Juan Pablo II se encuentra por televisión con los jóvenes de Roma

A través de una conexión televisiva entre el Vaticano y la Basílica de San Juan de Letrán

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 16 marzo 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II se hizo presente gracias a la televisión en el encuentro de los jóvenes de la diócesis de Roma y de las diócesis circunstantes que en la tarde de este jueves se celebró en la Basílica de San Juan de Letrán.

Al final de la vigilia de adoración eucarística, a través de una gran pantalla colocada en la catedral del obispo de Roma, los miles de chicos y chicas presentes pudieron ver al Santo Padre, quien sentado en su sillón les impartió la bendición.

El pontífice, quien apareció durante unos minutos en silencio, hizo un gesto con la mano, como queriendo disculparse por no poder participar en esta cita con los jóvenes de su diócesis a la que había sido fiel en años anteriores antes del Domingo de Ramos.

El encuentro tenía por objetivo preparar las Jornadas Mundiales de la Juventud, que se celebrarán del 15 al 21 de agosto en Colonia (Alemania). Como este año (octubre 2004-octubre 2005) está dedicado a la Eucaristía, el acto central fue la adoración a Jesús expuesto en el sacramento del altar.

Tras testimonios de algunos de los jóvenes presentes y una meditación del monje francés Daniel Ange, fundador de «Jeunesse lumiere», escuela católica internacional de oración y evangelización, la aparición televisiva del Papa coincidió con la lectura del mensaje que preparó para esta ocasión y que fue leído en su nombre por el cardenal Camillo Ruini, obispo vicario de la diócesis de Roma y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana.

«Sé que estáis siempre a mi lado y que no os cansáis de rezar por mí. Os saludo y os doy de corazón las gracias», comienza diciendo el Papa en su misiva.

El mensaje es una oración a Jesús en la Eucaristía por los jóvenes del mundo, que viven en «una época marcada por odios, por egoísmos, por deseos de falsas felicidades, por la decadencia de costumbres, por la ausencia de figuras paternas y maternas, por la instabilidad en tantas jóvenes familias».

«Jesús, te pedimos que todo joven aquí presente desee unirse a ti en una eterna acción de gracias y se comprometa en el mundo de hoy y de mañana para ser constructor de la civilización del amor», implora el mensaje del Papa en una invocación.

El texto concluye con esta súplica: «Jesús, que te entregaste al Padre, ¡ámales! Jesús, que te entregaste al Padre, ¡sana las heridas de su espíritu! Jesús, que te entregaste al Padre, ¡ayúdales a adorarte en la verdad y bendíceles! Ahora y siempre. ¡Amén!».

Si bien no apareció en todo momento ante las cámaras, según había explicado al inicio de la vigilia el cardenal Ruini, el Papa siguió todo el evento desde el Vaticano.

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ZENIT Staff

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