La Campaña de Fraternidad apunta a una de las heridas más agudas de Brasil

Entrevista con el secretario ejecutivo de la Campaña, padre Luiz Carlos Dias

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BRASILIA, viernes 24 febrero 2012 (ZENIT.org).- El padre Luiz Carlos Dias, secretario ejecutivo de la Campaña de Fraternidad 2012 de Brasil, explica, en una entrevista concedida a ZENIT, en qué consiste la Campaña y los objetivos que pretende alcanzar.

El padre Luiz Carlos Dias pertenece a la diócesis de São João da Boa Vista y la provincia de Ribeirão Preto, y llegó a la sede de la Conferencia Episcopal de Brasil el 25 de abril del año pasado.

¿Qué significa la Campaña de Fraternidad para la Iglesia de Brasil?

–Padre Dias: Es un gran proyecto de evangelización de la Iglesia en Brasil que llega a su 49 edición. La primera etapa se realiza en el tiempo de cuaresma y la segunda, de realización de proyectos de transformación de la realidad propuesta, a lo largo de año. Es un proyecto que pretende llevar a la Iglesia en Brasil a tareas transformadoras en la sociedad, en pro de la justicia y la vida. Es, por tanto, un bonito proyecto evangelizador que empeña a los católicos y personas de buena voluntad en acciones transformadoras.

¿Qué tipo de cambios espera?

–Padre Dias: Con el tema “Fraternidad y Salud Pública”, la Campaña de Fraternidad 2012 quiere suscitar, en nuestras comunidades y en la sociedad en general, una sana discusión sobre la realidad de la salud pública en Brasil, y movilizar a nuestras comunidades y a la sociedad en general en acciones que resulten en mejoras en la atención y en la asistencia de la salud de la población. Al final de la Campaña, pretendemos llevar el resultado a las autoridades competentes. Para que la “salud se difunda sobre la tierra” también es necesario recordar a las personas que la salud es un don que debe ser preservado con hábitos de vida saludable. Y, por fin, queremos dar visibilidad e impulsar las pastorales relacionadas con la salud, un auténtico tesoro de nuestra Iglesia, que dispone de medio millón de voluntarios de nuestras comunidades, para la atención a las personas en momentos de fragilidad de la salud.

¿Hay un riesgo en la salud brasileña?

–Padre Dias: La CF 2012 apunta a una de las heridas sociales más agudas de nuestro país y quiere dar voz al clamor de quienes no tienen una estructura de atención de la salud en las proximidades de donde residen, o que como aún ocurre en algunas regiones, de los que afrontan las largas filas para la atención y necesarios exámenes, hospitales llenos de gente, de los que no tienen acceso a los medicamentos. Son situaciones que contrastan con los que pueden contar con servicios de planes de salud, los cuales ya responden a la atención de un cuarto de la población, aunque algunos presentan restricciones de las que los usuarios se darán cuenta solamente cuando recurren a estos servicios. Además, son constantes las reivindicaciones de una mejor remuneración de los servicios y salario de los profesionales de la salud pública.

Por tanto, no es exagerado decir que la salud pública en el país no va bien. Y los problemas hoy verificados en el área de la salud son reflejo del contexto más amplio de nuestra economía de mercado, hoy globalizada, que no admite una iluminación ético-moral y el horizonte de valores sociales, o sea, es un sistema desprovisto de compromisos con el pueblo, con las personas y con la salud, especialmente de aquellos en situación de exclusión.

¿Cuál es la presencia de la Iglesia en la salud brasileña, en los hospitales, en el área de la salud?

–Padre Dias: La Iglesia tiene un papel importante en la historia de la salud pública en Brasil. En el inicio de la colonización tuvimos las iniciativas de los jesuitas, siguieron las Santas Casas, las cuales todavía representan un tercio de las camas del país. Los religiosos y las religiosas fueron una presencia significativa y contribuyeron a una atención humanizada.

Hoy, si sumamos los voluntarios de las pastorales de la Salud, Infancia, Mayores, Sida, llegamos a cerca de quinientas mil personas. Por tanto, nuestra Iglesia tiene una presencia significativa, y no sólo por los números, sobre todo por el cuidado ejercido a innumerables hermanos y hermanas en momento de fragilidad y enfermedad. En relación a los hospitales, percibimos que en muchos la tendencia es dificultar la presencia de la Iglesia en la atención a los pacientes, dada también la diversidad de religiones. Mientras tanto, es bueno insistir en que esta atención es un derecho asegurado en el ámbito internacional. Necesitamos vencer las barreras para ejercitarnos como samaritanos junto a esas personas, que esencial en la misión de la Iglesia.

¿Cuál es la respuesta que se espera de todos los católicos?

–Padre Dias: La Campaña no viene para sustituir a nuestro camino cuaresmal, que es el tema fundamental: una vivencia de este tiempo procurando retomar la fidelidad al discipulado y adhesión cada vez más consistente a los valores evangélicos, mediante la conversión como preparación para la celebración de la Pascua, misterio central de nuestra fe, es lo fundamental y nada debe sobreponerse a este misterio. Y la Campaña de Fraternidad con sus temas, como la de este año, contribuye a este proceso. Además, es preciso tener en cuenta que las acciones transformadoras en realidades como la salud pública, benefician especialmente a los más necesitados, los pequeños, según la expresión evangélica.

Pero la satisfacción es percibir una serie de señales de movilización e interés en las parroquias y en las diversas diócesis por esta Campaña, a juzgar por las innumerables formaciones y por la cantidad de material requerido. Por tanto, esperamos que la propuesta de la Campaña de Fraternidad venga a contribuir a las debidas mejorías en la salud pública, para que la salud se difunda sobre la tierra.

Por Thácio Siqueira

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ZENIT Staff

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