La actualización de la música sacra se dará si tiene en cuenta la tradición, afirma el Papa

Palabras tras el Concierto en la Capilla Sixtina de la Fundación Domenico Bartolucci

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 26 junio 2006 (ZENIT.org).- La actualización de la música sacra se dará si se tiene en cuenta la extraordinaria riqueza de la tradición de la Iglesia, constató el pasado día 24 de junio Benedicto XVI al finalizar un Concierto en la Capilla Sixtina, ofrecido en su honor por la Fundación Domenico Bartolucci.

Tras las notas escuchadas ante los frescos de Miguel Ángel, dirigidas por el mismo monseñor Bartolucci, según reconoció el obispo de Roma en su discurso de agradecimiento, «el espíritu advierte espontáneamente la necesidad de alabar, bendecir, dar gracias» al Señor «suma belleza y armonía, que ha dado al hombre la capacidad de expresarse con el lenguaje de la música y del canto».

El Concierto ofreció una selección de motetes compuestos por monseñor Bartolucci, de 89 años, director perpetuo de la Capilla Musical Pontificia Sixtina, desde 1956 por decisión del Papa Pío XII, alternados con composiciones de Giovanni Pierluigi de Palestrina (1525-1594).

En especial, el maestro Bartolucci dirigió la pieza «Oremus pro Pontifice nostro Benedicto» («Oremos por nuestro pontífice Benedicto»), escrita en abril de 2005, como oración al Señor por el ministerio petrino, con el que el Papa dijo sentirse especialmente honrado.

En recuerdo de la reciente visita de Benedicto XVI a Auschwitz, el «Super fulmina», escrito en los años juveniles de Bartolucci en el seminario, permitió revivir la desolación de los judíos que lloran en su exilio en Babilonia, mientras piensan con nostalgia en Jerusalén, patria espiritual perdida.

«La polifonía sacra, en especial la llamada «escuela romana», es una herencia que hay que conservar con cuidado, mantener viva y hacer conocer», observó el Papa en el discurso que pronunció tras las palabras que le había dirigido el maestro Bartolucci.

Servirá de «beneficio no sólo de los estudiosos y de los aficionados, sino de la comunidad eclesial en su conjunto, para la cual representa un inestimable patrimonio espiritual, artístico y cultural», aclaró.

«Una auténtica actualización de la música sacra no puede producirse sino en el surco de la gran tradición del pasado, del canto gregoriano y de la polifonía sacra», subrayó.

«Por este motivo –recordó–, en el campo musical, como también en los de otras formas artísticas, la comunidad eclesial ha promovido siempre y apoyado a cuantos investigan nuevas vías expresivas sin renegar del pasado, la historia del espíritu humano, que es también historia de su diálogo con Dios».

La Fundación Domenico Bartolucci nació en Roma en junio de 2003, recibiendo desde el inicio el apoyo de una Comisión de Honor, presidida por el cardenal Sergio Sebastiani, presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede.

Monseñor Domenico Bartolucci dirigió la Capilla Musical Pontificia durante las liturgias papales y en los numerosísimos conciertos dados en todos los continentes en los que la Sixtina realizó una misión de evangelización, testimoniando el arte y la fe de la Iglesia católica y manteniendo vivo el inestimable patrimonio del canto gregoriano y de la polifonía sacra.

Con este objetivo, la Fundación ha creado un Coro de profesionales comprometidos en la profundización del repertorio polifónico que, bajo la dirección del maestro Bartolucci, fue protagonista, en 2004 y 2005, de la Reseña «La Polifonía de la Escuela Romana», dedicada a defender la tradición clásica y contemporánea de esta célebre Escuela, que siempre se ha distinguido por la especial programación centrada en el puro canto, sin acompañamiento de instrumentos.

La Fundación Bartolucci tiene también el objeto de hacer conocer las composiciones del maestro cuya vasta producción comprende, además del repertorio escrito para la liturgia, música de cámara, de órgano, madrigales y monumentales oratorios sacros para solos, coro y orquesta.

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ZENIT Staff

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