La cultura no puede sacrificar al hombre en aras de la tecnología, asegura el Papa

Al visitar la Universidad Pontificia Lateranense

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CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 23 octubre 2006 (ZENIT.org).- Al visitar el sábado 22 de octubre la Pontificia Universidad Lateranense, con motivo del inicio del año académico, Benedicto XVI profundizó en la crisis de la cultura contemporánea que en aras de la tecnología puede llegar a sacrificar el auténtico humanismo.

Tras bendecir la nueva biblioteca dedicada al «Beato Pío IX» de esta Universidad, que depende directamente de la Santa Sede, el obispo de Roma explicó que «el contexto contemporáneo parece conceder la primacía a una inteligencia artificial cada vez más sometida a la técnica experimental, olvidando que toda ciencia debe salvaguardar al ser humano y promover su propensión hacia el bien auténtico».

Según el Santo Padre, «sobrevalorar el «hacer» descuidando el «ser» no ayuda a recomponer el equilibrio fundamental que todos necesitan para dar a la propia existencia un fundamento sólido y una finalidad válida».

«Toda persona está llamada a dar un sentido a su comportamiento, sobre todo si se encuentra ante un descubrimiento científico que toca la esencia misma de la vida personal», aseguró

«Dejarse llevar por el gusto del descubrimiento sin salvaguardar el criterio que procede de una visión más profunda nos haría revivir el drama de un mito antiguo: el joven Ícaro, en pos del vuelo hacia la libertad absoluta, se acerca cada vez más al sol, olvidando que sus alas son de cera. Paga con la caída y la muerte el precio de esta ilusión», aclaró.

Sin embargo, indicó, «en la vida hay otras ilusiones en las que no podemos confiar sin que acarreen consecuencias desastrosas para la propia existencia y la de los demás».

Por eso, dijo, la Universidad no tiene «sólo la tarea de indagar en la verdad y de suscitar estupor perenne, sino también promover su conocimiento en todos los aspectos y de defenderla de interpretaciones reductoras y erradas».

«Es una cuestión clave para dar una identidad profunda a la vida personal y suscitar la responsabilidad en las relaciones sociales», concluyó.

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ZENIT Staff

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