Juan Pablo II presente con un mensaje en la misa de los universitarios

Participa en la Eucaristía de inicio del año académico de la Universidades Eclesiásticas

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CIUDAD DEL VATICANO, 24 octubre 2003 (ZENIT.org).- La gracia divina es «la luz de la sabiduría y del corazón» que permite «llegar al descubrimiento de la verdad», constató este viernes Juan Pablo II en la homilía para la solemne Eucaristía de inicio del Año Académico de las Universidades Eclesiásticas en la que no pudo participar.

Presidió la celebración el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica. La cita anual reúne en la Basílica Vaticana a rectores, miembros del cuerpo académico y alumnos de las Pontificas Universidades y Facultades eclesiásticas de Roma, a las que acuden unos 20.000 estudiantes.

El cardenal comenzó la eucaristía pidió oraciones por el Santo Padre y como regalo de los profesores y rectores de esta universidad anunció la publicación de una colección de los discursos dirigidos el Papa a las universidades.

El Papa, en el texto de la homilía que había preparado, invitó a los estudiantes y profesores a invocar «la luz y la sabiduría del corazón».

«He aquí el camino maestro por el cual podemos alcanzar el descubrimiento de la verdad –afirmó en el texto, leído por el mismo cardenal Grocholewski–. He aquí un bien precioso a invocar para todos los hijos de la Iglesia, para que sepan afrontar con valor los desafíos de nuestro tiempo».

Para el Papa «la invocación de la luz para nuestro corazón adquiere un significado del todo singular en esta asamblea litúrgica», integrada por quienes se preparan, con la profundización en teología y otras disciplinas, «para asumir tareas y responsabilidades pastorales al servicio del pueblo cristiano».

«Acompañad la fuerza del estudio con la oración, la meditación y la búsqueda constante de la voluntad del Señor –exhortó Juan Pablo II–. De esta forma os será posible comprender con mayor facilidad “los signos de los tiempos”».

«El hombre busca –hoy como ayer– respuestas satisfactorias a los interrogantes sobre el sentido de su vida y de su muerte», constató en la homilía que resonó bajo la cúpula de Miguel Ángel en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

«Durante el período de formación teológica, queridos jóvenes, os preparáis para tener capacidad de dar las respuestas de la fe de forma adaptada al lenguaje y a la mentalidad de nuestro tiempo», dijo.

«Que todo, por lo tanto, esté orientado a tan alta misión: anunciar a Cristo y la fuerza liberadora de su Evangelio», pidió.

Igualmente invitó a los presentes: «Si por un lado vuestro corazón no se debe nunca separar de la contemplación del misterio de Dios, por otro lado es necesario que mantengáis la mirada sobre los acontecimientos del mundo y de la historia».

Y es que «es deber permanente de la Iglesia “escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de los hombres sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas”» (Gaudium et Spes, 4), recordó.

«Que éste sea el espíritu con el que os dediquéis al estudio durante estos años de vuestra formación teológica y pastoral», concluyó el Papa.

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ZENIT Staff

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