La Eucaristía, anticipo del futuro de Dios

El Papa saludó de manera especial a los pizzeros venidos de todo el mundo

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CIUDAD DEL VATICANO, 25 oct (ZENIT org).- Una multitud de excepción y palabras de aprecio hacia la pizza por parte del Santo Padre en la Audiencia General de esta mañana. Hablando 50.000 fieles reunidos bajo el cielo plúmbeo de la plaza de San Pedro, Juan Pablo II ha recordado su «actividad profesional tan apreciada». Estaban presentes pizzeros no sólo italianos sino de todo el mundo.

«Amadísimos, mientras os agradezco vuestra participación tan numerosa –ha dicho el Papa, que a veces parecía fatigado– aseguro mi oración por vuestras familias y por vuestra característica actividad profesional tan apreciada». Y los pizzeros, que han inventado una pizza para la ocasión, a base de flor de calabacín, pimientos amarillos y mozzarella de búfala, que recuerda el blanco y el amarillo del escudo papal, han respondido con un largo aplauso al saludo del Papa. Al acabar la audiencia, han llevado al Papa una estufa de cobre para mentener caliente la pizza, característicos platos de porcelana y un cortador de madera decorado.

En la audiencia estaban también los agentes financieros, fieles de San José Jato y cocineros provenientes de Lucca, con los tradicionales gorros blancos, entre los peregrinos italianos y extranjeros presentes en la plaza con pancartas que decían «Viva el Papa».

El Papa ha recordado el aniversario, sábado 28 de octubre, de la elección al papado del Papa Roncalli, beatificado por él el pasado 3 de septiembre, y pasado a la historia, ha añadido, «como el Papa de la bondad», el «Papa bueno». El Papa ha auspiciado que «el recuerdo de Juan XXIII ayude a los jóvenes a ser testigos valientes de Cristo en el empeño cotidiano, sostenga a los enfermos en la calurosa acogida de la voluntad de Dios, y sea para los nuevos esposos ánimo constante a construir una familia acogedora y abierta al don de la vida».

En le curso de la catequesis ha recordado a los fieles el valor de la Eucaristía, «participación en la vida de Dios que es eterna y vence a la muerte».

«En la liturgia terrena participamos, pregustándola, en la celeste» ha dicho Juan Pablo Ii, recordando el Concilio Vaticano II y Santo Tomás de Aquino que hablan de este sacramento como de prenda de la gloria futura. «La comunión con Cristo que ahora vivimos mientras somos peregrinos y viandantes en los caminos de la historia –ha dicho el Papa– anticipa el encuentro supremo del día en que nosotros seremos semejantes a él, porque lo veremos como él es»

Ha recordado el sentido profundo del maná dado por Dios en las estepas del Sinaí, «alimento de los ángeles», capaz de procurar toda delicia y satisfacer todo gusto, manifestación de la dulzura (de Dios) hacia sus hijos. «Será Cristo mismo quien ilumine este significado espiritual de la vivencia del Exodo. Es él quien nos hace gustar en la Eucaristía el doble sabor del alimento del peregrino y alimento de la plenitud mesiánica en la eternidad», ha añadido Juan Pablo II.

Y ha concluido: «A esta luz –como decía sugestivamente un teólogo ruso, Sergej Bulgakov– “la liturgia es el cielo sobre la tierra»” Por esto en la Carta Apostólica Dies Domini, retomando las palabras de Pablo VI, he exhortado a los cristianos a no descuidar “este encuentro, este banquete que Cristo nos prepara en su amor. ¡Que la participación en él sea al mismo tiempo dignísima y alegre! Es el Cristo, crucificado y glorificado, quien pasa en medio de sus discípulos, para arrastrarlos juntos en la renovación de su resurrección. Es el culmen, aqui abajo, de la alianza de amor entre Dios y su pueblo: signo y fuente de alegría cristiana, etapa de la fiesta eterna”»

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ZENIT Staff

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