La defensa de la vida y la familia, prioridad para todo obispo

Según el cardenal Re, prefecto de la Congregación vaticana para los Obispos

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SANTO DOMINGO, 4 septiembre 2002 (ZENIT.org).- La defensa de la vida y de la familia constituye una prioridad para todo obispo, han afirmado representantes de primer orden de la Iglesia católica en un encuentro episcopal celebrado del 2 al 4 de septiembre en la capital de la República Dominicana.

En particular afrontó el argumento el cardenal Giovanni Battista Re, Prefecto de la Congregación vatiana para los Obispos y presidente de la Comisión Pontificia para América Latina.

Al intervenir en la reunión de representantes de las Conferencias Episcopales de América sobre «Situación y Perspectiva de la Familia en América», el purpurado constató que la prioridad de la pastoral de la familia y de la vida ha sido asumida por los episcopados como algo decisivo para el futuro de la evangelización y de la misma humanidad.

La vida humana y la familia, afirmó, «son hoy objeto de ataque y están amenazadas por corrientes de pensamiento, legislaciones, prácticas, modelos de vida y comportamiento, que representan grandes desafíos y tratan de destruir y deformar la familia».

Así como Dios en el diluvio salvo la familia de Noé y con ella reconstruyó la humanidad del mismo modo «en el diluvio del materialismo y del hedonismo…, la única esperanza de salvación que queda está en la santidad de la familia».

De ahí, aclaró el hombre que asiste a Juan Pablo II en el nombramiento de obispos, que «el servicio de la familia pertenece a las tareas esenciales del obispo».

«La pastoral familiar y la pastoral de la vida deben estar entre los planes de todas las diócesis y parroquia», aclaró. «Debe ser uno de los puntos focales de las estructuras pastorales en relación dinámica con la comunidad diocesana, parroquial, y familiar».

En el encuentro intervino también el cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Consejo Pontificio para la Familia, para destacar las grandes amenazas actuales contra la familia y la vida.

En particular, hizo hincapié en el lenguaje sutil y subrepticio con el que se propaga una mentalidad que atenta contra la vida y la familia así como la imposición desde instancias internacionales de ideas y prácticas que van en esta línea.

Por su parte el obispo Jorge Enrique Jimenez Carvajal, presidente del Consejo del Episcopado Latinoamericano (CELAM), presentó el panorama de la situación latinoamericana, destacando «los efectos de la cultura de la muerte».

Mencionó el número sorprendente de abortos, a tal punto, «que no hay guerra mundial ni holocausto crematorio, ni lenguaje étnico, ni masacre política que se le compare».

El obispo colombiano denunció, asimismo, el uso que se hace del concepto de «calidad de vida» para oponerlo al de «cantidad de vida».

«Es absurdo –como se sigue afirmando– que es la cantidad de seres humanos la causante de la pobreza, de la miseria y de la indigencia –denunció el presidente del CELAM–, cuando sabemos a ciencia cierta que ello es un producto de la injusticia social reinante, que literalmente va produciendo mayor enriquecimiento de los ricos y mayor empobrecimiento de los pobres».

También manifestó su preocupación de que esta mentalidad y descomposición está radicándose en los jóvenes. Por otro lado, constató, la miseria y la indigencia son enemigos sociales de la familia así como la desesperada migración, la prostitución infantil y juvenil, la pederastia y la drogadicción.

La doctora Ilva Myriam Hoyos, profesora de Derecho en la Universidad de la Sabana, Colombia, presentó ante la asamblea un dossier sobre las legislaciones en América Latina en el que se recogen las diferentes leyes sobre la familia y la vida existentes en esos países.

El dossier ha sido motivo de estudio para los obispos, quienes se comprometen a presentar las preocupaciones que de él emergen a los Jefes de Estado y de Gobierno de sus países, a los legisladores, parlamentarios y políticos del continente.

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ZENIT Staff

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