Juan Pablo II ordena a 31 sacerdotes

Los define «precioso don para la Iglesia y el mundo»

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 mayo 2003 (ZENIT.org).- Al ordenar este domingo a 31 presbíteros, Juan Pablo II presentó el sacerdocio como «precioso don para la Iglesia y el mundo».

Todos los nuevos sacerdotes pertenecen a la diócesis de Roma: catorce de ellos provienen del Seminario Romano Mayor; nueve del Seminario «Redemptoris Mater» (nacido de la experiencia del Camino Neocatecumenal); y el resto de otros seminarios o movimientos asentados en la Ciudad Eterna.

Estos diferentes orígenes eclesiales hace que los nuevos sacerdotes, aunque incardinados en la diócesis de Roma, provengan de diferentes continentes: 17 son italianos, el resto de Estados Unidos, Canadá, Colombia, Uruguay, Alemania, Albania, Francia, Corea del Sur, y Costa de Marfil.

El momento más intenso de la celebración tuvo lugar cuando cada uno de los candidatos al sacerdocio se arrodilló ante el Papa, quien les impuso las manos, y después pronunció la oración de ordenación que, según la doctrina de la Iglesia católica, les hizo sacerdotes de Cristo para siempre.

En su homilía, el obispo de Roma sintetizó la misión del sacerdote como: «hombre de Palabra» y «hombre de Eucaristía».

En cuanto «hombre de Palabra», afirmó el Papa, al sacerdote le corresponde «la tarea de llevar el anuncio evangélico a los hombres y mujeres de su tiempo».

«Debe hacerlo con profundo sentido de responsabilidad –subrayó–, comprometiéndose a estar siempre en plena sintonía con el Magisterio de la Iglesia».

En cuanto «hombre de la Eucaristía», añadió, el sacerdote «experimenta la exigencia de una conformación cada vez más íntima con Jesús, Buen Pastor, sumo y eterno Sacerdote».

A continuación el Papa, que ha cumplido 56 años de sacerdocio (fue ordenado el 1 de noviembre de 1946), dejó sus consejos más personales a estos jóvenes, nacidos en buena parte en los años setenta.

«Alimentaos, por tanto, con la palabra de Dios; encontraos cada día con Cristo presente realmente en el sacramento del Altar. Dejaos alcanzar por el amor infinito de su Corazón, haced más larga la adoración eucarística en los momentos importantes de vuestra vida, los de las decisiones personales y pastorales difíciles, al inicio y al final de vuestras jornadas».

«Os puedo asegurar –confesó– que yo he hecho esta experiencia y he sacado fuerza, consolación y apoyo».

Por último, les recordó que los sacerdotes son «ministros de la divina misericordia» por la administración del sacramento de la Reconciliación.

«¡De cuántos milagros y prodigios realizados por la misericordia de Dios en el confesionario seréis testigos!», les anunció, pidiéndoles que a su vez se acerquen regularmente a pedir el perdón divino en ese sacramento.

Al rezar después la oración mariana del «Angelus», el Papa pidió a los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro dar gracias a Dios por el «don tan precioso a la Iglesia y al mundo» de la ordenación de los nuevos sacerdotes, y pidió oraciones para ellos y para todos los presbíteros del mundo para que «se asemejen cada vez más a Cristo».

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ZENIT Staff

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