Joaquín Navarro-Valls: «El Papa jamás ha hablado de renunciar»

El portavoz del Vaticano hace un balance del Jubileo

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CIUDAD DEL VATICANO, 10 dic 2000 (ZENIT.org).- Está considerado como una de las personas mejor informadas del mundo. Joaquín Navarro-Valls, 64 años, numerario del Opus Dei, periodista, médico y portavoz de la Santa Sede desde hace 17 años, domina como pocos el arte del equilibrio entre la vital importancia de la información y la absoluta necesidad de la discreción. Prueba de ello es esta entrevista que ayer concedió al diario catalán «La Vanguardia».

–El jubileo está entrando en su recta final.

–Joaquín Navarro-Valls: El jubileo y el modo como se ha desarrollado explican este pontificado. Es su clave de lectura o, para decirlo técnicamente, es su clave hermenéutica. Robustecer la identidad cristiana no es encerrar el cristianismo en un gueto de verdades exclusivas. Es sólo el primer paso para un diálogo profundo con la modernidad, con sus conquistas y con sus límites. Quizás serán unos 28 millones las personas que vienen a Roma este año, y muchas más han vivido una forma u otra de jubileo las diócesis. Pero el problema, en el fondo, no es de estadísticas sino de apertura a la trascendencia, a salir del aislamiento antropológico al que pretendía conducir al mundo el secularismo nihilista. El jubileo ha venido a decir que confrontarse con Dios no es sólo una necesidad, sino que es también inevitable, tanto en lo individual como en lo social o colectivo. Por eso ha sido bien recibido también fuera de la geografía católica.

–¿Cómo han contribuido los modernos medios de comunicación a propagar el mensaje de la Iglesia y a atraer peregrinos?

–Joaquín Navarro-Valls: Han contribuido decisivamente. Han adoptado y seguido la agenda del pontificado, pues en realidad no podían ignorarla. Hay quien piensa que los medios no son aptos para transmitir realidades religiosas. Yo contesto que la experiencia diaria me lo confirma. Pero no se puede olvidar que la Iglesia tiene modos propios para comunicar sus verdades que desde hace veinte siglos funcionan con extraordinaria eficacia: la familia, la liturgia, la catequesis, la escuela y la universidad católicas, el dinamismo personal de cada cristiano en su medio social y laboral…

–¿Cómo valora sus largos años junto a Juan Pablo II? ¿Qué le ha aportado la experiencia?

–Joaquín Navarro-Valls: Necesitaría todas las páginas de su diario para hacer siquiera una síntesis de respuesta. Cuando para todos el problema del mal es un misterio, Juan Pablo II es el hombre que dice: «El mal no es ni fundamental ni definitivo».

Es el Papa quien ha enriquecido, cambiándola, la exégesis bíblica sobre la mujer. El creador de una «teología del cuerpo» que funda una antropología de la sexualidad humana integrando en ella el amor y la procreación. Es el Papa que habla de la «estructura moral de la libertad» en una época en que la concepción popular de la libertad como un absoluto había llevado a negarla y conducido a la perplejidad existencial y a la angustia. Es el hombre de la confianza completa en las posibilidades del ser humano. Sólo quien cree en el hombre puede ser moralmente exigente con él.

Juan Pablo II es hombre de muy buen humor, un Papa de extraordinaria santidad.

–Joaquín Navarro-Valls: Tras el hito que supuso el viaje a Tierra Santa, ¿cómo definiría la aproximación de Juan Pablo II a judíos y palestinos?
–Joaquín Navarro-Valls: Aquel viaje fue una obra maestra, no de equilibrio, sino de justicia. A palestinos e israelíes les habló desde la verdad. A unos y otros descubrió la verdad que había en las respectivas posturas. Como para unos y otros era evidente la ausencia de intereses geopolíticos en el Papa, su reflexión sobre la justa verdad fue aceptada sin reservas. Nadie antes de Juan Pablo II había intentado hacer un viaje así, yendo, sucesivamente, a Israel y a los territorios de la autonomía palestina.

–Se habla de una renuncia del Papa. ¿Son absolutamente infundados estos rumores?

–Joaquín Navarro-Valls: Repito lo que ya he tenido ocasión de decir otras veces: nunca en los 17 años que llevo trabajando cerca de Juan Pablo II le he oído, ni pública ni privadamente, hacer mención alguna a esa posibilidad. Es mi único punto de referencia sobre esta cuestión.

-¿Qué programa de viajes puede avanzar para el 2001? ¿Figura en él una visita a Siria?

–Joaquín Navarro-Valls: Sí, ese es el deseo del Santo Padre: ir a Damasco, la ciudad de la conversión de san Pablo. Ha aceptado también la insistente invitación para visitar Ucrania. Y, naturalmente, hay otras en curso que se estudian estos días.

–En Cataluña, la Iglesia ha constatado dos problemas: su financiación, que parece mantenerse gracias, sobre todo, a los católicos estadounidenses y alemanes, y la falta de vocaciones. ¿Qué hacer para mejor las finanzas y por qué no abrir el sacerdocio a las mujeres?

–Joaquín Navarro-Valls: En cada lugar, según características propias, la Iglesia ha concordado un sistema de financiación distinto. En este sistema, entre otras cosas, se le reconoce, como es justo, el alto valor social de muchas de sus iniciativas: enseñanza, asistencia, atención a los menos favorecidos… Y se tiene en cuenta también deudas contraídas históricamente con instituciones eclesiásticas por desamortizaciones o expropiaciones.

En cuanto a las vocaciones, hace años que se frenó el descenso relativo en el número de sacerdotes y religiosos. Naturalmente, siempre habrá falta de ellos. La pretensión a la ordenación de mujeres está excluida en la Iglesia católica tanto latina como oriental, y en las Iglesias ortodoxas que conservan la continuidad apostólica. Plantear este tema como una cuestión de derechos es una equivocación: nadie tiene derecho a ser ordenado sacerdote, ni el hombre ni la mujer. No se trata de una cuestión de derechos, sino de vocación.

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ZENIT Staff

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