La cuestión de las células madre no contrapone ciencia y religión

Declaración de los obispos estadounidenses sobre la investigación no ética

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WASHINGTON, lunes, 23 junio 2008 (ZENIT.org).-Los obispos estadounidenses reconocen que la investigación con células madre ha capturado la imaginación de muchos miembros de la sociedad, pero subrayan que matar deliberadamente seres humanos inocentes es profundamente inmoral.

Los prelados afrontaron la cuestión relativa a la investigación con células madre embrionales en una declaración aprobada en su encuentro de primavera que concluyó el pasado 14 de junio.

En su declaración, en primer lugar, explican qué son las células madre y por qué han suscitado tanto interés en la comunidad científica.

«Los científicos esperan que estas bases biológicas pueden ser dirigidas a producir muchos tipos de células para ‘reparar’ el cuerpo humano, curar enfermedades, aliviar sufrimientos –subrayan–. Pero algunos científicos están más interesados en las células madre obtenidas destruyendo a un ser humano en estado embrionario en los primeros días de su desarrollo. Almacenar estas ‘células madre embrionales’ implica la muerte deliberada de seres humanos inocentes, un acto gravemente inmoral».

Los prelados subrayan tres argumentaciones propuestas para justificar la destrucción de embriones humanos para obtener células madre: «1) los beneficios potenciales prevalecen sobre cualquier daño producido en este caso; 2) la que es destruida no es una vida humana, o al menos no es un ser humano con derechos fundamentales; 3) no se debería pensar que diseccionar embriones humanos por sus células implique una pérdida de vida embrionaria».

Tras mostrar la debilidad de cada argumentación, los obispos subrayan que «ésta no es sólo una enseñanza para la Iglesia católica. La Declaración de Independencia de nuestra nación ha dado por descontado que los seres humanos son diversos por tamaño, fuerza e inteligencia, pero ha declarado que los miembros de la raza humana, diversos desde estos puntos de vista, son creados iguales en sus derechos fundamentales, empezando por el derecho a la vida».

«Lamentablemente, este principio de derechos humanos iguales para todos no ha sido siempre puesto en práctica, incluso por los firmantes de la Declaración. En los momentos más importantes de nuestra nación, sin embargo, los estadounidenses comprendieron que no podemos descartar o excluir ninguna clase de humanidad, es decir que los derechos humanos fundamentales deben pertenecer a todos los miembros de la raza humana, sin distinciones».

Los obispos llaman la atención también sobre la afirmación de que los embriones usados para la investigación con células madre serían «sobrantes» y, por tanto, «embriones indeseados que morirían de todos modos»

Esta argumentación «es simplemente no válida». «Al final todos nosotros moriremos, pero  esto no da a nadie el derecho a matarnos».

La declaración se centra también en la cuestión de la clonación y otros elementos relacionados.

«La clonación humana es intrínsecamente equivocada porque reduce la procreación a un mero proceso productivo, formando nuevos seres humanos en el laboratorio con características específicas como si fueran mercancías. […] Esto se ve más claro cuando los embriones humanos son producidos clonando con fines de investigación, porque las nuevas vidas humanas son generadas únicamente para ser destruidas», denuncian.

Y añaden: «Algunos investigadores y legisladores proponen incluso desarrollar embriones clonados en el seno de una mujer durante algunas semanas para almacenar tejidos y órganos útiles, una práctica grotesca a la que se ha enfrentado el Congreso a través de la Ley de Prohibición del Cultivo de Fetos de 2006».

«Algunos querrían que las mujeres fueran donantes de óvulos para la investigación sobre la clonación humana, ofreciendo también dinero para superar las preocupaciones de estas mujeres acerca de los riesgos para su salud».

Refiriéndose a la propuesta ya aprobada en el Reino Unido, los obispos recuerdan que «otros investigadores quieren usar óvulos animales para experimentos de clonación humana, creando embriones ‘híbridos’ que ofuscan la línea de separación entre las especies animal y humana».

Una vez que se ha traspasado el confín moral que evita tratar a cada ser humano como mero objeto de investigación, reconocen los prelados, «no hay punto de parada».

Citando «El Evangelio de la Vida de Juan Pablo II, añaden: «La única postura moral que afirma la dignidad de todos nosotros es rechazar el primer paso de esta vía»

Por consiguiente, exhortan a «los católicos y todas las personas de buena voluntad a unirse a nosotros en el reafirmar, justo en este contexto de la investigación con células madre, que la muerte de criaturas humanas inocentes, aunque llevada a cabo para ayudar a otros, constituye un acto absolutamente inaceptable».

La cuestión de la investigación con células madre no nos obliga a elegir entre ciencia y ética, y mucho menos entre ciencia y religión», observan los obispos.

«Presenta una decisión relativa a cómo nuestra sociedad proseguirá el progreso médico y científico. ¿Ignoraremos las normas éticas y usaremos a algunos de los seres humanos más vulnerables como objetos, minando el respeto por la vida humana que está en la base de todos los métodos de curación?».

Tal itinerario, aunque llevara a un rápido progreso tecnológico, «sería una regresión en  nuestros esfuerzos de construir una sociedad que sea plenamente humana».

En cambio, «hay que buscar el progreso con modos éticamente responsables que respeten la dignidad de todo ser humano».

«Sólo esta voluntad -concluyen- puede producir curas y tratamientos con los que todos podamos convivir».

Para acceder al texto de la Declaración: http://www.usccb.org/prolife/issues/bioethic/bishopsESCRstmt.pdf

Traducido del inglés por Nieves San Martín

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ZENIT Staff

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