La confianza, senda hacia la comunión plena entre cristianos; según el Papa

El pontífice se encuentra con una delegación de la Iglesia ortodoxa búlgara

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CIUDAD DEL VATICANO, 26 mayo 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II considera que los avances que han experimentado las relaciones entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa búlgara en el último año constituyen un signo de esperanza e indican el camino a recorrer en la búsqueda de la unidad plena.

El pontífice hizo esta constatación este lunes al encontrarse con una delegación del patriarcado ortodoxo búlgaro, encabezada por el metropolitano Kalinik, y acompañada por cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos.

La delegación participó este sábado en la inauguración del uso litúrgico y pastoral de la iglesia de los santos Vicente y Anastasio (en la Fontana de Trevi, en pleno centro de Roma), que el Santo Padre ha cedido a la comunidad de búlgaros ortodoxos residentes en la capital.

La visita conmemora, además, la primera peregrinación de un obispo de Roma a Bulgaria, y su encuentro del 24 de mayo de 2002 con el patriarca ortodoxo búlgaro, Maxim en Sofía.

Aquel viaje internacional del Papa fue particularmente significativo para buscar caminos de superación del cisma de Oriente que separa a las Iglesias ortodoxas de Roma desde inicios del segundo milenio.

Bulgaria fue considerada en esa ocasión por los analistas como un «puente», por las históricas relaciones cercanas que mantiene con el patriarcado ortodoxo de Moscú.

«Parecería que se han abreviado las distancias, se conoce mejor al hermano. Se crea el contexto justo en el que crece la confianza recíproca, condición previa para el entendimiento, la convivencia pacífica, y la comunión», explicó el Papa al subrayar la importancia de las relaciones fraternas para superar la división entre los cristianos.

«Nuestro encuentro de hoy nos llama realmente a la esperanza», reconoció en su discurso Juan Pablo II. «Sentimos crecer el deseo de una comunión más profunda entre nosotros, y vislumbramos con mayor claridad el camino que hay que recorrer».

«Una experiencia de participación fraterna y de respeto recíproco de nuestras legítimas diversidades puede servir de aliento para conocernos mejor y colaborar también en otros contextos y circunstancias, cada vez que se presente la ocasión», aclaró.

De este modo, añadió, se puede avanzar hacia «la meta a la que hay que tender para que el Oriente y Occidente cristianos puedan reunirse plenamente y hacer resplandecer mejor la «plenitud» (pleroma) de la catolicidad de la Iglesia».

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ZENIT Staff

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