Juan Pablo II apremia a avanzar en la unidad entre católicos y ortodoxos

Al recibir al Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I

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CIUDAD DEL VATICANO, martes, 29 junio 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha expresado este martes ante el Patriarca (ortodoxo) Ecuménico Bartolomé I su deseo de que se produzca «un salto adelante en el diálogo y en la consolidación de las mutuas relaciones fraternas» a ejemplo del histórico abrazo entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I hace 40 años.

Su Santidad Bartolomé I se encuentra en el Vaticano en el marco del tradicional intercambio de visitas que, con ocasión de sus respectivos patronos, cada año realizan la Santa Sede y el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla.

A la solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y San Pablo que celebra este martes la Iglesia Universal se une el 40º aniversario del encuentro entre Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I –en enero de 1964— en Jerusalén, «donde Jesús fue alzado en la cruz para redimir a la humanidad y congregarla en la unidad», recordó el Papa al recibir en audiencia por la mañana al Patriarca Bartolomé I.

«Impulsados por la confianza y por el amor a Dios, nuestros iluminados predecesores supieron superar prejuicios e incomprensiones seculares y ofrecieron un ejemplo admirable de pastores y guías del Pueblo de Dios» en un encuentro «valiente y gozoso», así como «providencial» «para la vida de la Iglesia», recordó el Santo Padre.

De hecho, Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I, «al redescubrirse hermanos, advirtieron un sentimiento de profunda alegría que les empujó a retomar con confianza las relaciones entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla», constató el Papa.

«Ese abrazo –mencionó poco después al rezar el «Angelus» con los peregrinos en la Plaza de San Pedro– se han convertido en símbolo de la deseada reconciliación entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas, así como profecía de esperanza en el camino hacia la plena unidad entre todos los cristianos».

En estas cuatro décadas la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa «han vivido ocasiones importantes de contacto que han favorecido el espíritu de recíproca reconciliación», tales como «el intercambio de visitas entre el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I en 1967», la visita del propio Juan Pablo II a Fanar en 1979, el anuncio –con el Patriarca Demetrios I— del inicio teológico, la visita de Demetrios I a Roma en 1987 y la de Bartolomé I en 1995.

Todos estos –reconoció Juan Pablo II– son «signos del común empeño de continuar recorriendo el camino emprendido, a fin de que se realice cuanto antes la voluntad de Cristo: “ut unum sint!”» («Que todos sean uno», Jn. 17, 21. Ndr).

El Papa también mencionó el peso en este camino de unidad de «los recuerdos de dolorosos sucesos de la historia pasada», en particular cuando «en abril del año 1204, un ejército que partió para recuperar Tierra Santa para la cristiandad se dirigió a Constantinopla para tomarla y saquearla, derramando la sangre de los hermanos en la fe», un hecho inmediatamente rechazado por el Papa Inocencio III.

Compartiendo «la indignación y el dolor» del entonces Pontífice por aquel suceso, Juan Pablo II sugirió analizar este tipo de acontecimientos también orando «juntos para que el Señor de la historia purifique nuestra memoria de todo prejuicio y resentimiento, y nos conceda avanzar libremente en el camino de la unidad».

«A esto nos invita también el ejemplo dejado por el Patriarca Atenágoras I y por el Papa Pablo VI»: «que el recuerdo de aquel encuentro favorezca un salto adelante en el diálogo y en la consolidación de las mutuas relaciones fraternas», expresó el Papa. Por ello, convencido de su urgencia, manifestó su deseo de que se reavive el diálogo teológico de la comisión mixta católico-ortodoxa.

Por su parte, el Patriarca Bartolomé I afirmó la necesidad de reforzar entre las dos Iglesias el diálogo, que tiene «fluctuaciones en razón de las dificultades acumuladas por la historia de la larga división», recogió «Radio Vaticana».

«Nuestra responsabilidad y el deber que se deriva de la oración sacerdotal del Señor» «no nos permite perder la esperanza», expresó. «Santidad: soñamos con gozo en el día en que todos los obstáculos a la plena comunión sean eliminados y oramos continuamente para que ese día no esté lejos», dijo a Juan Pablo II.

«No es posible –añadió– que la palabra del Señor caiga en vacío»; por eso «buscamos –sincera y fatigosamente— formas de proseguir los diálogos como única vía, por el momento, de comunión entre nuestras Iglesias».

Al término de la audiencia, el Patriarca Bartolomé I obsequió a Juan Pablo II con algunos regalos, entre ellos una cruz de plata. El Papa correspondió con una medalla conmemorativa del encuentro en Jerusalén que representa el abrazo entre Pablo VI y Atenágoras I.

A continuación, Bartolomé I se trasladó a la Basílica de San Pedro y se acercó a las Grutas Vaticanas; allí se detuvo a orar sobre la tumba de Pablo VI.

Al cierre de esta edición, por la solemnidad de San Pedro y San Pablo –día del Papa— e invitado por Juan Pablo II, el Patriarca Bartolomé I participa en la Santa Misa en la Plaza de San Pedro. Ambos pronunciarán la homilía y proclamarán la común profesión de fe.

En la celebración eucarística el Papa además impondrá el «Palio» a los arzobispos metropolitanos nombrados en el último año como signo de comunión entre la Sede de Roma y las Iglesias esparcidas por el mundo.

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ZENIT Staff

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