Juana de Arco, ejemplo para los políticos, según el Papa

“Encontró la fuerza para amar a la Iglesia hasta el fin, incluso en la condena”

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 26 de enero de 2011 (ZENIT.org).- La vida heroica y la trágica muerte de santa Juana de Arco son un ejemplo para los cristianos y especialmente para quienes se dedican a la política.

Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, en su catequesis dentro del ciclo decicado a las santas mujeres de la Edad Media, y que hoy quiso dedicar a Juana “la doncella”, jovencísima heroína francesa que fue ajusticiada en la hoguera por sus enemigos políticos.

Juana (1412-1431), original de la aldea de Domremy, recibió una serie de revelaciones divinas sobre la misión que debía cumplir liberando a su pueblo de la dominación de los ingleses, en el contexto de la guerra de los Cien Años.

Con apenas 17 años, Juana dirigió a los ejércitos de Francia a varias victorias, especialmente al levantamiento del sitio de Orléans (1429), que contribuyeron a devolver el trono a Carlos VII.

Capturada por los ingleses, abandonada por sus aliados y con un tribunal eclesiástico manipulado por intereses políticos, Juana fue acusada de herejía y condenada a la hoguera, en la que murió con tan sólo 19 años.

Rehabilitada 25 años después por el papa español Calixto III, fue canonizada en 1920 por Benedicto XV. Su figura tuvo una gran repercusión en escritores como Charles Péguy, y una honda influencia en otra gran santa francesa, santa Teresita de Lisieux.

El Papa quiso ilustrar dos aspectos de la vida de la santa francesa, como ejemplos para los cristianos de hoy. Por un lado, su acción política; por el otro, su amor a la Iglesia.

Ambos, afirmó, tienen su base en el profundo amor de Juana por Jesucristo: “el Nombre de Jesús, invocado por nuestra santa hasta los últimos instantes de su vida terrena, fue como la respiración de su alma, como el latido de su corazón, el centro de toda su vida”.

Esta santa, explicó el Papa, “comprendió que el Amor abraza toda la realidad de Dios y del hombre, del cielo y de la tierra, de la Iglesia y del mundo. Jesús siempre estuvo en primer lugar durante toda su vida, según su bella afirmación: Nuestro Señor es servido el primero”.

Juana veía a Jesús como el “Rey del Cielo y de la Tierra”, y en su estandarte “Juana hizo pintar la imagen de Nuestro Señor que sostiene el mundo, icono de su misión política”.

Por tanto, subrayó el Papa, “la liberación de su pueblo es una obra de justicia humana, que Juana cumple en la caridad, por amor a Jesús”.

“El suyo es un bello ejemplo de santidad para los laicos que trabajan en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles”, añadió.

Por otro lado, Benedicto XVI quiso subrayar de la Santa su amor por la Iglesia, aún a pesar del trágico final a causa de las intrigas en las que participaron los teólogos y prelados que contribuyeron a su injusta condena.

En Jesús, afirma el Papa, “Juana contempla también la realidad de la Iglesia, la Iglesia triunfante del Cielo, y la Iglesia militante de la tierra”.

“Según sus palabras ‘es un todo Nuestro Señor y la Iglesia’. Esta afirmación citada en el Catecismo de la Iglesia Católica, tiene un carácter verdaderamente heroico en el contexto del Proceso de Condena, frente a sus jueces, hombres de la Iglesia, que la persiguieron y la condenaron”.

“En el amor de Jesús, Juana encontró la fuerza para amar a la Iglesia hasta el fin, incluso en el momento de la condena”, subrayó el Papa.

El Pontífice es una de las “figuras más características de esas ‘mujeres fuertes’ que, a finales de la Edad Media, llevaron sin miedo la gran luz del Evangelio en las complejas vicisitudes de la historia”.

[Por Inma Álvarez]

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ZENIT Staff

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