Juan Pablo II: Una semana para impulsar la unidad de los cristianos

Palabras antes de rezar la oración mariana del «Angelus»

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CIUDAD DEL VATICANO, 19 enero 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación las palabras que pronunció Juan Pablo II este domingo a mediodía antes de rezar la oración mariana del «Angelus» junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Comenzó ayer la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que se celebra todos los años del 18 al 25 de enero, y en el hemisferio austral, en torno a Pentecostés. Los textos para esta «Semana» han sido preparados por un comité mixto internacional, formado por representantes católicos y por la Comisión «Fe y Constitución» del Consejo Ecuménico de las Iglesias.

Este año el lema es «Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro», tomado de la Segunda Carta de san Pablo a los Corintios (Cf. 4,7). En nuestros corazones resplandece el conocimiento de la gloria divina, que está reflejada en el rostro de Cristo; nosotros, sin embargo, llevamos este tesoro «en vasijas de barro», es decir, en la fragilidad de nuestra condición humana «para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros» (2 Corintios 4, 7).

El restablecimiento de la unidad de todos los bautizados es, de hecho, un don de Dios, y nuestro compromiso por promoverlo no es suficiente para que se realice, pero cuando los cristianos se encuentran, cuando se reconocen como hermanos, cuando colaboran para aliviar los sufrimientos y rezan por la unidad, contribuyen a hacer resplandecer el rostro de Cristo y su gloria.

2. En este segundo día de la «Semana de Oración», el versículo propuesto a la meditación está tomado del mismo texto del apóstol. Dice: «Perseguidos por todas partes, pero no aniquilados» (2 Corintios 4, 8). ¡Sí, estamos oprimidos por las divisiones, y hay muchas barreras que todavía nos separan! Pero no estamos aniquilados, pues la gloria del Señor, que resplandece en nosotros, continúa guiándonos hacia la purificación y al recíproco perdón, e infunde luz y fuerza a la oración que juntos elevamos a Dios, para que cure la herida de nuestra división.

3. Queridos hermanos y hermanos, pidamos al Señor que haga crecer hasta la plenitud la comunión entre los cristianos, en la verdad y en la caridad. Que ésta sea nuestra invocación conjunta. La renovaremos juntos solemnemente el 25 de enero próximo al clausurar la «Semana», cuando presidiré la celebración de las Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros, donde se han celebrado acontecimientos de gran importancia, que han marcado el camino ecuménico.

Confiemos esta ardiente súplica a la intercesión de María Santísima, Madre de la Iglesia.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final de la audiencia, el Papa pronunció este saludo en castellano.]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, de modo particular a los de las parroquias de Nuestra Señora del Rosario, de La Unión, y de San Bartolomé, de Murcia. ¡Qué en vuestra vida estéis siempre dispuestos a seguir al Maestro respondiendo generosamente a sus llamadas! Muchas gracias.

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ZENIT Staff

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