CIUDAD DEL VATICANO, 19 diciembre 2001 (ZENIT.org).- Juan Pablo II pidió este miércoles a todos los cristianos que en esta Navidad se conviertan en testigos de la paz que trae Jesús, especialmente en los lugares ensangrentados por conflictos, como Tierra Santa y Afganistán.
«En una palabra –dijo a los siete mil peregrinos de todo el mundo que participaron en la audiencia general–, invocar la venida de Aquél que trae la paz al mundo comporta abrirse dócilmente a la verdad liberadora y a la fuerza renovadora del Evangelio».
El pontífice consagró su intervención a algunas de las propuestas litúrgicas que ofrece la novena de Navidad, invitaciones «a la conversión y a la acogida dócil del misterio de la Navidad».
«Frente a las tensiones y violencias que, por desgracia cubren de luto también en estos días varias partes de la tierra, incluida la Tierra Santa, testigo singular del misterio del nacimiento de Jesús –afirmó el Papa en la sala de las audiencias del Vaticano–, es necesario que nosotros, los cristianos, hagamos resonar aún más fuerte el mensaje de paz que proviene de la gruta de Belén».
«Tenemos que convertirnos a la paz –explicó–; tenemos que convertirnos a Cristo, nuestra paz, con la certeza de que su amor desarmante en el pesebre vence toda oscura amenaza y proyecto de violencia».
«¿No es precisamente ésta la felicitación que quisiéramos intercambiarnos en las próximas fiestas navideñas?», preguntó y añadió: «Sólo así la Navidad será fiesta de alegría y encuentro con el Salvador que nos da la paz».
«Cristo es nuestra paz», insistió por último. «Que su paz renueve todo ámbito de nuestra vida cotidiana», concluyó, «que penetre en las familias para que ante el belén o recogidas en torno al árbol de Navidad refuercen su comunión fiel», «que reine en las ciudades, en las naciones, en la comunidad internacional y se difunda por todos los rincones del mundo».
