La Cuaresma, según el Papa: 40 días para convertirse y descubrir el amor de Dios

Propuesta en la audiencia general de este miércoles

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 21 febrero 2007 (ZENIT.org ).- Benedicto XVI propuso a los cristianos en este Miércoles de Ceniza vivir la Cuaresma como un período privilegiado de conversión que les permita experimentar que Dios es amor.

«Que el período cuaresmal, que hoy emprendemos con el austero y significativo rito de la imposición de las Cenizas —afirmó–, sea para todos una renovada experiencia del amor misericordioso de Cristo, quien en la Cruz derramó su sangre por nosotros».

El pontífice presentó su propuesta en la semanal audiencia general, celebrada primero en la Basílica de San Pedro y después en el Aula Pablo VI del Vaticano, con la participación de casi 10.000 peregrinos.

Desde los orígenes de la Iglesia, afirmó, «toda la Cuaresma era un camino hacia este gran encuentro con Cristo, hacia la inmersión en Cristo y la renovación de la vida».

Por tanto, afirmó, «la Cuaresma es una oportunidad para “volver a ser” cristianos, a través de un proceso constante de cambio interior y de avance en el conocimiento y en el amor de Cristo».

«La conversión no tiene lugar nunca una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior de toda nuestra vida», aclaró.

«Desde este punto de vista –subrayó–, para cada cristiano y para todas las comunidades eclesiales, la Cuaresma es la estación espiritual propicia para entrenarse con mayor tenacidad en la búsqueda de Dios, abriendo el corazón a Cristo».

«Pero, ¿qué es en realidad convertirse?», se preguntó el Papa y respondió: «Convertirse quiere decir buscar a Dios, caminar con Dios, seguir dócilmente las enseñanzas de su Hijo, Jesucristo».

«Convertirse no es un esfuerzo para realizarse uno mismo, porque el ser humano no es el arquitecto del propio destino. Nosotros no nos hemos hecho a nosotros mismos. Por ello, la autorrealización es una contradicción y es demasiado poco para nosotros. Tenemos un destino más alto», aclaró.

«Podríamos decir que la conversión consiste precisamente en no considerarse en “creadores” de sí mismos, descubriendo de este modo la verdad, porque no somos autores de nosotros mismos».

«Conversión consiste en aceptar libremente y con amor que dependemos totalmente de Dios, nuestro verdadero Creador, que dependemos del amor. Esto no es dependencia, sino libertad», explicó.

De este modo el Papa presentó a los hombres y mujeres de nuestra época, «que con demasiada frecuencia estamos distraídos por las preocupaciones y los intereses terrenos y momentáneos, la revelación definitiva del amor y de la misericordia divina».

«Dios es amor y su amor es el secreto de nuestra felicidad. Ahora bien, para entrar en este misterio de amor no hay otro camino que el de perdernos, entregarnos, el camino de la Cruz».

«La oración, el ayuno y la penitencia, las obras de caridad hacia los hermanos se convierten de este modo en sendas espirituales que hay que recorrer para regresar a Dios»

«Pongámonos dócilmente a su escucha para aprender a «volver a dar» su amor al prójimo, especialmente a los que sufren y atraviesan dificultades», concluyó.

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ZENIT Staff

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