Jubileo de las Universidades, un acontecimiento sin precedentes

Nueve premios Nobel, 1.500 ponentes y 10.000 profesores

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ROMA, 7 sep (ZENIT.org).- Pocos lo han notado pero el Jubileo de las Universidades que se concluirá con el encuentro de Juan Pablo II el 9 de septiembre es un evento que no tiene precedentes en la historia. Nueve premios Nobel, 1.500 ponentes, más de diez mil docentes universitarios, celebran en Roma esta cita jubilar.

Nunca nadie en la historia había logrado hacer coincidir a tantos profesores universitarios, provenientes de todos los países del mundo, para debatir juntos problemas y soluciones para ofrecerlos a la humanidad y celebrar el nacimiento de Cristo. Premios Nobel, profesores e investigadores de las universidades más prestigiosas están encontrándose y debatiendo en más de 58 congresos que se desarrollan contemporáneamente.

Como se indica claramente en la encíclica «Fides et Ratio», las soluciones más avanzadas proporcionadas por la ciencia parecen encontrar su realización más concreta cuando están unidas en el proyecto común de búsqueda de Dios. A esto apuntaba el Santo Padre cuando ha escrito la «Fides et Ratio», pero nunca se hubiera esperado una respuesta tan entusiasmada.

El evento es tan amplio en los argumentos afrontados que es difícil lograr hacer una síntesis exhaustiva. No obstante, hemos recogido las reacciones de algunos de los docentes que participan en varios congresos.

El cardenal Giacomo Biffi, arzobispo de Bolonia, en la apertura del congreso internacional organizado con este motivo por su diócesis ha explicado que «entre fe y razón deben cesar finalmente los malentendidos y se debe llegar a un matrimonio estable entre ellas que, si sabe superar la incompatibilidad de caracteres, ciertamente beneficiará al conocimiento integral del hombre con una nueva fecundidad».

El arzobispo de Bolonia ha precisado que «ninguna verdad puede ser considerada incompatible con el patrimonio de la revelación. Es más, siendo objetivamente siempre un reflejo del Logos divino, toda verdad es siempre «santa» y al menos, indirectamente salvífica».

Lorenzo Caselli, decano de la Facultad de Economía y Comercio de la Universidad de Génova y presidente del MEIC, el Movimiento Eclesial de Compromiso Cultural, ha dicho que «también el hombre de ciencia y de cultura debe medirse con el misterio de los tiempos que estamos viviendo. Para el no creyente el misterio es una nube, para el creyente en la nube está el Dios escondido».

«El Jubileo –ha afirmado Caselli– nos estimula a nosotros estudiosos creyentes a asumir una gran responsabilidad: hacer partícipe a la comunidad de los hombres de cultura del valor de nuestra fe y de nuestra esperanza para concurrir todos a la promoción de un «humanismo integral»».

Los estudiosos y los hombres de cultura, para Caselli, deben ser «portadores de gratuidad, es decir de un saber gratuito al servicio de todos los hombres, en especial de los últimos».

Según el teólogo padre Saturnino Muratore, la tarea principal del Jubileo de las Universidades es la de «promover un nuevo humanismo, en la perspectiva de un diálogo amplio, a nivel mundial, que sitúe en el centro la preocupación por la persona humana y los valores terminales de la verdad y del bien». En este contexto, ha sostenido Muratore, proponer un nuevo humanismo significa sobre todo tener presente que «la matriz humanística de la cultura occidental presentaba el ideal de una unificación del saber, profundas correspondencias entre el macrocosmos (la naturaleza) y el microcosmos (el hombre) y favorecía una lectura científica de la realidad para nada contrapuesta a la religiosa».

El profesor Carlo Casciani, profesor de Cirugía general en la Universidad romana de Tor Vergata y presidente de la Sociedad italiana para los transplantes, ha subrayado que es urgente «un fuerte llamamiento para volver a colocar al hombre en el centro de la investigación como fin y no como instrumento de la misma, perspectiva hacia la cual se está en cambio resbalando con el riesgo de usar al ser humano, en modo más o menos disfrazado, como conejillo de indias».

El profesor Piergiorgio Picozza, profesor de Física nuclear de la Universidad Tor Vergata de Roma explicó que «tomar posición ante los grandes problemas éticos que tiene el hombre no es manifestación de oscurantismo o de desprecio de la ciencia. La libertad intelectual de un cristiano no es menos completa de la que de quien se profesa laico. Y es en esta libertad intelectual, en esta defensa del hombre y de la unicidad de su papel en el universo, en la plena conciencia de su misión en este mundo, donde la fe manifiesta con pleno derecho su presencia, despliega sus potencialidades y ayuda a la humanidad a comprender el por qué de su existencia».

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ZENIT Staff

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