Juan Pablo II: «Con la vida no se comercia»

Palabras al rezar la oración mariana del «Angelus»

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CIUDAD DEL VATICANO, 2 febrero 2003 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras y saludos que pronunció Juan Pablo II este domingo a mediodía al rezar la oración mariana del «Angelus» con varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Se celebra hoy en Italia la Jornada para la Vida que tiene por tema «Con la vida no se comercia». Este principio, si bien está reconocido teóricamente, por desgracia no siempre se respeta. Hay situaciones en las que la persona humana se convierte en instrumento de intereses económicos, políticos, científicos, sobre todo cuando es débil y no tiene la fuerza de defenderse.

Además, una cierta lógica mercantil, aliándose con las modernas tecnologías, puede aprovecharse en ocasiones de deseos humanos, buenos en sí mismos, como el de ser padre o madre, para llevar a querer un hijo «a toda costa». En realidad, la vida humana no puede convertirse nunca en «objeto»: desde la concepción hasta la muerte natural, el ser humano es sujeto de derechos inviolables, ante los cuales la libertad tiene que saber detenerse. Es por tanto indispensable que los Estados adopten, en estas materias complejas, leyes orgánicas y claras, fundadas sobre sólidas bases éticas, para tutelar el bien inestimable de la vida humana.

2. Desde hace ya 10 años, la Jornada para la Vida se prolonga en la Diócesis de Roma en una especial «Semana de la Vida y de la Familia». A este tema se dedicará también el congreso eclesial diocesano del próximo junio. Renuevo a las familias de Roma el mensaje que resonó en el Encuentro mundial que se concluyó hace poco en Manila. Queridas familias cristianas, vosotros sois una «buena noticia» para nuestra ciudad. Apoyadas por la Gracia del Sacramento del matrimonio, afrontad unidas las diferentes situaciones de la vida y contribuid a mantener sano el tejido social.

3. Confiamos a María, hoy, Fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, a cuantos se entregan a la defensa de la vida y de las familias, que son el «nido» natural de la vida. ¡Que la Virgen vele también por quienes se entregan al servicio de los enfermos, por quienes se celebrará el próximo 11 de febrero la Jornada Mundial que se les ha dedicado! Que la Virgen Santa proteja de manera especial, por último, a los religiosos, a las religiosas, y a los laicos consagrados que celebran hoy la «Jornada de la Vida Consagrada».

[Tras rezar el «Angelus», el Papa añadió:]

Ha suscitado en todos profunda conmoción la dolorosa noticia de la trágica explosión de la nave espacial estadounidense «Columbia» a su regreso a la atmósfera. Invito a todos a rezar por las víctimas del accidente, fallecidas en el cumplimiento de una misión científica internacional. En este momento de dura prueba, estoy espiritualmente cerca de los familiares, a quienes aseguro mi recuerdo en la oración.

Una vez más mi pensamiento se dirige a Costa de Marfil, probada por una grave crisis que lacera a esas poblaciones. Recemos para que sobre las divisiones y las reivindicaciones prevalezcan los esfuerzos de quienes sienten en el corazón la unidad del país y el respeto de la legalidad. Que los fieles católicos, en particular, guiados por sus pastores, sepan actuar para que el diálogo y el respeto de las personas y de sus bienes sean aplicados y promovidos por todos.

Que María, Nuestra Señora de la Paz de Yamusukro, interceda por la reconciliación y la concordia de todos los fieles de esa querida nación.

Ayer, primer día de febrero, se celebraba el Año Nuevo Lunar para numerosos millones de personas –sobre todo chinos, vietnamitas, y coreanos–, que viven este día de fiesta en la intimidad familiar. Les repito el auspicio que formulé en el Mensaje para la reciente Jornada Mundial de la Paz: que el nuevo año sea un período de paz, fundada sobre «cuatro precisas exigencias del espíritu humano: la verdad, la justicia, el amor y la libertad». Quisiera que mi saludo afectuoso llegara al corazón de cada uno de ellos. Mi oración les acompaña cada día.

[Tras saludar a los peregrinos alemanes en su idioma, el Papa añadió en castellano]

Doy mi bienvenida a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración del Ángelus, especialmente a los de las diócesis españolas de Jerez de la Frontera y Cádiz-Ceuta. ¡Qué Jesucristo, revelado en la liturgia de hoy como luz de las naciones, aliente vuestro camino!

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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