La calidad del evangelizador depende de su unión con Dios

Manifestó el cardenal Ouellet en la asamblea plenaria de los obispos europeos

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Por A. Bourdin

ROMA, samedi 29 septembre 2012 (ZENIT.org).- «La calidad del evangelizador depende de la calidad de su unión con Dios», señaló el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, en el tercer día de la asamblea plenaria del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), que se ha celebrado en Suiza, en Saint-Gall, del 27 al 30 de septiembre.

De un encuentro con la prensa este sábado 29 de septiembre, en el que estuvo presente ZENIT, ofrecemos lo esencial del intercambio del cardenal con los informadores.

En su homilía, ha hablado de una Europa tocada por una crisis de esperanza: ¿qué papel puede jugar este continente para recuperar los valores en un discurso no solo europeo sino mundial? ¿Europa tiene todavía un rol que desempeñar? ¿Cuál?

Cardenal Ouellet: Europa es portadora de la civilización cristiana, matriz de la misma: siempre tendrá la responsabilidad de seguir testimoniando las raíces de su identidad, como continente configurado por el don de Cristo y de la Iglesia. Y en este sentido, la presencia de la Iglesia y el esfuerzo de la misma en este momento es ayudar a los países europeos a no perder la conciencia de la misión universal de Europa como portadora de este mensaje del Evangelio y de la sabiduría que este ha aportado sobre la dignidad de la persona, los derechos humanos. Me parece que tiene una misión y una conciencia que debe ser mantenida. Por esto la Iglesia trata de ayudar también a los políticos y a quienes toman las decisiones económicas para el futuro. Ayudarles desde su perspectiva de fe a apoyar el esfuerzo por el bien común y por la misión universal de Europa.

En cuanto prefecto de la Congregación para los Obispos, ¿cuál es su primera preocupación respecto a Europa?

Cardenal Ouellet: Es urgente educar. Cuando se pierde el sentido de la familia, cuando existen estos debates éticos sobre la naturaleza del matrimonio, uno se pregunta cómo los padres y la escuela transmiten la herencia cristiana a las nuevas generaciones, es una preocupación profunda. Porque, bajo la crisis económica y financiera, hay una crisis de visión del hombre, como ha subrayado esta asamblea. La Iglesia trata de atarer la atención sobre lo que está en juego.

Si la imagen del hombre mismo, creado a imagen de Dios, que es la base de la educación cristiana, se pierde, entonces ya no nos quedan modelos, y esto implica o supone consecuencias graves para los jóvenes: faltan ideales, referencias, modelos de personas.

Es una gran preocupación y por ello mi congregación tiene la preocupación de ayudar a la Iglesia a elegir a hombres de fe que tienen una visión clara de la antropología bíblica, que la Iglesia debe anunciar y proponer al mundo de hoy.

El mensaje es recibido o no, según las latitudes, pero Europa en este momento es un lugar de gran lucha sobre el concepto de hombre, sobre la antropología. Y se espera que la antropología cristiana, que se ha desarrollado en el contexto europeo, será también mantenida en esta lucha, sobre todo sobre cuestiones éticas. Y así, los otros continentes podrán seguir recibiendo de Europa lo que siempre han recibido de ella.

¿La Nueva Evangelización puede ser una respuesta de la Iglesia a esta crisis europea, en qué sentido?

Cardenal Ouellet: Ciertamente. El santo padre, en su mensaje, subrayó la proximidad de esta asamblea con el Sínodo de la Nueva Evangelización. Necesitamos arraigar los debates éticos en el fundamento, es decir, Cristo.

Cuando se habla de nueva evangelización, se habla en principio de un encuentro, del encuentro con Cristo, de la experiencia personal de Cristo. Si esta experiencia no está ya viva, entonces todas las cuestiones se hacen complicadas, porque es verdaderamente el fundamento, y es sobre esto, creo yo, sobre lo que aportará un acento el sínodo: el anuncio del kerigma apostólico como un cimiento que a menudo muchas veces se da por adquirido, pero que hay que volver sobre el como palabra actual a pronunciar de nuevo y actualizar para ver su coherencia; también con todo lo que dije antes sobre la antropología y las cuestiones éticas.

Creo que el Sínodo sobre la Nueva Evangelización nos reunirá junto a la fuente del encuentro personal y también, diría, no sólo por la preocupación por la fe de quienes se han alejado, sino por la preocupación por nuestra propia fe –por nuestra propia fe–, porque esta también puede ser más o menos viva.

La calidad del evangelizador depende de la calidad de su unión con Dios. Espero que este próximo sínodo sea un momento muy fuerte de Pentecostés, es decir una efusión del Espíritu Santo que es el único que puede reavivar en nosotros la audacia, la pureza, la profundidad de la fe y la valentía del anuncio.


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ZENIT Staff

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