Juan Pablo II: La paz exige purificación de la conciencia

Alocución antes de rezar la oración mariana del «Angelus»

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CIUDAD DEL VATICANO, 9 marzo 2003 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención que pronunció Juan Pablo II este domingo a mediodía antes de rezar la oración del «Angelus» junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

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Queridos hermanos y hermanas:

1. El miércoles pasado, con el rito de la imposición de las cenizas, entramos en la Cuaresma, el camino penitencial de preparación para la Pascua, que ofrece a todos los bautizados la oportunidad de renovar el espíritu de fe y de fortalecer el compromiso de coherencia evangélica.

Como sugiere el Evangelio de hoy (Marcos 1, 12-15), durante los cuarenta días de la Cuaresma, los creyentes están llamados a seguir a Cristo en el «desierto» para afrontar y vencer con Él al espíritu del mal. Se trata de una lucha interior de la que depende el planteamiento concreto de la vida. Del corazón del hombre surgen, de hecho, sus intenciones y acciones (Cf. Marcos 7, 21); y, por tanto, sólo se puede preparar el camino de la justicia y de la paz, tanto a nivel personal como en el ámbito social, purificando la conciencia.

2. En el contexto internacional actual se experimenta intensamente la exigencia de purificar la conciencia y de convertir el corazón a la auténtica paz. En este sentido, es particularmente elocuente la imagen de Cristo que desenmascara y vence las mentiras de Satanás con la fuerza de la verdad, contenida en la Palabra de Dios. En lo íntimo de toda persona, resuenan la voz de Dios y la voz insidiosa del maligno. Esta última trata de engañar al hombre seduciéndolo con la perspectiva de falsos bienes para alejarle del auténtico bien, que cosiste precisamente en cumplir la voluntad divina. Pero la oración humilde y confiada, reforzada por el ayuno, permite superar también las pruebas más duras, e infunde la valentía necesaria para combatir al mal con el bien. La Cuaresma se convierte de este modo en un tiempo fecundo de entrenamiento del espíritu.

3. Queridos hermanos y hermanas, invoquemos a la Virgen Santa para que nos guíe a todos a seguir avanzando con generosidad en este exigente camino cuaresmal. Quisiera confiar a vuestras oraciones, de manera especial, los Ejercicios Espirituales que, a partir de esta tarde, como todos los años, tendré la oportunidad de hacer junto con mis más cercanos colaboradores de la Curia romana. Durante esta semana de silencio y de oración tendré presentes las necesidades de la Iglesia y las preocupaciones de toda la humanidad, en especial, todo lo que se refiere a la paz en Irak y en Tierra Santa.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]

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ZENIT Staff

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