La Biblia es referencia para la civilización, aclara el arzobispo Ravasi

Conferencia del presidente del Consejo Pontificio para la Cultura en Portugal

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LISBOA, martes, 24 junio 2008 (ZENIT.org).- La Biblia «es uno de los puentes de referencia capitales no sólo para la fe sino también para nuestra propia civilización», considera el arzobispo Gianfranco Ravasi.

El presidente del Consejo Pontificio para la Cultura estuvo en Portugal el pasado viernes, donde pronunció, en la Universidad Católica Portuguesa, una conferencia titulada «La Biblia, ‘Gran Código’ de cultura occidental».

Según el arzobispo italiano, la Biblia está presente en la cultura occidental, «como componente estructural del campo artístico, ético y social».

«‘Las Sagradas Escrituras son el universo sobre el que la literatura y el arte occidentales actuaron hasta el siglo XVIII y, en gran medida, todavía actúan'», citó el arzobispo, utilizando palabras del crítico literario Northrop Frye.

Monseñor Ravasi subrayó que, durante siglos, «la Biblia ha sido una inmensa gramática o un repertorio iconográfico, ideológico y literario al que ella se atiene constantemente, ya sea a nivel de alta cultura o a nivel de aquella popular».

El arzobispo apuntó tres modelos que representan «este inmenso influjo». En primer lugar, está el «reinterpretativo o actualizador: se asume el texto o el símbolo bíblico que es releído en el interior de coordenadas histórico-culturales nuevas y diversas».

En ese punto, monseñor Ravasi presentó el ejemplo de la figura de Job, que, «después haber sido convertido por el Arte Sacro en una imagen del Cristo paciente, se transforma en paradigma de la condición humana en Kierkegaard».

Otro modelo sería «el que elabora los datos bíblicos de manera desconcertante y que podemos definir como degenerativa. En la propia historia de la teología y de la exégesis, se han verificado frecuentemente desvíos y deformaciones hermenéuticas».

En este caso, el texto bíblico corre «el riesgo de ser reducido a un fondo tenue sobre el que se tejen nuevas tramas y nuevos significados, fenómeno que sucede con muchas otras figuras bíblicas», afirmó.

Un  tercer modelo, «el transfigurativo», aparece cuando «el arte consigue frecuentemente hacer visibles resonancias secretas del texto sagrado, transcribiéndolo en toda su pureza, haciendo germinar potencialidades que la exégesis científica sólo conquista con mucha fatiga o, incluso, ignora del todo».

En esta línea, según el arzobispo, emerge «la gran música que, en el periodo histórico que va del siglo XVII a los inicios del siglo XIX, superó muchas veces las artes figurativas como intérprete de la Biblia (Carissimi, Monteverdi, Schütz, Pachelbel, Bach, Vivaldi, Buxtehude, Telemann, Couperin, Charpentier, Haendel, Haydn, Mozart, Bruckner etc.)». 

«Imagínese sólo lo que puede significar un oratorio como Jefté de Carissimi o Vísperas de la Bienaventurada Virgen de Monteverdi o una Pasión según Mateo de Bach o incluso, mirando a nuestros días, la Pasión según San Lucas de Penderecki o los Chichester Psalms de Bernstein», consideró.

Según monseñor Ravasi, para estudiar un caso, «específico y existencial», «bastaría seguir la suprema relectura que Mozart hizo de un salmo literariamente modesto, el brevísimo 117 (116), querido sin embargo para Israel porque proclama las dos virtudes fundamentales de la alianza que liga a Dios con su pueblo, esto es ‘veritas et misericordia’, como dice la versión latina de la Vulgata utilizada por el músico o el ‘amor y la fidelidad’, en una traducción más próxima al original hebreo».

«Y claro, el Laudate Dominum en Fa menor de las Vísperas Solemnes de un Confesor  (K 339) de Mozart consigue recrear toda la carga teológica y espiritual, judía y cristiana del salmo, como no lo sabría hacer ninguna exégesis textual directa», destacó.

Al recordar que la Biblia es uno de los puntos de referencia para la fe y para la propia civilización, monseñor Ravasi citó palabras de Goethe, que «decía que el cristianismo es ‘la lengua materna de Europa'».

Por Alexandre Ribeiro, traducido del portugués por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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