La “Caritas in Veritate” y la cuestión antropológica, según el cardenal Ruini

La Doctrina Social es anuncio de la verdad de Cristo en la sociedad

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ROMA, miércoles 17 de febrero de 2010 (ZENIT.org).- En el primero de los encuentros para el 2010 en la catedral en Roma, el pasado 8 de febrero, el cardenal Camillo Ruini explicó la relevancia de la Doctrina Social de la Iglesia como revolución antropológica que pretende anunciar la verdad de Cristo en la sociedad.

El tema del encuentro, organizado por el Vicariato de Roma, fue “Caritas in Veritate. Reflexión sobre los fundamentos antropológicos”.

Introduciendo el tema, el cardenal Agostino Vallini, Vicario de Roma, precisó que “con la Caritas in Veritate el Papa ha ofrecido a la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad una reflexión de gran empeño argumentativo sobre el desarrollo humano, un documento orgánico de análisis y de proyecto para un mundo nuevo; podríamos decir: un manual ético para la economía, y también – en un cierto sentido – una guía para la política, entendida en sentido alto. En resumen, un texto de amplias miras y de esperanza”.

«Para el Papa Benedicto – añadió el purpurado – ninguna cuestión que interese al hombre – y por tanto, tampoco la social – puede prescindir de remitirse a los fundamentos. Es decir, no cambia el concepto de hombre ni el modo con el que se interpreta la relación que subsiste entre el hombre y la naturaleza, el hombre y la libertad, el hombre y el trabajo, el hombre y la economía, sino que en consecuencia cambian el concepto de sociedad, el fin del proceso económico, las reglas y los objetivos del desarrollo».

El cardenal Ruini, actual presidente del Proyecto Cultural de la Conferencia Episcopal Italiana, ha subrayado desde el principio, retomando el concepto de la encíclica papal, que “la cuestión social se ha convertid radicalmente en cuestión antropológica» y que, «sin verdad, la caridad se desliza hacia el sentimentalismo, y un cristianismo de caridad sin verdad se convierte fácilmente en marginal».

De aquí la aserción según la cual “la Doctrina Social de la Iglesia es Caritas in Veritate in re sociali: anuncio de la verdad de Cristo en la sociedad».

El anterior presidente de la CEI y Vicario de Roma explicó que “la verdad del hombre se expresa ante todo en la centralidad de la persona humana», principio clave de una «correcta y fecunda realización del desarrollo».

«Es la persona, de hecho, el sujeto que debe asumir primariamente el deber del desarrollo, y es la persona el recurso fundamental que hace posible el desarrollo, el primer capital que salvaguardar de cara al desarrollo mismo”.

En este contexto, según el purpurado, “la Encíclica desmonta la tesis, difundida desde hace tiempo, de que el excesivo incremento demográfico esté en el origen del subdesarrrollo, o al menos del retraso en el desarrollo».

«Es más bien la baja natalidad – precisó – la que se revela hoy como causa de incertidumbre e incluso de decadencia en naciones económicamente desarrolladas, mientras que la apertura moralmente responsable a la vida representa una riqueza social y económica».

«Por lo tanto, el respeto a la vida y la apertura a la vida están en el centro del verdadero desarrollo, mientars que la mentalidad antinatalista y las legislaciones contrarias a la vida, como las prácticas de control demográfico impuestas por los Gobiernos, comportan costes humanos y sociales muy graves”, añadió.

En el contexto que une la ética social y la ética de la vida es evidente la estrecha relación de la Caritas in Veritate, no solo con la Populorum Progressio, sino también con la Humanae Vitae, además de con la Evangelium Vitae.

A propósito de esto, el cardenal Ruini apoyó con fuerza la invitación del Papa Benedicto XVI a superar la brecha en la sensibilidad moral que caracteriza al Occidente actual.

Retomando la Evangelium Vitae de Juan Pablo II, el purpurado afirmó que “no puede tener bases sólidas una sociedad que – mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz – se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más diversas formas de desestima y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada».

Tras haber denunciado el riesgo de un nihilismo de la técnica, con el uso utilitarista y cientifista de las nuevas tecnologías, el anterior presidente de los obispos italianos llamó la atención sobre las “actuales tendencias a separar la cultura de la naturaleza, problema decisivo también para la salvaguarda de la creación”.

El problema verdadero y fundamental, observa, es “el mantenimiento de la moral de la humanidad en general y el pleno respeto del ser humano y de su vida”. En este ámbito, la “ecología humana” trae ventajas también para la ecología medioambiental.

«Y cuando se trata sobre la centralidad del hombre, con la ética y con la ley natural, no es posible evitar la pregunta sobre Dios”, explicó.

La «Conclusión» de la Enciclica se abre por eso con una afirmación fuerte, que retoma la instancia central del magisterio de Benedicto XVI: «Sin Dios el hombre no sabe adónde ir y no consigue comprender siquiera quién es”.

Consideración que refleja el pensamiento de Pablo VI en la Populorum Progressio, según la cual “el hombre no es capaz de gestionar por sí solo su propio progreso, porque no puede fundar sobre sí mismo un verdadero humanismo».

«Solo si consideramos haber sido llamados a formar parte de la familia de Dios como hijos suyos seremos capaces de producir un nuevo pensamiento y de extraer nuevas energías al servicio de un verdadero humanismo integral – concluyó el cardenal Ruini –. De lo contrario, tanto las cerrazones ideológicas a Dios como el ateísmo de la indiferencia, que olvidan al Creador y corren el riesgo de olvidar también los valores humanos, están hoy entre los mayores obstáculos al desarrollo».

Por Antonio Gaspari, traducción del italiano por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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