La biotecnología, clave para los países en vías de desarrollo

La ética de los OGM y su aplicación a examen en un congreso

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ROMA, 9 octubre 2002 (ZENIT.org).- La biotecnología puede convertirse en un arma decisiva para luchar contra el hambre y contra la contaminación ambiental, afirmaron científicos que participaron en un encuentro de obispos filipinos celebrado en Roma.

El encuentro, que llevaba por tema «Ética de los organismos genéticamente modificados (OGM) y sus aplicaciones en Filipinas» fue organizado este martes por la Foundation Community-Building in the Asia-Pacific y celebrado en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.

Al explicar la posición de la Iglesia católica ante las biotecnologías, el obispo Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia Pontificia para la Vida, dijo que «No hay impedimentos hacia las biotecnologías animales y vegetales»

Éstas, añadió, «se pueden justificar con la motivación de que son para el bien del hombre. Dios ha concebido a los animales y los vegetales como criaturas buenas para las necesidades del hombre».

Ahora bien, aclaró, Dios ha dado también «al hombre la tarea y la responsabilidad de gobernar la creación», lo cual implica una gravísima responsabilidad.

Por eso, explicó que «el uso de las plantas y de los animales es legítimo, pero no representa un derecho absoluto».

Explicó que: «El uso de las plantas y de los animales es legítimo, pero no representa un derecho absoluto. La Iglesia tiene una posición abierta pero condicionada…, por este motivo pedimos la venta acompañada con la etiqueta [en la que se menciona que se trata de OGM] y la total disponibilidad para los países en vías de desarrollo, según los criterios de solidaridad y justicia».

«La Iglesia se adhiere a una concepción antropocéntrica creacionista, inspirada en la religión judía y cristiana, por la cual el hombre tiene una primacía en el mundo –subrayó–. Dios da al hombre una naturaleza espiritual en virtud de la cual él es responsable de las otras criaturas. Las demás criaturas han sido creadas para el bien del hombre, pero a su vez el hombre está llamado a orientar la creación al bien de la humanidad y a la gloria de Dios».

Por su parte, monseñor Jesús Y. Varela, obispo de la diócesis de Sorsogon (Filipinas), recalcó la importancia del papel de las biotecnologías en los países en vías de desarrollo.

«No existe actividad humana que no presente riesgos, y ciertamente los OGM no son más arriesgados que los alimentos que ya consumimos», subrayó monseñor Varela.

Desde el punto de vista ético-moral, el obispo de Sorgoson destacó que «todo lo que se pueda hacer para vencer el hambre, evitar que los niños se queden ciegos por falta de vitamina A y para la defensa del medio ambiente es bienvenido».

Francesco Sala, profesor de Botánica y Tecnologías Vegetales en la Universidad de Milán, explicó en su intervención los grandes beneficios que pueden surgir de los OGM.

«El modelo actual de la actividad agrícola está mostrando algunos límites – constató Francesco Sala –. El mundo necesita más alimento, pero debe encontrar nuevos métodos para incrementar la productividad. La utilización de antiparasitarios no puede incrementarse por razones medioambientales. Los suelos fértiles se han explotado mucho y, aún aumentando el empleo de fertilizantes, habrá superficies que tendremos que dejar reposar. Por estos motivos los OGM son absolutamente necesarios, porque nos permiten producir más y mejor con superficies reducidas».

El congreso contó también con la participación de Antonio Gaspari, director del Master en Ciencias Medioambientales del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum. Según Gaspari, al contrario de lo que se cree, son precisamente los países en vías de desarrollo los más interesados en la investigación, producción y utilización de los OGM.

«Las biotecnologías pueden ayudar a los países en vías de desarrollo a conservar los recursos naturales mejor y a proteger la biodiversidad. Si no, la biodiversidad local será destruida por las enfermedades y los parásitos», concluyó Gaspari.

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ZENIT Staff

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