Juan Pablo II: ¿Choque entre religiones? Contradicción en términos

Discurso al Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 noviembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II dejó muy claro este viernes que los acontecimientos que se han desencadenado tras el 11 de septiembre no son un «choque entre religiones», pues supondría una contradicción total con la esencia misma de toda religión.

Casi diariamente desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono el pontífice está tomando la palabra para predicar diálogo entre culturas y religiones. En esta ocasión, lo hizo al recibir a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.

Durante este semana, este organismo vaticano, presidido por el cardenal nigeriano Francis Arinze, ha reunido a quince cardenales, dos patriarcas y veintinueve obispos de todo el mundo para preparar un documento que podría ser publicado el próximo año sobre «La espiritualidad del diálogo», en el que se ofrecerán orientaciones a los católicos sobre el diálogo con los creyentes de otras religiones.

«Se ha dicho que estamos asistiendo a un auténtico choque de religiones –afirmó el Papa–. Pero, como yo ya he dicho en numerosas ocasiones, esto sería falsificar la misma religión».

«Los creyentes saben que, en vez de cometer el mal, están obligados a hacer el bien, a trabajar para aliviar el sufrimiento humano, para construir juntos un mundo justo y armonioso», aclaró.

«Si es un imperativo para la comunidad internacional promover buenas relaciones entre los pueblos que pertenecen a diferentes tradiciones étnicas y religiosas, es aún más urgente para los creyentes mismos alentar relaciones caracterizadas por la apertura y la confianza, y orientadas por la preocupación común por el bienestar de toda la familia humana», dijo el Santo Padre.

«En la situación de un marcado pluralismo cultural y religioso, tal como se va presentando en la sociedad del nuevo milenio –consideró el pontífice–, este diálogo interreligioso es también importante para proponer una firme base de paz y alejar el espectro funesto de las guerras de religión que han bañado de sangre tantos períodos en la historia de la humanidad. El nombre del único Dios tiene que ser cada vez más, como ya es de por sí, un nombre de paz y un imperativo de paz».

«Sabemos y experimentamos todos los días lo difícil que es alcanzar este objetivo –confesó el Papa Wojtyla–. Comprendemos, de hecho, que la paz no viene como resultado de nuestros propios esfuerzos; no es algo que el mundo puede dar. Es un don del Señor. Y para recibirlo tenemos que preparar nuestros corazones. Cuando surgen los conflictos, la paz sólo puede venir a través de un proceso de reconciliación, que exige humildad y generosidad».

Aquí radica, por tanto, la importancia del trabajo de reflexión del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso al reflexionar sobre «La espiritualidad del diálogo», aseguró Juan Pablo II.

«Cuando los cristianos consideramos la naturaleza de Dios, como se revela en la Escritura sobre todo en Jesucristo, comprendemos que la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es el modelo perfecto y eminente de diálogo entre los seres humanos», concluyó.

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ZENIT Staff

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