La brujería adquiere reconocimientos públicos

La atracción de un fenómeno pagano

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ÁMSTERDAM, sábado, 3 diciembre 2005 (ZENIT.org).- La brujería cada vez aparece más abiertamente en Holanda. Un tribunal holandés ha dictaminado que los costes de las lecciones de brujería pueden tener deducción en los impuestos, informó el 31 de octubre Associated Press.

El mes anterior, el tribunal de distrito de Leeuwarden confirió el derecho legal a sustraer los costes de la enseñanza –incluyendo la brujería– de la declaración de la renta. Los costes pueden ser sustanciales, según una bruja entrevistada para el artículo.

Margarita Rongen gestiona la «Granja de las Brujas» en una provincia del norte. Sus talleres cuestan más de 200 dólares por fin de semana, y más de 2.600 dólares por un curso completo. Rongen declara que ha entrenado a más de 160 discípulos en las últimas 4 décadas.

En Inglaterra, la prisión de Kingston en Portsmouth ha empleado un sacerdote pagano para dar consejo espiritual a tres internos que cumplen sentencias de por vida, informó el 1 de noviembre el Telegraph. Los presos se han convertido al paganismo y, según las normas de la prisión, se les permite un capellán de la misma forma que a los cristianos o a otros credos religiosos. Denegarles un capellán pagano podría infringir sus derechos humanos, declaró John Robinson, director de la prisión.

Antes, el 17 de octubre, el Times de Londres informó de que se permitirá en todas las prisión a los sacerdotes paganos utilizar vino y varas en las ceremonias llevadas a cabo en las cárceles. El Times observaba que, bajo instrucciones enviadas a los directores de prisión por Michael Spurr, director de operaciones del servicio de prisiones, se permitirá a los internos que practiquen el paganismo una vestidura sin capucha, incienso y una pieza de joyería religiosa entre sus pertenencias personales.

Se dio a los directores una completa guía sobre paganismo, basada en información facilitada por la Pagan Federation. También se permitirá a los presos practicar el paganismo en sus celdas, incluyendo la oración, el canto y la lectura de textos y rituales religiosos. No se sabe cuántos prisioneros paganos hay en las cárceles de Inglaterra y Gales, añadía el Times.

En alza
La práctica de la brujería atrae a un creciente número de personas, especialmente entre mujeres jóvenes. Un intento reciente de comprender su atractivo es el libro «Wicca’s Charm» (El Encanto de la Uija), publicado en septiembre por Shaw Books.

La autora es la periodista Catherine Edwards Sanders, y el libro fue fruto de un artículo que le encargaron para una revista. Aunque inicialmente no se tomó en serio la uija, durante sus investigaciones Sanders llegó a apreciar que un hambre espiritual genuina llevaba a la gente a las prácticas neopaganas.

Sanders, que se profesa cristiana, define la uija como una «religión politeísta neopagana de la naturaleza, inspirada por varias creencias occidentales precristianas, que tienen como su deidad central a la Diosa Madre y que incluye el uso de magia herbaria».

El libro, que se limita a examinar la situación en Estados Unidos, admite que es difícil estimar el número de los adheridos a la uija. Sanders cita una estimación de un grupo, el Covenant of the Goddess, que dice que hay 800.000 paganos y adheridos a la uija en Norteamérica. Una socióloga, Helen Berger, en 1999 puso la estimación en entre 150.000 y 200.000 paganos.

La Uija se compone de muchos elementos diversos, con todo, Sanders identifica algunas creencias comunes entre sus seguidores. Éstas son: todos los seres vivientes tienen igual valor y los seres humanos no tienen un lugar especial, y no están hechos a imagen de Dios; quienes se adhieren a la uija creen que poseen el poder divino dentro de ellos mismos y que son dioses o diosas; su propio poder persona no se ve limitado por ninguna deidad; y su conciencia puede y debe ser alterada a través de la práctica de un rito y del ritual.

Lo que es importante para ellos, explica Sanders, es la experiencia de una realidad espiritual, y no la verdad o un cuerpo de conocimientos. No hay ortodoxia, texto definido o creencias base. Y, aunque tiene raíces antiguas, Sanders observa que se ve atraído por la modernidad puesto que puede ser moldeado para adaptarse a los deseos del consumidor espiritual.

El hacer hechizos es otro elemento clave de la uija. Pero Sanders observa que de todas las personas adheridas a la uija con las que habló, ninguna entró para utilizar hechizos para dañar a otras personas. La mayoría eligen la uija porque no están satisfechos con las iglesias y las religiones organizadas y están buscando una experiencia espiritual que no pueden encontrar en otro lugar.

Uija verde
Otro rasgo común en la uija es el medioambientalismo. La vida moderna ha perdido su conexión con la tierra, explica Sanders, y la uija, con su énfasis en la naturaleza, los calendarios de las estaciones, y las celebraciones ligadas al cambio de estaciones, es tanto una forma de recobrar esta conexión como también de espiritualizar la relación con la tierra. Muchos de sus seguidores también rechazan la cultura consumista materialista.

Los grupos paganos y de la uija, de hecho, han estado presentes en algunas de las protestas antiglobalización de los últimos años. Sanders describe algunas de las ceremonias de las que fue testigo en el 2002 durante el Foro Económico Mundial reunido en Nueva York. Llamaban la atención sobre asuntos tales como el daño medio ambiental, el bienestar de los animales y la preservación de la pureza del agua.

El aspecto ecológico de la uija considera la inspiración en parte de la espiritualidad conocida como Gaia. Gaia era la diosa de la tierra de los antiguos griegos y en los círculos neopaganos se ha transformado ahora en la idea de la tierra como un organismo vivo, también llamado Gaia.

El feminismo es otro elemento importante de atracción de las personas por parte de la Uija. Sanders observa que las mujeres pertenecientes a la uija sienten que las iglesias cristianas las tratan como ciudadanas de segunda clase, limitadas a enseñar en la escuela dominical.

Sanders estima que cerca de dos tercios de los neopaganos en Estados Unidos son mujeres. Muchas de ellas practican alguna forma de adoración a una diosa, normalmente en forma de una diosa madre, que es una metáfora de la tierra. Los rituales uija también ponen de relieve el concepto de potenciación, y se concede un papel de respeto a las funciones biológicas femeninas.

A esto se añade la creencia de que lo que están haciendo los actuales creyentes en la diosa es reclamar la herencia de un mundo primitivo en el que dominaba una sociedad matriarcal pacífica. Este «mito matriarcal» carece de cualquier evidencia histórica, observa Sanders, pero es una afirmación que se repite comúnmente.

De hecho, Sanders dedica una sección de su libro a explicar cómo los rituales y los conjuros de la uija no tienen raíces anteriores al año 1900, y son el resultado de invenciones y adaptaciones de un grupo de hombres, especialmente de Aleister Crowley y Gerald Gardner. Lejos de ser un renacimiento de cierto paganismo antiguo o sociedad matriarcal, la uija es una invención moderna masculina.

Hambre espiritual
El deseo de experimentar la espiritualidad de forma más directa e intensa es otro factor de atracción de la uija. Algunas chicas adolescentes, observa Sanders, están insatisfechas con la cultura superficial adolescente y buscan algo que dé un significado más profundo a sus vidas.

Pero, en vez de volverse a la religión tradicional para satisfacer esta necesidad, un creciente número experimenta con la uija. Sanders sostiene que en parte esto es culpa de algunas iglesias, que han perdido de vista el mundo espiritual y la realidad de una relación con Cristo y la inhabitación del Espíritu Santo, reduciendo sus actividades sólo a un ejercicio soci
al.

Otras iglesias proporcionan poco en cuanto alimento serio para las mentes inquisitivas adolescentes, especialmente para las femeninas. Otro factor que lleva a las adolescentes a la uija, en lugar de al cristianismo es el deseo de rituales y ceremonias. La cultura eclesial moderna, observa Sanders, ha reducido la importancia de los rituales religiosos y las celebraciones solemnes, llevando a la gente a buscar alternativas que ofrezcan experiencias sobrenaturales más tangibles.

Para concluir, Sanders afirma que sus investigaciones la han hecho apreciar más el hambre espiritual que lleva a la gente a experimentar con la uija. Al mismo tiempo, sostiene que el cristianismo ofrece todo lo que los neopaganos buscan: un mensaje verdadero hace dos mil años y válido todavía hoy.

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ZENIT Staff

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