Antes de despedirse de los 25.000 peregrinos presentes en la plaza de San Pedro con motivo de la audiencia general, el Papa tomó la palabra en polaco para recordar que, en este mes, según la tradición se venera «la preciosísima sangre de Cristo».
«En el mundo se derrama continuamente sangre humana inocente –añadió–. En los corazones de los seres humanos, en vez de anidar el amor evangélico, a menudo anida el odio; en vez de la atención por el hombre, el desprecio y la prepotencia».
El Papa pidió a los peregrinos que recen «para que la humanidad contemporánea experimente la fuerza de la Sangre de Cristo derramada en la Cruz por nuestra salvación».
