La comunicación de la Iglesia a través de sus webs diocesanas

Entrevista con el profesor Daniel Arasa

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ROMA, domingo, 27 abril 2008 (ZENIT.org).- La página web diocesana ideal no existe. Pero se pueden ofrecer instrumentos para mejorarlo. Lo intenta el profesor Daniel Arasa (Barcelona, 1971) en su libro «Church communications through diocesan websites. a model of analysis», (Comunicación de la Iglesia a través de los websites diocesanos: un modelo de análisis) publicado en inglés por la EDUSC (www.pusc.it).

Este profesor de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz ha estudiado nueve diócesis del mundo: Bogotá (Colombia), Johannesburgo (Sudáfrica), Los Ángeles (USA), Madrid (España), Manila (Filipinas), Melbourne (Australia), Ciudad de México (México), Milán (Italia) y Sao Paulo (Brasil).

Sintetizando, los problemas principales que tienen los sitios diocesanos pueden reducirse a dos, explica: «recursos y formación en comunicación».

Daniel Arasa coordina los estudios en la Facultad de Comunicación Institucional de su universidad y es periodista y doctor en comunicación.

–¿Qué le impulsó a realizar una investigación sobre websites diocesanas?

–Arasa: Por un lado, Internet y el web en particular se han convertido en instrumentos y ámbitos de comunicación esenciales. Creo muy interesante conocer qué hace o puede hacer la Iglesia católica para comunicar en esos ámbitos.

Podría añadir que es hora de hacer ver que la comunicación de la Iglesia es digna de ser estudiada desde un punto de vista académico y científico.

–¿Qué hace falta para mejorar la presencia de la Iglesia en Internet?

–Arasa: Mejorar la comunicación digital de la Iglesia no es cuestión de voluntarismo. Hace falta partir de un análisis y evaluación de la realidad y de las propias capacidades, así como de una profesionalización de las personas que se dedican a ello.

Esta investigación no pretende dar un elenco práctico de cosas a hacer y otras a evitar: eso sería reductivo y de corto alcance. Aunque ciertamente se deducen opciones particulares, se pretende más bien ofrecer criterios para la proyectación, gestión, evaluación y análisis de iniciativas web.

En otras palabras, aquellas dimensiones que deben ser consideradas antes, durante y después de cualquier proyecto digital, así como la actitud que está detrás de estas iniciativas.

En este sentido, pienso que este estudio tiene particular interés para dos grupos de personas: en primer lugar, la comunidad académica dedicada a la investigación de la comunicación institucional y de la comunicación electrónica; y, en segundo lugar, a todos aquellos responsables de comunicación de la Iglesia, desde los obispos hasta los directores de oficinas de comunicación o los webmasters.

–¿Qué imagen de la Iglesia sale a la luz del análisis de los sitios web diocesanos?

–Arasa: Una imagen ciertamente variopinta, pero a la vez homogénea. Es significativo encontrar en todas las páginas web diocesanas una atención muy particular al Santo Padre y al Vaticano.

La variedad se descubre en la atención a la idiosincracia de cada diócesis y de sus gentes: hay sitios web, por ejemplo, que ponen un gran énfasis en aspectos devocionales (por ejemplo, en Filipinas); otros, en cambio, enfatizan la información sobre las parroquias y los sacerdotes (muy propio de sitios web en Latinoamérica); otros la amplitud de la documentación, etc.

–¿Me confiesa cuál es la diócesis católica con el mejor website?

–Arasa: ¡Ya me gustaría saberlo!… No creo que sea posible contestar a esta pregunta: cada diócesis tiene características propias, circunstancias específicas y exigencias particulares muy ligadas al territorio y a la población.

Son factores que influyen y determinan sus modos e instrumentos de comunicación y, por tanto, también sus websites. Además, el mundo web es un mundo en constante movimiento: lo que era «bueno» ayer, no lo es hoy. Por eso, no creo que sea posible decir: ésta o aquella es la diócesis con el mejor website.

En todo caso, lo que sí es posible, y con esta investigación intento hacer esto, es señalar elementos positivos, casos de buenas prácticas que pueden ser tomados como modelo por otros websites diocesanos.

–Pero algún ejemplo podrá citar…

–Arasa: Sí, muchos. La diócesis de Los Ángeles, por ejemplo, es un modelo de compatibilidad y accesibilidad: ofrecen numerosas posibilidades de descargar documentos y de hacerlos compatibles con PDAs. Tienen en cuenta la movilidad de las personas que usan su website, de manera que facilitan que puedan oír o leer documentos de interés o seguir eventos con un lector digital, en su ordenador, etc.

¿Otro ejemplo positivo? La diócesis de Milán, que es la más grande de Europa, tiene un website muy completo y actualizado; la de Madrid, en España, que tiene un gran servicio de noticias eclesiales; la de Melbourne, que está muy bien organizada; etc.

Seguramente pueden encontrarse también muchos puntos positivos en websites de otras diócesis que no he estudiado. Aunque, por supuesto, no todo es positivo. También hay cosas en las que mejorar.

–Hablemos de los aspectos mejorables. Como los links que no funcionan, por ejemplo…

–Arasa: Efectivamente, en algunos casos, es significativo el caso de links que no funcionan, problemas de navegación al interno de los sitos web (repetición de secciones, incoherencias, caracteres demasiado pequeños que dificultan la lectura, etc.), o lentitud de la interacción (mensajes de correo electrónico no contestados, etc.).

Un aspecto en el que los websites diocesanos se han quedado atrás es el de la multimedialidad: está cambiando, pero todavía hay muy pocos servicios audio y casi ninguno de vídeo, cuando el web ofrece tantas posibilidades para ello. A pesar de tener muchas cosas positivas, el mundo web eclesial puede y debe aprender mucho de otros ámbitos.

–¿De quién es la culpa de estas negligencias?

–Arasa: Los aspectos que he resaltado no tienen intención crítica. Entre las personas que he encontrado, he descubierto una gran profesionalidad y preparación y, sobre todo, un enorme deseo de servir a su iglesia local y a la Iglesia universal.

Sintetizando, los problemas principales pueden reducirse a dos: recursos y formación en comunicación.

En cuanto al primero, es evidente que las organizaciones eclesiales no pueden competir con el ámbito comercial. Falta dinero y, por tanto, recursos materiales y humanos. Sin embargo, una mayor atención a los aspectos comunicativos, junto a una mayor profesionalidad y creatividad, pueden ser determinantes en la mejora de los websites.

El segundo aspecto, el de la formación, está muy ligado al primero. Gran parte del personal que trabaja en los «website teams» de las diócesis tiene una alta o medio-alta formación en aspectos tecnológicos y gráficos, pero carece, en la mayor parte de los casos, de un background en comunicación.

–En su investigación, ha entrevistado a numerosos periodistas que cubren la información de la Iglesia. ¿Son muy críticos?

–Arasa: Son más de cuarenta las entrevistas en profundidad que he realizado con corresponsales en el Vaticano y con periodistas que informan sobre la Iglesia. Obviamente, cada uno tiene una visión personal, sus gustos, sus preferencias y sus objeciones.

Quizá lo más positivo es que la gran mayoría de periodistas han destacado una notable mejora de la comunicación de la Iglesia en los últimos años, también en el ámbito de los websites.

Junto a ello, los periodistas opinan que los sitios web diocesanos no responden a sus necesidades. Un ejemplo concreto: muchos periodistas desearían tener documentos las homilías, los mensajes o los comunicados anticipadamente para poder lanzarlos enseguida en el moment
o en que estos son públicos; muchas oficinas de comunicación no ofrecen esta posibilidad, cuando el uso del embargo es algo muy generalizado en otro tipo de comunicación como por ejemplo, la política.

Un periodista profesional respeta siempre el embargo que es, a la vez, un modo de facilitar su trabajo.

En cualquier caso, hay que entender que no siempre los objetivos de un comunicador institucional coinciden con los de los periodistas. Creo que es normal encontrar motivos de discrepancia entre ellos.

Por Miriam Díez i Bosch

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ZENIT Staff

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