“La doctrina social de la Iglesia es la respuesta a la crisis”

Lección de economía de Ettore Gotti Tedeschi, presidente del IOR

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ROMA, jueves 24 de febrero de 2011 (ZENIT.org). – La crisis económica y sus raíces, la ley natural ignorada, la creación de un bienestar solamente material y la deslocalización. Estas fueron algunas de las problemáticas relacionadas a la encíclica Caritas in Veritare, que estuvieron en el centro de una lección magistral del presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Ettore Gotti Tedeschi, al concluir el seminario “Economía social de mercado: una nueva visión”, ayer en una de las sedes de la Cámara de Diputados en Roma.

El conferenciante recordó que la economía de mercado fue definida por el economista italiano Luigi Einaudi como “una tercera vía entre capitalismo y socialismo, que asegura la libertad del individuo frenando su instinto egoísta a través de criterios de subsidariedad y solidaridad. Ni estatismo ni capitalismo exagerado”.

“Entre tanto, para que funcione – esta es mi opinión – tiene que fundarse en la doctrina social de la Iglesia, porque tiene experiencia y valor”, dijo.

El banquero recordó que “la doctrina social de la Iglesia fue el modo para volver efectiva la caridad, si bien como dice Benedicto XVI en la encíclica, la caridad desvinculada de la verdad no logra estar de pie”.

Existen entretanto algunas condiciones: “La doctrina de la Iglesia para poder funcionar necesita de dos columnas: enseñar, porque la Iglesia es maestra, y un Estado que no sea ávido”.

El presidente del IOR explicó que “la economía social de mercado, como primer objetivo, debe usar los recursos disponibles de la manera más eficiente y obtener resultados eficaces. Como segundo objetivo tiene que asegurar un progreso integral, teniendo presente que la unidad cuerpo-alma del hombre. Y por último tiene que distribuir la riqueza creada, no solamente por caridad, sino también por sostenibilidad”.

Y precisó que “el hombre económico sabe que no funciona una economía con muchos pobres y pocos ricos”.

“¿Estos objetivos que fueron incorporados por la doctrina social de la iglesia fueron alcanzados? – se interrogó. “No – respondió – hemos derrochados los recursos, realizado un desarrollo económico solamente material y no hemos distribuido la riqueza. Por ello la economía ha fracasado en todo”.

“¿Por qué en los últimos treinta años no se observó la doctrina social de la iglesia. ¿En qué no fue interpretada? Fundamentalmente en tres cosas: la ley natural fue ignorada totalmente; se buscó un bienestar solamente materialista y en vez de distribución se hizo delocalización”.

“Lean esta encíclica. Muchos piensan que es aburrida porque leyeron un resumen en los periódicos. Aquí el Santo Padre explica por qué nos encontramos en la actual crisis económica”.

“¡Si fuera leída y discutida, que ventajas obtendría la humanidad!” le dijo al numeroso público presente.

Crisis de sentido

“La encíclica dice que si la libertad viene antes que la verdad, el hombre raramente, el hombre inmaduro, llegará a la verdad y por lo tanto no sabrá distinguir entre medios y fines y confundirá el uso de los instrumentos”.

“Y los instrumentos son neutrales. No hay banca ética, no hay finanza ética, existe el hombre ético que hace las finanzas de modo moral y ético, o sea dando sentido a sus acciones”.

Y profundizó: “Si la vida no tiene sentido es inútil preguntarle al banquero el sentido del banco. ¿Por qué se la toman con los banqueros si la vida no tiene sentido, si somos animales que solamente comemos y otras cosas?. ¿Cómo se puede pensar que el hombre que es banquero o financiador, el médico o el político pueden dar sentido? Si la vida no tiene sentido, entonces gocémosla”.

“En la introducción de la encíclica, el Papa dice que si el hombre empieza a razonar y a dar sentido a su vida, los instrumentos, la política, la medicina tomarán independencia y autonomía moral. Pero el instrumento no puede tener autonomía moral. Es el hombre que da sentido al uso de los instrumentos”.

Se refirió la importancia de la encíclica desde el punto de vista económico. “Tenía que salir en el 2007 y acabó siendo publicada en el 2009. Porque la crisis estaba modificando todos los escenarios. La encíclica es una llamada pastoral y doctrinaria extratemporal, pero que debe tomar en consideración los problemas específicos de su época”.

“Y Benedicto XVI en la Caritas in Veritate recuerda lo que ha dicho Pablo VI en la Humanae Vitae y en la Populorum progressio: No se puede prescindir de las acciones humanas y del respeto total de la vida y no se puede hacer un plan de desarrollo económico si el progreso es solamente material, porque el hombre no es solamente un animal material”.

Eutanasia y presupuesto

Gotti Tedeschi recordó que “hemos negado la dignidad de la vida y realizado un progreso solamente materialista. Y hoy está en discusión la ley sobre la eutanasia. Provocativamente diré: no, es una ley económica, porque no se puede mantener a los viejos, que cuestan mucho, si no nacen los niños, es una cuestión de presupuesto”.

“La cuestión – continuó – es que Estados Unidos y Europa somos, desde hace treinta años, mil millones de personas. La diferencia es la edad de las mismas. Hace 25 años, el 25 % tenía menos de 25 años. Hoy son el 10 %. Y entonces los de 65 años eran el 15 %, y hoy son el 65 %.

“Cuando las personas salen del ciclo productivo cuestan en sanidad y jubilación. ¿Qué sucede en una sociedad que no tiene recambio generacional? Si la estructura se queda igual, ¿cómo se hace para aumentar el PIB?”

El conferenciante explicó que si el número de población queda inalterado, el PIB aumenta solamente si crecen los consumos per capita: “también los niños tienen que consumir, y hay tantas vacaciones para los ancianos. Pero la población se queda numéricamente igual, mientas se produce un aumento de los costos fijos, porque aumenta la población que cuesta respecto a la que produce y el sistema social tiene que absorber esos costes”.

¿Cómo se cubre este gasto? En Italia, dijo, “con el aumento de los impuestos. En 1975, con un crecimiento del 4 % anual, los impuestos eran el 25 % del PIB. Hoy son el 50 %. Por lo tanto los consumidores tienen menos poder adquisitivo y las empresas menos posibilidad de inversión. O sea, hay menos ahorro, el dinero cuesta más y hay que aumentar los derivados”.

“Esto está contenido en la encíclica – reiteró Gotti Tedeschi –. Y en los principios dice que hemos negado la vida y el desarrollo integral”.

Crecimiento falso

Además, “en un mundo occidental con crecimiento demográfico cero, hemos hecho aumentar los consumos de la persona para aumentar el PIB. ¿Cómo se hace a gastar más? Haciendo ganar más a las personas. ¿Y si el ciclo económico es chato? Mientras tanto ya no se ahorra. En los últimos 25 años, el porcentaje de ahorro ha bajado del 25 al 6 %”.

Por lo tanto “para aumentar la producción se usan máquinas y producción masiva. Y hasta aquí ésto es aceptable. Pero hemos hecho la delocalización. Una serie de bienes que en Europa tenían un precio, en Asia cuestan la mitad. Y por lo tanto es un modo para aumentar el poder adquisitivo”. La paradoja es que “en Occidente es necesario consumir siempre más y producir menos, mientas que en Asia aumentan la producción y no consumen”.

¿Cuál es el exceso de este sistema? “Cuando se pasa de un consumo alto al consumo a base de deuda. Gano 100, gasto 100, mi PIB es 100. Para aumentar el propio PIB se pide un préstamo en el banco. Un año de sueldo futuro me lo gasto hoy y mi PIB aumentó el 100 %, pero también la deuda de la familia”.

El conferenciante presentó algunos datos: “Desde 1990 al 2008, datos en la mano, el gasto de las familias estadounid
enses pasó del 68 al 98 % gracias al endeudamiento. Pero si la familia, no paga, el banco quiebra. Por lo tanto en Estados Unidos acabaron nacionalizando la deuda de los privados. El sistema pasa así de una deuda del 200 % del 1998 a una del 300 % en el 2008”.

Pero ¿es posible reducir la deuda? Gotti Tedeschi recordó que los tres sistemas son: un default como el argentino; la inflación, una nueva burbuja; y lo que enseña el Papa: la austeridad.

“Debe de volverse a ahorrar para formar la base monetaria, y a construir – dijo –. Además el 60 % de las cosas que se consumen no crean mano de obra”.

Y recordó el caso italiano de algunas empresas en las cuales el gerente decía: “o se trabaja de esta manera, o deslocalizo”.

Desde el punto de vista económico “el hombre tiene tres dimensiones: productor, consumidor y ahorrador. Hasta hace 20 años las dimensiones eran coherentes. Ahora en cambio, trabajo y produzco un producto pero compro uno similar hecho en Asia, mejor y que cuesta menos. Después de tres años mi empresa que producía ese mismo producto quiebra y por lo tanto no gasto más”.

“Esta es la paradoja de la globalización consumística. Es lo que el Papa llama desarrollo económico no integrado. Porque el hombre se ha olvidado de que tiene un alma, solamente un cuerpo, por la influencia del nihilismo y del relativismo”.

“Como decía un ex ministro italiano de la Salud, Umberto Veronesi: ‘es inútil pensar que el hombre tenga una chispa de divino, cuando el hombfre es solamente un animal inteligente’. Coman y diviértanse, ¿y luego se lamentan si alguien lo hace demasiado?”.

¿Italia fue subsidiaria? Se preguntó el presidente de la IOR. “Hasta 1995, casi el 65 % del PIB estaba en manos del Estado. Compañías como ENI, IRI, etc. Los bancos, excepto dos pequeños, eran públicos. Y la mayor empresa privada (en referencia a la FIAT, n.d.r.) fue definida por un economista: cuando gana es privada, y cuando pierde es pública”

Y recordó que para entrar en el euro era necesario privatizar. “¿Pero en Italia se privatizó? Para privatizar es necesario uno que vende y otro que compra y paga. ¿Qué se vendía? Empresas enormes e ineficientes ¿Y quien las compraba? Los extranjeros no. ¿Y como hacen los italianos? Se inventó cómo financiar la compra por parte de los bancos. Si las hubiéramos regalado no hubiéramos absorbido una masa de dinero que podrían haber ido a las verdaderas empresas que tiran de la economía, como las medias y pequeñas”.

Y concluyó: “Un ejemplo solamente: no digo que sea verdadero. Al final de la guerra fría, Washington gastaba el 4,5 % del PIB en armamento, y después del 11 de septiembre el gasto subió al 11 %. ¿Cómo se hace para absorber este gasto si no se inventan los subprime? Bush en el último G8 reconoció: se ha gastado demasiado, más de lo que se podía”.

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ZENIT Staff

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