CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 mayo 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha escrito una carta para alentar iniciativas de acogida de ancianos y enfermos en Rumanía, país que todavía se está recuperando de las secuelas dejadas por el régimen comunista.
La misiva papal, enviada al cardenal Fiorenzo Angelini, presidente emérito del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, constituye un acto de agradecimiento a la Congregación de las Hermanas Benedictinas Reparadoras de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo por la fundación de la «Casa de la Santa Fax de Jesús» que han abierto en la colina de Magura, en la localidad rumana de Bacau.
«La nueva estructura de asistencia, junto a un lugar de culto anexo dedicado a Jesús, eterno sacerdote», es «un servicio importante a favor de quienes se encuentran en situaciones de pobreza o de enfermedad y no tiene familiares capaces de afrontar sus necesidades», comenta el Santo Padre.
«La iniciativa constituye, por tanto, una respuesta concreta al mandamiento divino de amar a Dios y al prójimo con todo el corazón, el alma y con todas las fuerzas», afirma.
Al mismo tiempo, ofrece «una contribución solidaria a las necesidades del país, que tras salir del yugo comunista, está organizando su vida económica y social».
El Santo Padre alienta a que iniciativas como ésta reflejen la «imaginación de la caridad» a la que ha invitado a la Iglesia a inicios de milenio con la carta apostólica «Novo millennio ineunte», que busca « no tanto y no sólo la eficacia de las ayudas prestadas, sino la capacidad de hacerse cercanos y solidarios con quien sufre».
De este modo, «el gesto de ayuda es sentido no como limosna humillante, sino como un compartir fraterno», añade el Papa que viajó a Rumanía entre el 7 y el 9 de mayo de 1999, primer país ortodoxo de la historia visitado por un obispo de Roma.
La Congregación Benedictina de las Hermanas Reparadoras del Santo Rostro de Nuestro Señor Jesucristo, que cuenta hoy con quince casas religiosas en Italia, se dedica en particular a la asistencia de los enfermos y ancianos.
Fue fundada por el abad Ildebrando Gregori (1894-1985) de la Congregación de los Monjes Benedictinos Silvestrinos, tras la segunda guerra mundial.
