CIUDAD DEL VATICANO, 3 septiembre 2003 (ZENIT.org).- Para poder avanzar en el diálogo entre católicos y ortodoxos, divididos por el cisma de inicios del segundo milenio, se necesita una espiritualidad profunda, afirma Juan Pablo II:
El pontífice así lo expresa en una carta enviada al cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, en la que le pide que transmita sus saludos a los participantes en el simposio intercristiano que se celebra del 3 al 7 de septiembre en Ioannina, en Epiro, (Grecia).
El encuentro, organizado por el Instituto Franciscano de Espiritualidad del Pontificio Ateneo Antonianum en Roma y la Facultad de Teología de la Universidad Aristóteles de Tesalónica (de la Iglesia Ortodoxa de Grecia) continúa una serie de simposios que comenzaron en 1992 dedicados a temas como oración y contemplación, espiritualidad del monacato y dimensión eclesial de la
espiritualidad.
La cita de 2003 lleva por tema «La relación entre espiritualidad y dogma cristiano en Oriente y Occidente» y busca estudiar, como recuerda el Papa en su mensaje, «la aportación que la espiritualidad ofrece a la doctrina, alimentando su desarrollo y su profundización».
«La espiritualidad, al influir sobre las disposiciones de espíritu y del corazón, crea el contexto psicológico adecuado para emprender el diálogo de manera abierta y confiada», explica el mensaje.
«Esto es particularmente importante cuando católicos y ortodoxos afrontan cuestiones y problemas que todavía les dividen», añade.
Por último, el Papa alienta el esfuerzo que realizan los organizadores del encuentro, pues este tipo de acontecimientos «que involucran los diferentes contextos de la vida eclesial, en particular, los académicos y formativos».
«De este modo se promueve de manera concreta ese espíritu de apertura y escucha que tanto ayuda al progreso en el camino que –esperemos– conduzca pronto a la comunión plena», concluye.