Juan Pablo II: «La paz va de la mano con la erradicación de la miseria»

Desafío actual, superar las brechas surgidas en el proceso de globalización

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CIUDAD DEL VATICANO, 17 mayo 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que la paz mundial dependerá de la capacidad de sus líderes para superar las diferencias entre países ricos y pobres que hoy caracterizan el fenómeno de la globalización.

El pontífice expresó este desafío al recibir en la mañana del viernes las cartas credenciales de los nuevos embajadores ante el Vaticano de Bielorrusia, Níger, Suecia, Tailandia, Benín, Sudan, Islandia, y Jordania.

«La paz debe ser la primera prioridad para todos los países y en todos los continentes para que cesen los conflictos armados, que hipotecan el porvenir de las naciones y de las poblaciones, algunas de las cuales sometidas a condiciones de vida degradantes e indignas», constató el Santo Padre.

El obispo de Roma ilustró los dos desafíos del escenario mundial: «el diálogo y las negociaciones entre los protagonistas, llamados a vivir juntos sobre una misma tierra; y, por otra parte, el fenómeno de la globalización y de la oposición creciente entre las naciones ricas y pobres, que crea disparidades cada vez más grandes».

«La paz a largo plazo presupone el que los países menos avanzados se beneficien del crecimiento económico y de ayudas apropiadas», afirmó al encontrarse con los diplomáticos.

En este contexto, siguió explicando, «la primera perspectiva debe ser la de apoyar las economías locales y formar personas para que tomen las riendas del porvenir y de su comunidad nacional de modo que puedan alcanzar la autonomía necesaria del país».

«Esto requiere por parte de todos una solidaridad cada vez más grande y comportamientos coherentes, insistió.

Karol Wojtyla denunció que «países, cuyo suelo y subsuelo contienen abundantes riquezas y muchas materias primas son sometidos a presiones que impiden a partes enteras de su población sacar cualquier beneficio».

«Para que se realicen los cambios a nivel internacional, se requiere que cada quien acepte cambiar su manera de vivir», afirmó.

Por eso, Juan Pablo II añadió: «Hago un llamamiento de todo corazón a un empuje de solidaridad y de caridad fraterna a todos los hombres de buena voluntad».

«La paz va de la mano de la erradicación de la miseria, de la supresión de las disparidades entre los pueblos. Al mismo tiempo, supone la educación para todos», especificó.

El sucesor de Pedro concluyó asegurando que en el escenario mundial, la Iglesia católica en los diferentes países del mundo «se compromete a favor del respeto de la dignidad de las personas y del reconocimiento de los pueblos, buscando con todos los medios pacíficos instaurar la paz y el entendimiento entre naciones, así como una fraternidad entre todos».

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ZENIT Staff

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