CIUDAD DEL VATICANO, 17 mayo 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II cumple este 18 de mayo 81 años. Será una fiesta muy discreta, fundamentalmente de carácter privado, pues el pontífice suele ser discreto a la hora de referirse a su vida privada.
Si bien será un día de trabajo más tranquilo que de costumbre, el Santo Padre seguirá trabajando en los numerosos desafíos que se ha planteado a corto plazo. Sigue añadiendo nuevos países a su lista de viajes internacionales.
Además de Ucrania (en junio) debería visitar Armenia en otoño. Según revela hoy el diario romano «Il Messaggero», en este último viaje, el pontífice querría visitar también otros dos países de la ex Unión Soviética con un gran número de población musulmana: Kazajstán y Kirguizistán.
El pontífice, según confirmó el portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, está preparando también un viaje a Bulgaria. Se trata, sin duda, de viajes que continúan por la senda de su última peregrinación por Grecia y Siria, orientada, entre otras cosas, a promover la reconciliación con las Iglesias ortodoxas.
La próxima semana el Santo Padre tendrá además una cita decisiva, pues ha convocado en el Vaticano a todos los cardenales de la Iglesia católica (incluso los que ya tienen más de ochenta años) con motivo de un consistorio extraordinario en el que se afrontarán los grandes desafíos de la Iglesia católica expuestos en la carta apostólica «Novo millennnio ineunte» con la que él mismo clausuró el gran Jubileo del año 2000.
A este importante encuentro, le seguirá después en octubre el Sínodo mundial, que en esta ocasión afrontará un tema de candente actualidad: la figura y papel del obispo.
En este año, el pontífice, al igual que sucedió durante el año 2000, ha previsto unas vacaciones cortas en la montaña, en el norte de Italia, de unos doce días, pues la agenda de encuentros no le ha permitido disfrutar de dos semanas enteras, como solía hacer en años anteriores.
En declaraciones concedidas a las agencias de información, Joaquín Navarro-Valls, al referirse a la celebración de los 81 años del Papa, revela: «He intentado sin éxito al igual que otros colaboradores, que descanse. El año pasado, durante sus cortas vacaciones en la montaña, le recordé que los convenios colectivos garantizan a todos los trabajadores en Italia 30 días de vacaciones».
«Después de reflexionar unos instantes, me respondió: «Pero yo no soy italiano, soy ciudadano del Vaticano»», prosiguió.
«El Papa no se acuerda nunca de los fines de semana –continúa diciendo Navarro-Valls–. Trabaja el sábado, y el domingo a menudo visita las parroquias de Roma. Lleva un ritmo de trabajo impresionante».
