Juan Pablo II a los jóvenes: «No pienso detenerme»

Fiesta juvenil en la plaza de San Pedro con Juan Pablo II

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CIUDAD DEL VATICANO, 5 abril 2001 (ZENIT.org).- Estrellas de la música y del fútbol, junto a jóvenes italianos y canadienses, ofrecieron en la tarde de este jueves una espectacular fiesta de color y sonido a Juan Pablo II en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Cuando el Papa se encuentra con los jóvenes, siempre deja espacio a las confidencias. Y en esta ocasión fue sumamente directo: «Queridos amigos –dijo dirigiéndose a unos cuarenta mil chicos y chicas–, en mi ministerio nunca me he cansado de encontrarme con personas, y este es el objetivo de las peregrinaciones, y visitas pastorales que voy realizando. Y también ahora que pasan los años, si Dios quiere, no pienso detenerme, pues estoy convencido de que en el contacto personal con los hermanos se puede anunciar más fácilmente a Cristo».

Los jóvenes acogieron con un sonoro aplauso estas palabras. Revivieron de este modo las Jornadas Mundiales de la Juventud que en agosto pasado reunieron a más de dos millones de peregrinos en Roma. «Es un recuerdo que no se cancela de la memoria», confesó el Papa al recordar aquel acontecimiento.

La fiesta de esta tarde, celebrada al aire libre, con un estupendo sol que comenzaba a ponerse, sirvió para preparar la Jornada Mundial de la Juventud, que en este año se celebra en el ámbito de cada una de las diócesis de todo el mundo, el próximo Domingo de Ramos, 8 de abril. Entre los presentes se encontraba una delegación entusiasta de chicos y chicas canadienses (algunos eran de origen indígena), que en ese domingo recibirán en el Vaticano la cruz de la juventud de los jóvenes de manos de sus coetáneos italianos.

Esa cruz recorrerá ahora el inmenso territorio canadiense para anunciar la celebración de las próximas Jornadas Mundiales de la Juventud, que tendrán lugar en Toronto del 18 al 28 de julio. El Papa participará en ese encuentro, en el que se espera la presencia de medio millón de personas.

Ser cristiano y misionero hoy «no es fácil», continuó reconociendo el Papa. «Anunciar y testimoniar el Evangelio comporta muchas dificultades. Sí, es verdad: vivimos en un momento en el que la sociedad está influenciada por modelos de vida que ponen en el primer puesto el tener y el placer, la apariencia en sentido egoísta».

En este contexto, aclaró, «el empuje misionero de los creyentes tiene que confrontarse con este modo de pensar y actuar. Pero no tenemos que tener miedo, pues Cristo puede cambiar el corazón del hombre y es capaz de cumplir una «pesca milagrosa» cuando menos nos lo esperamos».

Para dejar espacio a Jesús en sus vidas, Juan Pablo II dejó a los chicos y chicas cinco consejos muy concretos: «la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la meditación, al celebración eucarística, la adoración de la Eucaristía y el sacramento de la confesión». Y les aconsejó: «Si el Señor os llama a servirle más de cerca en el sacerdocio o en un estado de especial consagración, seguidle con generosidad».

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ZENIT Staff

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