La Cruz de Cristóbal Colón, declarada Monumento Nacional en Cuba

Dos mil fieles celebraron el 500 aniversario de la fundación de Baracoa

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BARACOA, viernes 26 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Al finalizar una eucaristía de acción de gracias, el 15 de agosto, por la fundación, hace quinientos años, de la primera villa en la Isla, el arzobispo de Santiago de Cuba, levantó en alto la Cruz de la Parra, plantada por Cristóbal Colon el 1 de diciembre de 1492 en el extremo oriental de la Isla, y bendijo con ella a unos dos mil fieles congregados en la plaza.

Minutos antes, la multitud había roto en aplausos al conocer que la Comisión Nacional Cubana de Monumentos declaraba a la Cruz de la Parra como Monumento Nacional. Esta cruz se conserva en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa.

El historiador Eusebio Leal hizo el anuncio y calificó la Eucaristía en Baracoa como “un acto de concordia, un acto hermoso por y en nuestra patria, en la más antigua de todas las ciudades de Cuba, al pie de la advocación de la Asunción”.

El acto había sido convocado por el obispo de la diócesis de Guantánamo-Baracoa, monseñor Willy Pino quien, en sus palabras de bienvenida, reconoció la presencia de casi todos los obispos de toda la Isla, así como la de los representantes políticos de la nación y de la provincia que habían acudido a la cita.

La Eucaristía fue presidida por el arzobispo de Santiago de Cuba, monseñor Dionisio García Ibáñez, quien predicó la homilía invitando a vivir la historia como enseñanza con mirada de futuro.

Monseñor Pino recordó a quienes “aún queriendo, no han podido venir, por estar trabajando o viviendo en otros países, por problemas de transporte, por motivos laborales, por estar enfermos o en prisión o estar cuidando a personas ancianas”.

Subrayó que “Dios los bendecirá igualmente”, al tiempo que expresaba para todos su bienvenida a la tierra “del famoso Yunque—una formación montañosa que tiene esa forma—de los bellos ríos, de muchos platos típicos y sobre todo de la gente amable complaciente y hospitalaria, que junto a la Iglesia que ha acompañado a este pueblo en todos estos 500 años, les recibe con los brazos y el corazón abiertos”.

De todas las comunidades de la diócesis, llegaron los católicos vistiendo camiseta blanca con el mensaje: “500 generaciones de fe, 1511-2011,  Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”.

También acudieron delegados de otras diócesis del resto de Cuba. Muchos tuvieron que viajar durante horas para estar presentes, y regresaron al anochecer a sus diócesis, en camiones contratados para ello.

Al iniciarse el acto, los jóvenes hicieron una representación sobre los orígenes de la ciudad, la llegada de los primeros conquistadores, el encuentro de culturas, y la labor evangelizadora de los misioneros, entre los que destacaron a san Antonio María Claret, obispo de Santiago de Cuba entre 1849 y 1858, que entonces abarcaba casi la mitad de la Isla.

En sus palabras, el historiador de La Habana resaltó la labor del fraile Bartolomé de las Casas, “un dominico, como Antonio de Montesinos, que elevó su voz por los indios, por los indígenas, en la Isla Española y, particularmente, en Santo Domingo.”

Recordó que el gran poeta cubano José Martí le había descrito, “como el apóstol de los indios” y calificó al fraile Las Casas, como “uno de los autores del humanismo moderno, uno que supo discutir en el debate de Valladolid la existencia de un alma inmortal en los aborígenes”.

Dijo de él que “supo impregnar el corazón de la reina católica para que, en todo, escribiese las nuevas leyes y que fueron la causa de la profunda preocupación testamentaria  que está todavía en nosotros”.

Esta preocupación, afirmó, se ha mantenido viva a lo largo de la historia cubana.

Refiriéndose a la Cruz de la Parra aclaró que Comisión Nacional de Monumentos había hecho una lectura de la historia, reconocido la tradición, la demostrada antigüedad del leño y los estudios realizados por la doctora Raquel Carreras para demostrar“de manera irrefutable la antigüedad de la Cruz”, por lo que se declaraba también como Tesoro de la Nación cubana.

En su discurso, recordó el que días antes había pronunciado el general presidente Raúl Castro, “al presentar el tema de la fe como un tema cardinal de la libertad.” El historiador dijo que dicho discurso “fue tan importante para nosotros como el Edicto de Milán”, por el que el emperador Constantino, en el siglo cuarto, permitió a los cristianos practicar su fe libremente. “Era realmente un derecho” expresó Leal ante la multitud reunida en la plaza.

“El derecho –dijo- de todos aquellos que hoy, por razones de amor a la historia o por devoción reconocen, en esa Cruz, una parte de su pueblo”. Subrayó que la Cruz de la Parra “es de todo el pueblo cubano, es también de Guantánamo, está al cuidado de todo el pueblo baracoano, pero particularmente de su comunidad cristiana, de su iglesia parroquial mayor y de su prelado. ¡Viva Baracoa!”.

Baracoa es la ciudad primada del país caribeño y la primera visitada por Cristóbal Colón en Cuba, el 27 de noviembre de 1942, según atestigua él mismo en su diario. La diócesis de Guantánamo-Baracoa fue erigida por Juan Pablo II durante su visita a Cuba en enero de 1998.

Por Araceli Cantero

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ZENIT Staff

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