetua sin beneficios. El mismo 2008, un millar de condenados a cadena perpetua hicieron una huelga de hambre para la abolición de esta pena.

“Santo padre –añade la carta- los medios de comunicación dicen que la cadena perpetua no existe, pero entonces, si no existe por qué no la quitan? Queremos descontar nuestra pena pero pedimos una esperanza, una sola, pedimos un fin cierto de la pena.

Santo padre nos sentimos abandonados, por todos, por los hombres, por la Iglesia y a veces incluso de Dios, porque no se puede estar contra la guerra, contra la eutanasia, contra el aborto y no estar contra la pena de cadena perpetua.

Santo padre, no tenemos voz: dénos la suya para hacer saber que en Italia existe la cadena perpetua sin beneficios, una pena inhumana que realmente no tendrá nunca fin y sólo nos hará salir de la cárcel muerto”.

Concluye la carta recordando a don Oreste Benzi, fundador de la Comunidad papa Juan XXIII, que siempre apoyó la superación de la cadena perpetua y unos días antes de su muerte, en las Semanas Sociales de 2007, dijo: “Hoy inicia la huelga de hambre en Spoleto, en la supercárcel, por la abolición de la cadena perpetua. Tienen razón. ¿Qué sentido tiene decir que las cárceles son un espacio donde se recupera la persona si está escrita la fecha de entrada y nunca la de salida? Es una contradicción en los términos. ¿Por qué no deben tener el derecho de dar prueba de que han cambiado?”.

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ZENIT Staff

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