Juan Pablo II: En un mundo dividido, los religiosos signos de esperanza

Recibe en audiencia a los Canónigos Regulares Premonstratenses

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CIUDAD DEL VATICANO, 30 septiembre 2003 (ZENIT.org).- En un mundo dividido, las comunidades religiosas están llamadas a ser un signo de esperanza, considera Juan Pablo II.

La comunión entre los consagrados, considera literalmente, «será un signo poderoso y fuente de esperanza para un mundo confrontado con exageradas formas de individualismo y fragmentación social».

Así lo explicó este lunes el obispo de Roma al recibir en audiencia a los participantes en el Capítulo General de la orden de los Canónigos Regulares Premonstratenses, a quienes invitó a «seguir impulsando un espíritu de caridad fraterna, vivida en el nombre de Jesús y en su amor» .

En la audiencia, constató en un primer momento que «la vida consagrada y su testimonio del mensaje salvífico de Jesucristo ha tenido un papel fundamental en la evangelización de Europa y en la formación de su identidad cristiana», recordó este lunes el Santo Padre.

«Europa sigue necesitando la santidad, la profecía, la actividad evangelizadora y de servicio de las personas consagradas», recordó el Papa.

Ahora bien, según el pontífice, la reciente extensión de la presencia de la orden en distintas partes del mundo y en nuevas formas de apostolado abren nuevos desafíos.

En esta nueva fase el Papa presento a los canónigos regulares «el ejemplo de la Iglesia primitiva, viviendo y promoviendo el ideal de “un solo corazón y una sola alma”».

Los Canónigos Regulares Premostratenses son 1.310 religiosos y novicios de los que 930 son sacerdotes.

La Orden fue fundada por san Norberto a inicios del siglo XII, en la aurora del movimiento de Reforma para la Iglesia en Europa occidental. Los Canónigos desempeñaron, de hecho, un papel cultural decisivo en la conformación de lo que hoy se llama civilización occidental a través de las 400 comunidades entonces desde Palestina hasta Noruega, desde los Países Bálticos hasta Sicilia.

Los religiosos llevan vida comunitaria en abadías que siguen la Regla de san Agustín, involucrándose al mismo tiempo en actividades fuera de sus casas religiosas.

Hoy están presentes en Francia, Bélgica, Países Bajos, Inglaterra, Escocia, Irlanda, Dinamarca, Alemania, España, Italia, Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Rumanía, Estados Unidos, Canadá, Sudáfrica, Congo (ex Zaire), Brasil, Perú, Chile, la India y Australia.

Más información en http://www.premontre.org.

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ZENIT Staff

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