La Eucaristía, elemento unificador de la Iglesia, afirma el Papa

Presidió la Misa en el Palacio de los Deportes “Eleftheria” de Nicosia

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NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Celebrando hoy domingo por la mañana la Misa en el Palacio de los Deportes Eleftheria de Nicosia, la capital de Chipre, Benedicto XVI subrayó la importancia de la Eucaristía, recordando que cuantos se nutren de ella “son congregados por el Espíritu Santo en un solo cuerpo para formar un único pueblo santo de Dios”.

La celebración tuvo lugar con ocasión de la publicación del Instrumentum Laboris de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el Vaticano del 10 al 24 del próximo octubre.

Participaron en la Misa los patriarcas y los obispos católicos de Oriente Medio, con representaciones de sus respectivas comunidades. Estaba presente también Su Beatitud Crisóstomo II, arzobispo de Nueva Justiniana y de toda Chipre, muy activo en el campo ecuménico.

El Palacio de los Deportes, que tiene una capacidad de casi 7.000 espectadores, estaba abarrotado. Muchos fieles siguieron la celebración desde el exterior, donde se habían colocado numerosas sillas para acoger a cuantos no consiguieron entrar en el edificio.

El Papa se dijo “feliz de tener esta oportunidad de celebrar la Eucaristía junto con tantos fieles de Chipre, una tierra bendecida por el trabajo apostólico de san Pablo y san Bernabé”, y saludó a todos los presentes “con gran afecto”, dando las gracias “por la hospitalidad y por la generosa acogida” que le fueron reservadas.

En particular, saludó a los inmigrantes filipinos y de Sri Lanka y a las demás comunidades de inmigrantes “que formar un significativo grupo en la población católica” de Chipre, casi 10.000 fieles en una población de casi un millón de habitantes.

“Rezo para que vuestra presencia aquí pueda enriquecer la actividad y el culto de las parroquias a las que pertenecéis, y que a vuestra vez podáis obtener el apoyo espiritual de la antigua herencia cristiana de la tierra que habéis elegido como vuestra casa”, dijo el Papa.

La solemnidad del Corpus Domini

Recordando que la Iglesia celebraba este domingo la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, el Papa observó que el nombre dado a esta fiesta en Occidente, Corpus Domini (Corpus Christi), se usa en la tradición de la Iglesia para indicar “tres realidades distintas: “el cuerpo físico de Jesús, nacido de la Virgen María, su cuerpo eucarístico, el pan del cielo que nos nutre en este gran sacramento, y su cuerpo eclesial, la Iglesia”.

Reflexionando sobre estos diversos aspectos, indicó, “llegamos a una más profunda comprensión del misterio de la comunión que une a todos aquellos que pertenecen a la Iglesia”: “todos aqyellos que s nutren del cuerpo y sangre de Cristo en la Eucaristía son congregados por el Espíritu Santo en un solo cuerpo para formar el único pueblo santo de Dios”.

“Así como el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén, el mismo Espíritu Santo actúa en cada celebración de la Misa con un doble objetivo: santificar los dones del pan y del vino para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo, y llenar a aquellos que se nutren de estos santos dones para que puedan llegar a ser un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo”.

San Agustín, observó el Papa, “explica de forma magnífica este proceso”, recordando que “el pan no está preparado a partir de uno, sino de numerosos granos de trigo”. El proceso que une y transforma los granos aislados en un solo pan “presenta una imagen sugestiva de la acción unificadora del Espíritu Santo sobre los miembros de la Iglesia, realizada de forma eminente a través de la celebración de la Eucaristía. Aquellos que toman parte en este gran sacramento se convierten en el Cuerpo eclesial de Cristo cuando se nutren de su Cuerpo eucarístico”.

“Cada uno de nosotros que pertenecemos a la Iglesia necesitamos salir del mundo cerrado de la propia individualidad y aceptar la compañía de aquellos que comparten el pan con él”, señalço Benedicto XVI. “Abatir las barreras entre nosotros y nuestros vecinos es la primera premisa para entrar en la vida divina a la que somos llamados”.

Unidad

Como en las primeras comunidades cristianas, subrayó, también nosotros hoy somos llamados “a ser un solo corazón y una sola alma, profundizando nuestra comunión con el Señor y entre nosotros, y ser sus testigos ante el mundo”.

“Somos llamados a superar nuestras diferencias, a llevar paz y reconciliación donde hay conflictos, a ofrecer al mundo un mensaje de esperanza. Somos llamados a extender nuestra atención a los necesitados, compartiendo generosamente nuestros bienes terrenos con aquellos que son menos afortunados que nosotros”.

De la misma forma, “somos llamados a proclamar incesantemente la muerte y resurrección del Señor, hasta que vuelva”.

En su saludo al Papa antes de la celebración, el arzobispo maronita de Chipre, Youssef Soueif, le agradeció calurosamente por la “misión de amor” que lleva a cabo “a nivel internacional”.

Chipre, recordó, es un “puente entre Orinte Medio y Europa”, un espacio de diálogo entre las culturas que puede contribuir a la mejora de las relaciones internacionales y entre las religiones.

Tras la homilía del Papa, tomó la palabra también el arzobispo Nikola Eterović, Secretario General del Sínodo de los Obispos, que rcordó que en la cita de octubr se pedirá “la gracia de volver a dar un dinamismo pastoral” a las Iglesias de Oriente Medio, para que puedan llevar adelante su “misión providencial”.

Se rezará también para que estas Iglesias puedan “comprometerse cada vez más en la evangelización y en la promoción humana”, en colaboración con las otras dos grandes religiones monoteístas, el judaísmo y el islam.

Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez

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ZENIT Staff

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