La Curia romana y la metodología del Sínodo: los dos temas del debate

Conclusión de las relaciones de los grupos de trabajo lingüísticos

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CIUDAD DEL VATICANO, 16 octubre 2001 (ZENIT.org).- La relación entre la Curia romana y las conferencias episcopales, así como el papel del Sínodo de los obispo se ha convertido en el tema central de este Sínodo de los obispos que se celebra durante el mes de octubre en Roma.

Así quedó expuesto con toda claridad este martes al presentarse las relaciones de los doce grupos lingüísticos de trabajo, en los que en los últimos días se dividieron los más de doscientos participantes, para comenzar a perfilar los principales temas afrontados por las intervenciones ante la asamblea general.

El trabajo de estos equipos («circoli minores», en latín) es un ejemplo significativo de la autonomía de que goza el Sínodo. El presidente y el relator de cada uno de los equipos es elegido democráticamente. Las relaciones expresan con transparencia total las opiniones convergentes y las contrarias, recogen el parecer de la mayoría y de la minoría.

Al hablar de las relaciones entre el Papa, la Curia romana, las Conferencias episcopales y los obispos, el grupo «Italiano A» (hay dos grupos en este idioma), que tiene por relator al arzobispo de Siracusa, Giuseppe Costanzo, afirmó en su relación expuesta en este martes: «El obispo valora la comunión con sus hermanos obispos y vive la comunión plena, visible y operante con el Sumo Pontífice. Esta comunión, fundada en la fe, se expresa en una disponibilidad incondicional, en obediencia pronta y en la defensa con valor frente a todos y siempre del Papa –vínculo visible de unidad–».

El grupo «Francófono C» (hay tres grupos en francés), cuyo portavoz es monseñor Pierre Morissette, obispo de Baie-Comeau (Canadá), pidió que «el ejercicio del ministerio petrino pueda contar más con el Sínodo de los obispos». En este sentido pidió una reforma de la metodología del Sínodo que lo haga un instrumento más eficaz y concreto de colegialidad.

«Numerosas intervenciones de los padres sinodales en el aula –explicó este grupo francófono– se referían a las relaciones entre las Conferencias episcopales y la Curia romana. Se ha expresado malestar y, si existen problemas, hay que afrontarlos». El grupo pidió que se afronte ya en esta asamblea la cuestión de la reforma del Sínodo, pues de lo contrario será una discusión que se arrastrará en el futuro.

El grupo «Francófono B» también pidió que el Sínodo tenga un papel más importante en la colegialdiad, entendida «con Pedo y bajo Pedro». Para afrontar esta cuestión, propone que se cree una Comisión especial que estudie la organización del Sínodo de los obispos en el futuro.

Sobre este mismo tema, el grupo «Hispánico B» (hay tres grupos en castellano), cuyo relator es monseñor Ramón Ovidio Pérez Morales, arzobispo de Los Teques (Venezuela), afirmó: «manifestamos nuestro reconocimiento al Papa y a sus colaboradores por su solicitud hacia la Iglesia universal».

El grupo «Inglés B» (hay tres grupos en este idioma), cuyo relator es monseñor Vernon James Weisgerber, arzobispo de Winnipeg (Canadá), afirmó: «El papel del obispo en su diócesis se refuerza cuando los organismos de la Curia romana demuestran, en sus comunicaciones y acciones, que comprenden la variedad de las condiciones locales. De lo contrario, se corre el riesgo de que se conviertan en obstáculos de la comunión».

El único grupo Germánico, cuyo portavoz es monseñor Alois Kothgasser, obispo de Innsbruck (Austria) pidió que «la relación de las conferencias episcopales y de los sínodos patriarcales con el Papa pudiera ser delineada de manera más efectiva y eficaz, con una mejoría de las actuales estructuras del Sínodo de los obispos (no se trata de nuevas estructuras, sino de mejorar las ya existentes). Los obispos de una provincia eclesial deberían estar más intensamente involucrados en el nombramiento de los nuevos obispos, en espíritu de la colegialidad».

Por su parte, el grupo «Inglés A», cuyo relator es monseñor Orlando B. Quevedo, presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, afirmó «consideramos que debe haber una relación entre la Curia romana y las Conferencias episcopales caracterizada por la corresponsabilidad, la consulta, la confianza recíproca, y la caridad».

Monseñor Gilles Cazabon, obispo de Saint-Jérome (Canadá) (círculo «Inglés B»), concluyó diciendo: «La colegialidad afectiva tiene un gran valor, pero es necesario prestar la misma atención a la colegialidad efectiva, que encuentra ya formas de realización en los intercambios entre las Iglesias. El Sínodo de los obispos debe, al mismo tiempo, convertirse en un instrumento de mejor colegialidad efectiva con Pedro y bajo Pedro».

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ZENIT Staff

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