A child receiving the First Communion

Un joven recibe la primera comunión. (WIKIMEDIA COMMONS - Emiliano Filipi)

La Comunión

Catequesis para toda la familia

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

Los domingos procuramos ir a Misa en familia. Es lo más importante que hacemos durante la semana. Lo hemos de sentir así. Y es así porque vamos a encontrarnos de un modo muy especial con Cristo, Nuestro Señor… Cuando asistimos al acontecimiento más grande de nuestra fe que es la Santa Misa, renovamos ante Dios y los hermanos nuestro corazón, nuestro amor y dedicación. Él, nuestro Padre, lo hace siempre todo nuevo, y una y otra vez nos cambia el corazón para acercarnos más a Él y a los hermanos…

El momento culmen vendrá después de las preces de los fieles. Es el momento de la consagración, instante culminante de nuestra fe. Estaremos atentos, más que si viésemos a los mismos ángeles de Dios subir y bajar sobre el altar. Porque además eso está pasando de verdad. Aunque no lo veamos. Pero lo sabemos, y estamos seguros. Cosas de la fe…

Los niños han de ir siempre a Misa con sus padres, porque entonces es cuando sienten que verdaderamente es algo que merece la pena porque es muy importante; como cuando reciben un premio y están a su lado todos los de casa. Y nada hay más importante que recibir a Jesús en nuestra boca, en nuestro corazón, en nuestra alma… La familia debe asistir unida a la Santa Misa, porque es lo más grande que podemos hacer juntos. Y si estamos con nuestros niños, cuando llega el momento de la comunión será esa ocasión maravillosa para ser su ejemplo: Totalmente absortos en lo que el sacerdote hace en ese momento con el pan y el vino, invocando al Espíritu Santo para que vuelva Jesús, una vez más, a alimentarnos, a ser uno con nosotros…. Y después de comulgar, recogidos dando gracias por tanta cosa que Dios nos da, y pidiendo por nosotros mismos y los demás…

La Comunión, pues, es lo más grande que existe para nosotros los hijos de Adán, y muy especialmente para los católicos: herederos de la fe apostólica. Nada hay sobre la tierra que lo iguale en grandeza porque cuando comulgamos nos revestimos de la naturaleza divina con el firme propósito de asemejarnos a Nuestro Señor… Él se nos da completamente para que tengamos vida verdadera: La vida de Dios, la vida de Jesús, Nuestro Señor… Anticipo de la vida eterna aquí en la tierra como dice el catecismo…

Pero…, siempre hay algún pero, no nos podemos acercar a comulgar de cualquier modo: Hemos de hacerlo aseados y limpios, por fuera y por dentro; sería como una traición, ir sucios a una invitación del mismo Cielo, y aún peor, sin limpiar muy a fondo por dentro. Nuestro corazón ha de refulgir como un sol gracias a ese sacramento que llamamos confesión de los pecados… La confesión hace que Cristo, al comulgar nosotros, tome posesión y habite como el Rey que es, en nuestro corazón.

Vayamos a Misa los papás y los niños juntos, acudamos toda la familia a la Iglesia cada domingo a la cima de nuestra fe, a la Eucaristía… A recibirle como el Rey que es en nuestro corazón. Y comulguemos para unirnos más entre nosotros y los mismos santos del cielo y sobre todo con Dios, Nuestro Señor. Y tendremos vida eterna.

Por: Mjbo

Print Friendly, PDF & Email
Share this Entry

ZENIT Staff

Apoye a ZENIT

Si este artículo le ha gustado puede apoyar a ZENIT con una donación