Japón y Roma más cerca que nunca (II)

Entrevista al embajador Kagefumi Ueno

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ROMA, viernes 10 de julio de 2009 (ZENIT.org).- El catolicismo y el budismo podrían encontrar un nuevo ámbito de cooperación: la determinación común de resolver los problemas provocados por la recesión económica global.

Según el embajador japonés ante la Santa Sede, Kagefumi Ueno, el diálogo entre cuantos proponen la conocida como economía budista y los partidarios de una orientación católica podría conducir a resultados interesantes.

ZENIT habló con el embajador sobre esta propuesta para afrontar los problemas de la economía global y de cómo los economistas budistas advertían desde hacía años acerca de la situación actual.

La primera parte de esta entrevista, que se concentra en algunos elementos de la Iglesia en Japón, así como sobre el desarrollo climático y sobre el desarrollo de África, fue publicada por ZENIT el 9 de julio.

–Recientemente el Papa y la Santa Sede han difundido una serie de mensajes en los que lamentan la falta de consideraciones morales por parte de muchos líderes del mundo de los negocios. ¿Cómo suenan estas palabras a los oídos de los budistas que viven en el contexto europeo?

–Ueno: En Japón voces parecidas se escuchan desde hace muchos años, por ejemplo entre los economistas con orientación budista. En las últimas décadas, de hecho, algunos economistas han comenzado a unir la filosofía budista con el análisis económico, fundando así una nueva disciplina llamada «economía budista». Me gustaría presentar sus presupuestos fundamentales.

Los economistas budistas son, en conjunto, críticos hacia el neoliberalismo que ha inspirado las políticas económicas de las principales economías mundiales en las últimas décadas, provocando el agravamiento de la disparidad económica, de la desigualdad, absolutizando la búsqueda del provecho y deteriorando el medio ambiente global.

Aunque hay puntos de vista divergentes entre los economistas budistas, comparten fundamentalmente ocho principios de base como denominadores comunes: el respeto por la vida, la no violencia, el Chisoku (la consciencia de lo suficiente); el Kyousei (el sentido de vivir juntos), la simplicidad, la frugalidad, el altruismo, la sostenibilidad, la diversidad.

Cada uno de ellos es la antítesis de las siguientes nociones, que como sostienen algunos, caracterizan a la economía contemporánea: el descuido hacia la vida, la violencia, la avidez, el aislamiento, la división, la extravagancia, el lujo, el interés centrado en uno mismo, la insostenibilidad, la uniformidad.

Y F. Schumacher, economista alemán y uno de los padres fundadores de la economía budista, autor del famoso: «Lo pequeño es hermoso: la economía como si las personas contaran algo en ella», se concentraba por ejemplo en el Chisoku y en la sencillez.

También Wangari Maathai, una defensora de medio ambiente keniana ganadora del Premio Nobel de la Paz 2004, tiene una filosofía parecida a la economía budista. Es muy conocida como sostenedora de la «Mottainai campaign», que comprende la campaña i8nternacional basada en las tres R: Reutilización, Reducción, Reciclaje.

Hace algunos años, mientras se encontraba en Japón, aprendió la palabra japonesa «Mottainai», que significa fundamentalmente «No malgastar siquiera las cosas pequeñas porque también estas tienen un valor intrínseco».

En ese momento tuvo la inspiración para la campaña. Pensó que el «espíritu de Mottainai», que encarna el espíritu de las tres R, debería ser difundido a nivel global. Sigue diciendo que el «espíritu de Mottainai» es indispensable para asegurar la defensa y la conservación del ammbiente global. Este espíritu que sistiene es obviamente conforme con las bases de la economía budista.

–¿Cómo se concretan estos valores?

–Ueno: Los economistas budistas piden políticas que lleven, entre otras cosas, a distanciarse de una postura que mira solo al crecimiento y por una producción guiada por el petróleo, y la instauración de un nuevo mecanismo internacional para eliminar la violencia.

En Japón, la Komazawa University, una renombrada universidad budista de Tokio, fundó un Instituto de Investigación sobre la Economía Budista en 1966. Etras universidades, como la Keio University de Tokio y la Ashikaga University de Gunma, ofrecen de vez en cuando lecciones especiales sobre este argumento.

Con la inestabilidad la incertidumbre actuales relativas a la economía mundial, que han aumentado el escepticismo sobre los principios del libre mercado, la economía budista está atrayendo una atención cada vez mayor.

Podría ser interesante animar a un diálogo con este propósito entre economistas con orientación budista y aquellos con orientación católica.

No habría que olvidar tampoco el hecho de que en el contexto de la XXIV Conferencia General de la World Fellowship of Buddhists (WFB), que tuvo lugar en Tokio el año pasado, tuvo lugar un simposio sobre el tema «La economía de la felicidad».

[Por Miriam Díez i Bosch, traducción de Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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