La Acción Católica española se reorganiza

«A vino nuevo, odres nuevos»

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HUESCA, martes, 11 diciembre 2007 (ZENIT.org).- Bajo el lema, «A vino nuevo, odres nuevos», los movimientos y asociaciones laicales eclesiales de España  que hacen referencia a la raíz de la Acción Católica, celebraron una asamblea conjunta en Huesca.

La Acción Católica, una organización laical de iniciativa eclesial, anterior al Concilio Vaticano II, ha experimentado con el tiempo una diversificación para adaptarse a las distintas etapas del crecimiento cristiano.

La ACG es una oferta eclesial que abarca a todas las edades: niños, jóvenes y adultos presentes en las parroquias, pero siempre respetando la libertad, los carismas y las vocaciones de todos los fieles cristianos laicos.

Así en España existen hoy: la Acción Católica General (ACG), el Movimiento Junior, el Movimiento de Jóvenes de Acción Católica (MJAC), y la Acción Católica General de Adultos (ACGA).

Todas estas realidades de la misma Acción Católica celebraron una asamblea conjunta que fue al mismo tiempo XXXVI Asamblea General de Educadores del Movimiento Junior, IV Asamblea General del MJAC y Asamblea General Extraordinaria de la ACGA.

Celebrada del 6 al 9 de diciembre pasados, la asamblea conjunta se propuso llegar a una confluencia de todos los movimientos y asociaciones laicales inspirados en la Acción Católica.

La Acción Católica, en su modalidad General, explican los organizadores «es la colaboración fraterna, estable organizada entre el ministerio pastoral y el laicado, inserto en la pastoral general de la Iglesia, cada uno según su específica función, en orden a la realización del fin global de la Iglesia, esto es, la evangelización con todas sus implicaciones».

La Acción Católica General (ACG), añaden, «es un medio para que los laicos vinculados y comprometidos en el desarrollo de la vida parroquial se formen para que sean cristianos comprometidos capaces de evangelizar los diferentes ambientes en los que está enclavada la parroquia, siendo, al mismo tiempo, constructores de la propia comunidad parroquial en una línea evangelizadora y misionera».

El fin de la ACG es el mismo que el de la parroquia, pero dentro del amplio campo de necesidades y tareas de una comunidad parroquial para transmitir el mensaje de Jesús.

La misión más propia de la ACG viene definida por estos objetivos básicos: «Impulsar en las parroquias un laicado maduro; contribuir a la edificación de la parroquia como verdadera comunidad cristiana; dar respuesta evangelizadora y misionera a las realidades y ámbitos de la vida». Sus destinatarios son todos los miembros laicos de la comunidad parroquial. 

«Decimos que son todos los laicos de la parroquia los destinatarios de la ACG -explica Manuel López Luengo, presidente de ACGA de la diócesis de Ciudad Real–, ya que ésta ofrece unos medios de formación adaptados a todas las edades y una espiritualidad, que es la propia de la Iglesia, para vivir la fe con coherencia y con conciencia de ser testigos de Cristo y miembros de su Iglesia en el lugar y el medio en que les toca vivir». 

En la asamblea de Huesca, que reunió a más de 650 militantes llegados de 43 diócesis, adultos, jóvenes y juniors de la Acción Católica española avanzaron hacia el proyecto de una nueva configuración de la ACG.

El encuentro contó con la presencia de los obispos y arzobispos: Jesús Sanz, de Huesca; Manuel Ureña, de Zaragoza; Elías Yanes, emérito de Zaragoza; Javier Salinas, de Tortosa y administrador apostólico de Lleida; Alfonso Milián, de Barbastro-Monzón; Victorio Oliver, emérito de Orihuela-Alicante; Atilano Rodríguez, de Ciudad Rodrigo y consiliario de la Acción Católica Española.

Así mismo participaron monseñor Antonio Cartagena, director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar; Lourdes Azorín, secretaria general de la Federación de Movimientos de Acción Católica Española; y José Manuel Agost, viceconsiliario general de la Acción Católica Española.

La asamblea aprobó un comunicado en el que explica que este primer encuentro «ha servido para avanzar en el estudio y profundización de nuestra espiritualidad, misión, formación y organización como ACG», así como para «proponer una nueva configuración que, desde nuestro ser Acción Católica General, nos ayude a lograr una mayor y mejor evangelización y presencia en el mundo en general, y en el ámbito parroquial en particular».

Por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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